El tiempo ya nos alcanzó. Hace algunos años nadie imaginaba que llegaría el momento en que una mujer llegara a ser Presidenta de la República, hubo otros tantos incrédulos que aún en el proceso electoral reciente se mostraban en contra de que las principales candidatas fueran mujeres. Efectivamente, el día llegó e independientemente del contexto que enmarca el momento que vivimos en nuestro país, México, hoy tiene a su primera Presidenta.
La Dra. Claudia Sheibaum Pardo, científica de formación académica, hoy representa dos cosas con su arribo: primero, cumplir el mayor anhelo de las mujeres, al acceder al máximo poder y a la toma de decisiones, y segundo, la esperanza que brinda la renovación de un gobierno, cuyo desgaste va mermando diariamente.
Para el caso del segundo, en el campo productivo de la entidad, era urgente la renovación de una dependencia que marginó la agricultura y la ganadería tamaulipeca, al grado de desconocer acuerdos y anuncios proclamados por los principales Jefes.
Aunque en el discurso pronunciado por la Presidenta de manera firme anunció que los programas del bienestar tendrían continuidad en su gobierno, los productores de Tamaulipas buscan la manera de que, a través de los adecuados interlocutores, se implementen acciones o programas acorde a los niveles de producción que se manejan en el norte, particularmente con esquemas de financiamiento y comercialización que apoyen nuestra actividad.
Es evidente que el discurso humanista de este gobierno federal es la columna vertebral e ideológica de la llamada cuarta transformación, y busca que su papel esté basado en el desarrollo social y político de la comunidad, dejando de lado el crecimiento económico, lo que, sin duda, preocupa a quienes se dedican, por ejemplo, a la agricultura comercial.
La búsqueda del bienestar compartido tiene su visión clara, al implementarse programas en comunidades y ejidos, de manera que los recursos sean distribuidos de forma justa y equitativa, mas no sucede con los grandes productores, los que viven de su actividad y además generan empleo para otros compañeros.
Por supuesto que esto no es oposición al régimen, al contrario, es la oportunidad de tender un puente de comunicación, donde las necesidades, las cuales son completamente diferentes al centro y sur del país, sean tomadas en cuenta para que, en el próximo presupuesto de egresos se implementen políticas públicas que vayan acordes a la grandeza del campo tamaulipeco.
El humanismo mexicano está fundado en los principios de libertad e igualdad, en el respeto a los derechos humanos y por supuesto en la unidad de una nación que recientemente fue dividida. Con la calidez e inteligencia que distingue a las mujeres, estamos seguros que esta cerca imaginaria desaparecerá, el afecto que nos caracteriza a los mexicanos entre sí habrá de volver a impregnar por los ejidos y comunidades; seremos convocados a la unidad y reconciliación nacional, y no habrá duda de que al gobierno las mujeres llegaron ya.
Hasta la próxima.