“El paso del tiempo nos envejece, pero también nos da el día y la noche. Y cuando morimos, siempre hay alguien que ocupa nuestro lugar”: Paul Auster
Si existe un escritor que me ha acompañado a lo largo de mi vida, ese es Paul Auster. Sus libros han sido compañeros y amigos en diferentes etapas de mi vida lectora y ocupa la cabeza en mi trinidad de escritores norteamericanos contemporáneos favoritos, entre Thomas Pynchon y Chuck Palahniuk. Con Auster existe una conexión que no tengo con los otros dos, quizás por lo vulnerable de su prosa sencilla y elegante; un rasgo heredado de su época como poeta, sus enigmáticos juegos y las laberínticas tramas encadenadas por el azar de su narrativa, le han ganado un sitio preponderante en la literatura.
Paul Benjamin Auster nació el tres de febrero de 1947 en Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos. Hijo de Queenie Bogat y Samuel Auster; judíos de clase media de ascendencia polaca. Se crió en South Orange, Nueva Jersey y Newark. Tras graduarse en la Universidad de Columbia en 1970, Paul Auster trabajó en un barco petrolero durante un año, después se trasladó a París, Francia, donde se ganó la vida traduciendo literatura francesa.
Tras su regreso a los Estados Unidos en 1974, publicó ensayos y novelas propios, así como traducciones de autores franceses como Stéphane Mallarmé. En 1982 escribe su primera novela La invención de la soledad, una obra autobiográfica dividida en dos partes: Retrato de un hombre invisible y El libro de la memoria.
En el año 1987 aparece su emblemático libro de cuentos La trilogía de Nueva York; que incluye Ciudad de cristal (1985), que trata de un escritor de novela negra, Fantasmas (1986) sobre un detective privado, y La habitación cerrada (1986) historia de un autor; el cual le proporcionó éxito en ventas y excelentes críticas.
Y a partir de allí no paró, teniendo una fructífera carrera como escritor, guionista y cineasta, con libros traducidos a más de 40 idiomas y premios internacionales como el Príncipe de Asturias de las Letras, que le fue entregado en 2006. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas, también la tragedia ha rondado de cerca al escritor, quien el año pasado perdió a su hijo mayor y su nieta por culpa de las drogas.
Daniel Auster, hijo de la también escritora Lydia Davis, anterior esposa de Auster, tenía 44 años cuando fue encontrado inconsciente en una plataforma del metro en Brooklyn el 20 de abril de 2022. Agentes de policía le practicaron reanimación cardiopulmonar y fue trasladado al hospital de Brooklyn en condición estable, pero murió seis días después. Las autoridades de la ciudad de Nueva York confirmaron que la muerte se debió a consecuencia de una sobredosis “accidental” de heroína.
Daniel Auster estaba en libertad bajo fianza. Enfrentaba cargos penales por homicidio involuntario y homicidio por negligencia de su hija Ruby de 10 meses de edad. Según la denuncia penal, citada por medios estadounidenses, Daniel le dijo a la policía que se inyectó heroína y se acostó a dormir junto a su hija. Cuando despertó, la niña no respondía, la autopsia de la menor dio a conocer que tenía en el cuerpo grandes cantidades de heroína y fentanilo,que fueron los causantes de su muerte.
La muerte de su nieta e hijo fue un episodio que caló hondo al escritor de la Trilogía de Nueva York, que dejó de aparecer en público y evitó a la prensa sumido en un ostracismo, hasta hace unas semanas que su actual esposa dio a conocer la noticia de la lucha que tiene el escritor contra el cáncer.
La escritora Siri Hustvedt informó que Auster se encuentra desde marzo en tratamiento contra el cáncer que se le diagnosticó en diciembre de 2022. En un conmovedor post que subió a Instagram con una foto de ellos jóvenes. En él narró cómo afrontan esa enfermedad «Todavía no hemos llegado a la señal que marca el límite del país: está saliendo de ‘Cancerlandia’», como define su esposa a este territorio en el que viven los enfermos de cáncer. Es, dice, un país más «grande de lo que había imaginado».
Comentó la poeta y ensayista que el autor «ha sobrellevado una serie de síntomas miserables tanto del cáncer como del tratamiento con una dignidad que me asombra. Él ha dicho que mientras avanza en esta prueba, ha pasado cada vez más tiempo ‘mirando hacia el abismo’ y me ha dicho que no tiene miedo a morir».
En el marco de la tragedia familiar y la enfermedad el escritor a sus 76 años ha presentado el libro Baumgartner que le sirve de catarsis ante el dolor. El protagonista que le da nombre a la novela es un autor estadounidense septuagenario (alter ego austeriano) que realiza una serie de remembranzas sobre su vida, que incluye su matrimonio con una poeta de su país (en alusión clara a su esposa, la escritora Siri Hustvedt).
La novela tiene apenas 200 páginas y cualquiera puede pensar que está escrita con la urgencia de alguien que se sabe desahuciado. Lo cierto es que el libro es una meditación calmada sobre la vejez, la pérdida y la memoria, que tiene más de ejercicio literario que de apresurada despedida.
Tengo esperanzas que Auster se reponga de este trance tan lamentable y nos siga deleitando con su prosa. El escritor ha sido un candidato constante al Nobel de literatura, y que la academia lo ha ignorado hasta el momento, cosa que no inquieta al hombre que una vez escribió: “El mundo ha ido de tragedia en tragedia, de horror en horror, pero los seres humanos seguimos existiendo, enamorándonos y hallando alegría en la vida”.