octubre 4, 2024
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Melitón Guevara Castillo

La reelección

octubre 2, 2024 | 55 vistas

Melitón Guevara Castillo

 

Los países, la mayoría, se organiza con un poder federal, un estatal y un local. Y siempre nos dicen que, quien detenta el poder local, es quien día a día tiene que lidiar con sus votantes, porque los encuentra en la calle. Por eso, su principal tarea, es solo una: servir y hacerlo con calidad. Porque, el votante, en algunas ocasiones es vengativo y se acuerda que su voto vale y se cuenta. Por eso, algunos políticos, tienen problemas para reelegirse.

Lo anterior viene a cuento por dos motivos. Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum sentenció que una de sus próximas iniciativas de reforma constitucional, es que ya no haya reelección, se entiende legisladores federales, pero, en consecuencia, ese tipo de reformas se aterrizan en los estados, para estar a tono. Y, además, recientemente acaban de iniciar los presidentes municipales de la entidad y, varios de ellos, se reeligieron.

 

CARISMA Y DINERO

A finales del siglo pasado había efervescencia por las candidaturas municipales. Recuerdo que en uno de los municipios del centro del estado había varios precandidatos (en Padilla hubo 14) y al conversar con algunos ciudadanos me dijeron: a fulanito de tal (no recuerdo el nombre) la gente lo quiere mucho. Ya hablamos con él, pero no quiere ser candidato, la cuestión es que no tiene dinero para la campaña: y me dicen que, el único que sí lo tiene, es quien seguramente será nominado. Así sucedió.

¿Por qué hago esta distinción? Por una razón muy sencilla: efectivamente las campañas, la política pues, requiere de dinero, no basta el carisma ni que la gente te quiera. Vale señalar que Andrés Manuel López Obrador, en los inicios de su lucha política, recibía un porcentaje de los legisladores de su partido; y nadie puede olvidar los sobres que recibió su hermano Pio, de parte de un gobernador del sur, se justificaron con que eran “apoyos para el movimiento”.

 

NO REELECCIÓN

La revolución mexicana trajo como consecuencia la no reelección, que fue uno de los principios básicos del PRI. Sin embargo, luego de diversas reformas constituciones, se permitió en diversas circunstancias. No obstante, la presidenta Sheinbaum, tiene en mente evitar el nepotismo: que los cargos legislativos, o por elección, se hereden a los familiares, y que además no se puedan reelegir. ¿Se lo aprobaran los legisladores de su propio partido? Recuerden, tienen mayoría calificada.

Es válido el argumento del nepotismo político. Creo que no hay necesidad de recordar como en Coahuila una familia se repartía los cargos de elección popular; igual sucede, o ha sucedido, en otros estados. Pero, ahí tienen el reciente de Veracruz, de los Yunes, donde uno es senador electo y el suplente es su papa. No se diga el caso de Zacatecas con los Monreal, que se reparten los distintos puestos de elección popular: presidencias municipales, diputaciones o senadurías.

 

EL COSTO DE LA REELECCIÓN

Buena parte de los políticos tiene el mismo problema: no ven la realidad, se creen sus publicaciones, sus boletines sonrientes, y están además convencidos de que la sociedad, los ciudadanos electores, tienen que agradecerles el trabajo que realizan. Agradecimiento que debe traducirse en votos, el día de la elección, en este caso, de la reelección. Es la situación que vivieron, con la reelección, en Victoria y en Nuevo Laredo: con diferencia mínima uno, cuestionada la otra

Siempre nos han dicho que un político, en sus propósitos de poder, al momento de asumir un cargo ya tiene planeado o pensado el siguiente paso. Efectivamente, en la época anterior a Morena los políticos priistas si eran presidentes municipales, pensaban en la diputación local o federal; luego, en la gubernatura o en la senaduría, o como paso lateral, un alto cargo en la administración pública, que sirviera como plataforma para el siguiente escalón. ¿Qué pensar, entonces, del presidente municipal que se reelige, como los casos mencionados o el de Armando Martínez en Altamira?

 

PERDER EL PISO

La cuestión es que, algunos políticos, no ven o no entienden la realidad, de cómo los ciudadanos les han retirado el apoyo. Y, pese a eso, se aferran a decisiones que son mal vistas, no solo por los ciudadanos, sino también por su propio partido: un presidente municipal que no tiene ascendencia sobre los regidores de su propio partido está perdido. Difícil, muy difícilmente, puede imponer sus decisiones, aunque sean las correctas, pero no validadas por el Cabildo Municipal.

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