septiembre 29, 2024
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Mauricio Zapata

La pinta

mayo 19, 2023 | 2095 vistas

Mauricio Zapata

Esta es la sección semanal y de fin de semana de Punto por Punto, donde damos paso a relatos y anécdotas.

¿Alguna vez se han ido o se fueron de pinta?

Confieso que fui un asiduo aficionado a ese aspecto estudiantil.

La primera vez que lo hice fue en primero de secundaria.

Nos pusimos de acuerdo un día antes con Alejandro Yáñez, compañero y amigo de grupo en ese entonces.

Decidimos hacerlo al día siguiente y nos iríamos a un parque cercano a la escuela. Estudiaba (por decirlo de alguna manera) en la Secundaria 229 de la Ciudad de México ubicada en la Villa Panamericana, al sur de la Capital.

El momento pactado llegó. Cabe señalar que iba en el turno vespertino.

Nos quedamos de ver (mal hecho) en la puerta de la escuela. Lo pensamos mucho y cometimos el error de irnos hasta que todos entraran al plantel. Cuando nos quedamos solos, no fuimos hacia el parque.

Pero el Subdirector (un tipo bastante estricto) se dio cuenta. Tenía una Combi y nos siguió. No nos dimos cuenta hasta que lo vimos de frente.

Nos pegó una regañiza, nos subió al carro y nos regresó.

El saldo fue reporte y citatorio.

Después con mi hermana América nos fuimos de pinta varias veces.

Pero nos íbamos a la casa de una tía alcahuete. Fueron cuatro o cinco veces hasta que un día a mi mamá se le ocurrió ir a visitar a esa tía.

Estábamos en la calle con mis primos y de lejos la vimos llegar. Nos fuimos a esconder. Mis tíos nos apoyaron en el desesperante momento.

Nos encerraron en una recámara, pero la visita se alargó. No pudimos estar mucho tiempo. Salimos, nos vio, se sorprendió y realizó la función de los padres.

El saldo: un fuerte regaño.

Ya viviendo en Ciudad Victoria, cuando cursé (solo un año) en la Secundaria 4, me fui de pinta con Cristóbal Montiel. Decidimos irnos ¡hasta Santa Engracia!

¿Qué hicimos? Caminar como estúpidos toda la jornada hasta que llegó la hora de regresar. No fue, para nada, algo agradable o que lo disfrutáramos, sin embargo, no calculamos bien la hora y se nos hizo tarde.

Llegué como dos horas después de la salida a la casa.

El saldo: regañiza de mi papá.

Ya estando cursando en el Glorioso y tres veces heroico Colegio Justo Sierra, me fui de pinta con mi entonces amigo José Juan Sáenz Abugaber (QEPD).

El director Javier Campos era buen amigo, incluso, hasta alcahuete.

Decidimos irnos a un árbol que estaba al fondo de la escuela. Estaba pegado a las canchas de futbol y colindaba con los terrenos de la Comapa. En la reja había un hoyo que habíamos hecho con otros amigos, entre ellos, Mario Arizpe y Paul Lewis.

En ocasiones nos íbamos al boliche del Cofrades, y muchas veces nos acompañaba el mismísimo Director.

Esa vez no quisimos ir a ensayar para el desfile del 20 de noviembre.

Nos fuimos al árbol. Nos trepábamos y platicábamos.

De pronto vimos como el profe Campos se dirigía hacia nosotros.

Decidimos salirnos por el hoyo aquel y correr. Presentíamos una regañada, reporte y citatorio.

Salimos y nos quedamos cerca. El profe siguió, se salió por ese hoyo y continuaba siguiéndonos. Corrimos más adelante. Nos escondimos atrás de un carro y el profe seguía hacia nosotros.

Jamás nos hizo una seña o nos habló, solo caminaba hacia donde estábamos.

Terminamos por donde están las instalaciones del SNTE y Campos seguía hacia nosotros.

Corrimos más hasta que lo perdimos.

Caminamos, caminamos y después de un concienzudo análisis decidimos regresar a la escuela. Total, ya nos habían visto y no nos quedaba de otra que enfrentar la bronca.

Llegamos directo a la Dirección. Nos recibió con una carota que no nos deparaba nada bueno.

-¿Dónde andaban?

-En el baño. Decidí contestar.

-No es cierto.

-Sí, profe. Se lo juramos. Contestó José Juan.

-Yo los vi en el árbol.

-No éramos nosotros, profe. Respondí con ingenuidad.

-¿Van a seguir mintiendo?

-Bueno, es que teníamos flojera de ensayar.

¿Y qué creen que nos contestó el Director?

-Pues yo también tenía flojera y cuando no los vi en el ensayo, quise irme de pinta con ustedes. Los fui a alcanzar al árbol.

-Discúlpenos, profe. No sabíamos.

-No. No los disculpo y los voy a castigar. No por irse de pinta, sino por hacerme caminar y por mentirme.

Nos dejó parados en el sol dos horas y al otro día lavamos baños y encalamos los árboles del patio. Ese fue el saldo.

Esas son mis historias de pinta.

Ya no lo hago.

EN CINCO PALABRAS.- Nunca subestimes a los maestros.

PUNTO FINAL.- “Crecer no es fácil. Todo es asunto de tiempo, y a veces de suerte”: Cirilo Stofenmacher.

Twitter: @Mauri_Zapata

 

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