Uno de los platillos más solicitado en lonches, fondas y restaurantes es la preparación de las exquisitas flores de pita, mejor conocidas como chochas.
Es que justamente nos encontramos inmersos en la temporada que nos permite poder encontrar entre los agostaderos, montes y matorrales la flor del invierno, que en la región del noreste mexicano adorna las partes altas de las pitas y más adelante la coronación de la palma de samandoque en el árido altiplano tamaulipeco.
Ahora mismo es muy común encontrar a personas que en la caja de su camioneta, atadas a motocicletas o en diferentes puestos como fruterías, tiendas y mercados, que comercializan las tan añoradas chochas.
Es que para que las pitas florezcan, primero debe haber pasado una buena cantidad de años de manera silvestre entre el monte, soportando calores y fríos extremos; una vez iniciada su producción, esta lo hará cada año, dependiendo de la cantidad de lluvia que durante el ciclo haya captado.
Esta flor silvestre comestible, tan común, pero exótica a la vez, se ha convertido en parte de la gastronomía regional, incluso ya forma parte de los platillos que nos dan identidad.
Las chochas han sido objeto de estudios científicos, son parte de la cocina en el rancho, forma parte también de cocinas gourmet en exclusivos restaurantes y hasta se ha convertido en inspiración para escritores, periodistas y músicos huapangueros.
Para poder obtener una chocha en esta temporada, la cual por lo general está vigente entre diciembre y marzo, hay dos sencillas maneras:
La primera es acudir a la zona del Mercado, buscar un puesto donde las vea colgar y por 50 o 100 pesos podrá llevarse una a su casa.
La segunda es ir a buscarla al monte, lo fácil será verlas desde la carretera o camino, lo difícil será ingresar hasta donde está, ya que seguramente el predio donde la encuentre tiene dueño, y éste tiene un año esperando este delicioso oro blanco.
Para cortar una chocha se requiere habilidad, por lo general la encontraremos por encima de los tres metros de altura, lo sencillo sería acercar una escalera y con la ayuda de un machete poder cortarla, pero por lo general, quienes dominan el tema, saben que se requiere cortar una vara larga, de preferencia de tenaza por lo ligero de ellas, ya que inmersos en el matorral seguramente seguiremos buscando más chochas.
Hay quienes, desde su caballo, corren con la suerte de lazarlas con la reata y del tirón no se les cae por fortuna la plata completa.
Incluso, hemos visto cortadores tan experimentados que a un tubo de pvc de altura considerable, le adaptan un lazo de alambre, lo que facilita el corte y cuida la flor de dañarse en la caída.
La manera de degustar este producto no varía mucho, luego de desprender los capullos o pétalos de la flor, para proceder a picarlos, hay quienes dicen que prepararlas solo con aceite, ajo y chile piquín es la mejor de ellas, pero también hay quienes les agregan huevo revuelto en presentaciones como gordita, taco o platillo.
Ahora sí, que como decimos acá en el rancho, ¿Y a Usted cómo le gustan las chochas?
Hasta la próxima.