noviembre 21, 2024
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Alicia Caballero Galindo

Las dos caras de la historia

septiembre 26, 2024 | 163 vistas

La historia de una nación, registrada en los libros “oficiales”, es claro que está escrita por los triunfadores de las contiendas bélicas y políticas. En el caso de México, se habla muy a la ligera sobre la iniciación y consumación de la Independencia. Es claro que el 16 de septiembre, adelantándose a su tiempo, estalla el movimiento independentista, programado para los primeros días de octubre, al ser descubierta la conspiración por los españoles. Fueron los criollos quienes, aprovechando la debilidad de la corona española, por sus conflictos con Francia, que decidieron emanciparse de la corona. Requerían un ejército para lograr su propósito y la única manera, era venderles la idea a las clases oprimidas, que debían luchar por su liberad. Para comenzar, Hidalgo, fue empujado por sus compañeros para llamar al pueblo, por ser quien tenía más ascendiente, dada su condición de cura respetado y querido por sus obras filantrópicas con los indígenas. Del pueblo de Dolores, salieron 300 almas; a la Alhóndiga de Granaditas, llegaron tres mil, los libros de historia de Alfonso Toro, detallan muy bien los acontecimientos.

Después del triunfo arrasador de la toma de Guanajuato, los militares de carrera del movimiento, Ignacio Allende, Juan Aldama, sugerían lanzarse a la capital, considerando la cantidad de voluntarios que se sumarían, si Hidalgo hubiera atendido a estas voces experimentadas, la historia, sería distinta, sin embargo, la decisión de variar el rumbo del contingente, marcó los derroteros históricos que conocemos. Cuando hablamos de Independencia de México, es necesario reconocer el importante papel del cura José María Morelos y Pavón, quien escribió su proyecto de constitución en base a un documento expedido por Ignacio López Rayón, quien fuera custodio del movimiento entre la muerte de Hidalgo y la toma de riendas de Morelos. Ambos documentos reconocen obligatoria la religión católica y reconocimiento a la corona española, aunque ambos coinciden en abolir la esclavitud y la división de poderes.

Por otra parte, la lucha se politizó y se extendió por mucho tiempo, en toda la nación.

Después de once años de lucha, quedaron dos bastiones que, en igualdad de fuerzas combatían; Vicente Guerrero por parte de los insurgentes y Agustín de Iturbide, general realista.

Ante las fuerzas insurgentes, que no podían ser vencidas, Agustín de Iturbide, maquina un plan; pactar con el hasta ese momento enemigo, para lograr la paz para el país, pero detrás de ese deseo, estaban sus secretas intenciones de convertirse en emperador y mantener la hegemonía de los conservadores.

El diez de febrero de 1821, en Acatempan –entonces población perteneciente Estado de México (Edo. Mex), el General Vicente Guerrero recibe a Juan Figueroa comisionado por Iturbide para ultimar detalles del cese de hostilidades entre realistas e insurgentes. Algunos historiadores señalan que fue sellado con “un abrazo”, entre Guerrero e Iturbide. El Plan de Iguala o Plan de Independencia de la América Septentrional fue un documento político proclamado por Agustín de Iturbide el 24 de febrero de 1821 en la ciudad de Iguala; en el cual se declaraba a la Nueva España como país soberano e independiente.

Se decide fundar el Ejercito Trigarante, con una nueva Enseña Paria conteniendo tres franjas; banca, verde y roja con una estrella dorada al centro de cada color y poner fin a la Guerra de Independencia. El color blanco indica religión el verde, independencia y el rojo, unión.

El Ejército Trigarante con nueva bandera y encabezado por Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide, entró triunfante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, dando así por consumada la lucha bélica, firmando al día siguiente el Acta de Independencia.

A partir de ese momento, inicia la verdadera lucha por la libertad de la nación, en los planes de Iturbide, está el secreto deseo de convertirse en Emperador de México y en los de Vicente Guerrero, emprender una lucha titánica por la libertad de un pueblo oprimido, vapuleado y cansado de tanto derramamiento de sangre, violencia, traiciones e intereses ajenos al bienestar de las mayorías.

La lucha por forjar una patria mejor, es el deseo todos los idealistas. Los tiempos han cambiado, las formas de luchar por un México mejor, han variado, se tornan los fusiles y cañones, por libros, arados, trabajo honrado, escuelas universidades, solidaridad humana y un deseo limpio de crecer.  Quien marcha por el camino del bien y busca el perfeccionamiento, individual y colectivo con alta autoestima, contribuye a forjar un futuro de progreso.

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