Se llegó la hora de la verdad. A partir de hoy inicia un periodo de tres días para que usted y yo reflexionemos el voto. Para que decidamos a quien le vamos a entregar nuestro sufragio el próximo dos de junio.
Desde ayer se acabaron las campañas y por lo tanto los candidatos, candidatas y todos los actores políticos, deberán guardar silencio para permitir que el elector razone su decisión.
Es pues el momento idóneo para que cada uno de nosotros asumamos con responsabilidad, desde ahora, ese derecho y obligación de acudir a las urnas.
Lo invito a que se tome en serio esta gran oportunidad de decidir por el futuro de nuestro país.
Olvídese de lo que le prometieron los candidatos en campaña. La gran mayoría de las cosas que le ofrecieron no se las cumplirán. Lo que le hayan dicho fue solamente para ganarse su simpatía e ilusionarlo para que el dos de junio vote por ellos.
Tampoco les haga mucho caso a las encuestas. No se deje manipular por los sondeos que aseguran que la elección es de mero trámite. La verdadera encuesta será la que se de en las urnas.
Mejor analice a conciencia, sin dejarse influenciar por nada ni por nadie, la situación que enfrenta el país, su estado y su municipio. Pregúntese como le ha ido en su entorno personal durante los últimos años.
¿Está conforme con la seguridad pública? ¿Le satisface el servicio de salud pública? ¿Los servicios básicos son buenos? ¿La educación que reciben sus hijos es medianamente de calidad?
Hágase esas y otras muchas preguntas más, y en base a lo que usted mismo responda, decida por quien va a votar para cada uno de los cargos de elección popular que estarán en disputa.
Es importante que haga su reflexión para que el domingo próximo, cuando este frente a la urna, ya tenga lista su decisión de por cual partido y candidato va a cruzar la boleta.
Créame, el resultado de esta elección será determinante para el futuro de nuestro país. Por eso, entre más seamos los que salgamos a votar, será más probable que tomemos la mejor decisión.
En razón de ello lo quiero exhortar, no solo a que acuda a las urnas el domingo, sino a que convenza a todas las personas de su entorno a que hagan lo mismo.
Identifique a quienes en su entorno nunca votan y convénzalos de que lo hagan. No les diga por quien votar, simplemente llévelos a la urna y que ahí decidan.
Ah, y otra cosa, es muy probable que le vayan a ofrecer pagarle por su voto. Si eso ocurre, tome lo que le ofrezca y dígales que sí, pero cuando esté frente a la boleta electoral olvídese y decida en libertad.
EL RESTO.
Va de nuevo: las encuestadoras del país se jugarán su prestigio y su existencia durante este dos de junio.
Como lo hemos señalado aquí, no puede ser posible que algunas den una ventaja de 20 y hasta 30 puntos entre el primer y segundo lugar en la contienda por la Presidencia de la República, y otras pronostiquen un empate técnico.
El domingo próximo se sabrá quienes atinaron y quienes la “cajetearon”.
Pero, más allá de eso, ojalá que una vez superada la elección, los partidos políticos y las autoridades electorales impulsen una reforma electoral que reglamente enérgicamente ese tema de las encuestas.
Debe ser una prioridad porque está claro que muchas casas encuestadoras se dedican solamente a realizar mediciones a modo, sobre pedido, y no como un ejercicio genuino, honesto y transparente.
Es tiempo de meter orden en ese ámbito.
ASI ANDAN LAS COSAS.