Increíble pero cierto, Sir Paul McCartney estaría en vivo y a todo color en tierras regias, cantando como desde esos mágicos 60’s en el Gigante de Acero.
La noche se llegó, gente como hormigas estacionándose muchas cuadras antes de ese estadio, regios prestando sus cocheras ofreciendo cuidarte tu automóvil ante el lleno total en los estacionamientos tanto del estadio como muchos otros, volteabas para arriba y los puentes peatonales llenos también de beatlemaniacos dándose prisa con la adrenalina a tope sin creer lo que verían después de toda una vida de admirar a la leyenda de leyendas que a diferencia de muchos que murieron en el apogeo de su carrera, esta por el contrario sigue siendo una leyenda sorpresivamente viva a sus ya 82 años de edad.
La hora de inicio del concierto era a las nueve de la noche, pero debido a que muchos de los espectadores aún no lograban entrar esta hora se aplazó, el motivo muchos no lo escucharon pero era que nadie se perdiera ningún momento del show de Sir Paul.
Poco antes de las diez de la noche todo el escenario apagó sus luces y en eso de la nada, mágicamente, un señor extremadamente alto, con unas piernas tan pero tan largas y unos pasos lentos pero firmes avanzaban rumbo al centro con la mano levantada saludando y sin creerlo teníamos frente a todos al Señor Paul McCartney, aquel joven de conservatorio, del puerto de Liverpool, compa de John Lennon como el mismo nos lo mencionó así en español, carnal de George y de Ringo, esposo de Linda Eastman, miembro de Wings… y sigo sin creer que era él.
Muchos fueron a este concierto porque han escuchado que es un icono de la música, porque es lo más cercano que veremos de los Beatles, muchos otros fuimos por otras razones más grandes y que siento nos hicieron disfrutar del concierto aún más.
Imagínate que toda tu vida los has seguido por televisión, que toda tu vida los has escuchado gracias a que tu señor padre era fan a más no poder y eso él te lo heredó, no me alcanzará esta columna para describirles no solo lo que significó para mi este día inolvidable sino también la historia que se vivió y de la que fui parte al ser la primera vez que Paul cantó en tierras regias.
La música de los Beatles, es inofensiva, lo vi lo presencié, muchos bailaban pero muchos no, ¿Qué quiero decir con esto? que es música que con solo oírla te divierte, te llena, te inspira, te motiva, te invita a ser mejor, tiene mensaje y el simple hecho de que el público fuera de cualquier edad es impresionante, porque así como había alguien de 70 años, había alguien de 20 o 18 y que gusto que personas de esa edad sigan optando por escuchar a los más grandes, a las leyendas de leyendas, a los que fueron y serán la pauta e inspiración para la mayoría.
Jamás imaginé escuchar en vivo el himno de Hey Jude, ver imágenes míticas de ese cuarteto mientras Paul estaba sentado en su colorido piano Yamaha, de repente ver a John con aquel abrigo ámbar en ese concierto, uno de los primeros en realizarse en una azotea y que Paul estuviera gracias a la tecnología cantando con el tantos años después, estoy segura que en lo que me resta de vida, no presenciaré tanto arte como todo lo que vi en ese viernes ocho de noviembre de 2024, electrizante los estruendos y los juegos de luces del tema Live and let die, pero más aún muy admirable que Paul siga entero a lo largo de todo este tiempo deleitando a su público en todo el mundo, eso habla de mucha disciplina, talento desmedido, cero ego y compromiso con sus seguidores desde que era solo un joven lleno de sueños allá en Liverpool.
Aunque no quiera y aunque tenga mucho más por contarles tengo que concluir y lo hago repitiendo las mismas palabras que Paul al terminar este histórico concierto
¡Hasta la próxima!
X: @DhenaMansur