Cada año es lo mismo: la prueba PISA nos muestra como un país de reprobados; y, una y otra vez, se comenta, se reflexiona y se acusa al gobierno de negligente en cuestión educativa. Así que hoy, nuevamente, sucede lo mismo: reprobados y con retraso de varios años. La SEP hace notar que eso es consecuencia de la pandemia covid-19 y que, además, no se toma en cuenta las condiciones en que se impartió clase. Creo que ambos tienen razón, pero también es una realidad que vamos hacia atrás.
Creo que todos, sí, todos: hombres y mujeres, sobre todo los adultos, nos damos cuenta de cómo va el proceso educativo: hacemos un comparativo de cómo nos fue a nosotros en la escuela y comparamos, observando pues, lo que sucede con los nuevos alumnos. Hay, por ejemplo, un cambio notable en el método: más de una vez he visto en las redes sociales como unos presumen como, con la chancla, la mamá los indujo a tener buenas calificaciones y cumplir. Hoy, eso no es posible, por los derechos humanos.
PREMIOS EN MATEMÁTICAS Y EN ROBÓTICA
Matemáticas, lectura y ciencias son las áreas en que, los mexicanos, estamos reprobado según la prueba PISA. En este sentido, fiel a su costumbre, AMLO no le da la importancia debida, puesto que afirma, es parte del esquema neoliberal. Recuerden que AMLO propuso que el crecimiento y desarrollo del país no se midiera por el Producto Interno Bruto, por la brecha de ricos y pobres, y propone que la variable sea, el grado de felicidad. Sin embargo, Luis González Placencia como Srio. Gral. de Anuies, hace notar que llegaran a la universidad con rezago.
En fin, cada uno puede consignar puntos de vista diferente, porque unos ven el vaso medio lleno y otros, medio vacío. Incluso se puede recordar que, más de una vez, nos enteramos como un joven, o un niño (hombre o mujer) ganan premios en matemáticas, en física, en química, en robótica, que ganan oportunidades en la NASA, que incluso, lo hacen a nivel internacional y nos da mucho gusto. Eso nos hace pensar, invariablemente, que hay inteligencia, que hay responsabilidad y compromiso. Sin embargo, en la realidad, otro es el panorama.
DETALLES EDUCATIVOS
Me lastima, me da coraje, de pronto darme cuenta de una realidad insoslayable: en mi diario trajinar me voy encontrando a niños o jóvenes que no cuentan con las herramientas más elementales para la vida, que nos proporciona ir a la escuela: leer y escribir es lo más elemental, pero se tiene que pasar a otros factores, como son las cuestiones matemáticas, de pronto me doy cuenta en situaciones específicas de cómo hay niños, jóvenes y unos no tan jóvenes que no saben las operaciones básicas de sumar, restar, multiplicar o dividir.
Si usted, amable lector, es observador cuando haga una compra en un Oxxo se podrá dar cuenta como, más de un empleado, al momento de hacer el cobro y tiene que dar cambio, no vacila en usar la calculadora. No saben hacer una resta: das un billete de 100 o 200 pesos y, con la calculadora, sacan el dato de cuál es la feria que deben entregar. Un día, en un vivero compré césped en rollo. El joven empleado recibe la instrucción y se da a la tarea de subir rollos a la camioneta y me dice: ¿Cuántos van? ¿No los cuentas?, le dije y su respuesta me dejo frio: no sé contar, y me platica que era de un ejido, que se había venido a la ciudad a trabajar.
EL VALOR DE LEER Y ESCRIBIR
Hoy medio mundo debe saber leer y escribir. Sin embargo, se cuenta que en México en 1970 había un 25.8 por ciento de analfabetismo; y que para el 2020 disminuyo al 4.7. Pero la población, en ese periodo, también ha crecido, por eso en esa fecha se contabilizaban cuatro millones, 456 mil, 431 personas que no saben leer ni escribir. Y hay, también, unos que son analfabetas funcionales, que aprendieron a leer y escribir, pero que al no practicarlos se olvidan.
Hace tiempo converse con un funcionario público. Más de 20 años trabajando en gobierno, en puestos de importancia, y me dice: no sé lo que pasa, pero no he sido capaz de encontrar a un asistente que, de manera seria y responsable, me ayude en la oficina. Siempre tengo que andar revisando los oficios o documentos que voy a firmar… siempre encuentro errores ortográficos. Y como él, hay más de uno, creo que muchos nos hemos topado con esa cuestión. Y claro, se pierde tiempo, pero siempre es más la vergüenza de pronto darnos cuenta que se firmó un documento, como bien dicen, con “horrores” ortográficos.
En fin, con prueba o sin prueba PISA, hay una realidad, que vemos, constatamos y vivimos día a día.