abril 2, 2025
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Alfredo Arcos

La realidad de un escritor

enero 24, 2025 | 180 vistas

En 1988, Mario Vargas Llosa impartió un seminario académico en la universidad de Syracuse, donde reflexionó sobre el trabajo que le supuso la ejecución de sus primeras novelas: “La ciudad y los perros” (1963); “La casa verde” (1966); “Pantaleón y las visitadoras” (1973); “La tía Julia y el escribidor” (1977); “La guerra del fin del mundo” (1981) e “Historia de Mayta” (1984). Esas cavilaciones, más un par de reflexiones; una a propósito de las crónicas sobre el nacimiento del Perú, la otra sobre las ficciones de Borges, forman el libro “La realidad de un escritor” (Triacastela, 2020). Se echa de menos sus comentarios sobre “Conversación en la Catedral “(1969), aunque de ello se ocupó más tarde, en un ejercicio similar.

La mejor invitación a la lectura de este libro se la leí a Mark Falcoff, la reproduzco: “Capítulo a capítulo, Vargas Llosa va recorriendo sus obras y exponiendo las cuestiones y los problemas a los que se enfrentó en cada una de sus novelas. También revela trucos y técnicas propios de un novelista profesional… Incluso los que no conozcan los libros de Vargas Llosa pueden entender este ensayo, aunque tras haber leído sus agudos y estimulantes comentarios no podrán resistir la tentación de conocerlos.”

En su debut como novelista, “La ciudad y los perros”, el Nobel peruano cuenta la historia de un grupo de adolescentes internados en el colegio militar Leoncio Prado; ahí, como en la mayoría de sus trabajos, parte de una experiencia personal. Nuestro autor se percata que los valores militares promovidos por esa institución, la virilidad y el machismo, podían generar actos violentos y brutales. Eran los años en que el joven escritor leía a Sartre y a Malraux.

Con su segunda novela, “La casa Verde”, lleva al máximo su aprendizaje de Faulkner en materia formal. Aquí la historia trascurre en dos escenarios, la ciudad costera de Piura y Santa María de Nieva, en la amazonía peruana. El título hace referencia a una solitaria casa de citas, en los médanos del extrarradio de Piura.

Con “Pantaleón y las visitadoras” y “La tía Julia y el escribidor” llega el humor a su obra: “me di cuenta de que hay algunas historias que no se pueden contar de manera seria sin ponerlas en peligro de muerte; para algún tipo de material, para algunos tipos de historias, el humor es una necesidad, la única forma en que se puede hacer que esos relatos sean convincentes”.

“La guerra del fin del mundo” fue su proyecto más ambicioso. Es la primera de sus novelas que no transcurre en el Perú ni en nuestra época. Narra el alzamiento de un grupo de fanáticos contra la naciente república del Brasil a finales del siglo XIX.

Con “La Historia de Mayta”, basada también en un hecho real, sobre un grupo de peruanos que intentaron iniciar una revolución en la región andina, quiso brindarnos una metáfora sobre la tarea el escritor, sobre la necesidad, para bien y para mal, de la ficción en nuestras vidas.

 

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