diciembre 4, 2024
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Martín Aguilar Cantú

Lo que Charlie Brown nos enseñó sobre la Navidad

diciembre 15, 2023 | 357 vistas

Tradicionalmente, las fechas que rodean a la celebración de la Navidad están impregnadas de sonrisas, regalos, abrazos, buenos deseos y toda una parafernalia necesariamente asociada con la felicidad y la alegría de vivir estas fiestas. Es, probablemente en la infancia, cuando se nos refuerza que este espíritu de gozo debe prevalecer por encima de cualquier otra cosa. Paz y buena voluntad son palabras muy usadas en esta época del año. A su vez, las televisoras, antes, y las plataformas de streaming y redes sociales, hoy, nos sugieren películas, conciertos y especiales de Navidad que, año tras año, nos acostumbramos a ver. No importa cuántas veces hayamos visto, por ejemplo, la saga de Mi Pobre Angelito, reaparece por todas partes en cuanto empiezan a sonar los primeros villancicos.

El 9 de diciembre 1965, la cadena televisiva estadounidense CBS decidió recordar estas fechas con un especial,  La Navidad de Charlie Brown. Basado en la tira de prensa Peanuts (mejor conocida en español como Charlie Brown o Snoopy) y escrita por Charles M. Schulz, la edición animada final de dicho especial, dirigida por Bill Melendez, no era lo que los ejecutivos de la televisora esperaban; cuestionaban, entre otras cosas, las melodías jazzeadas, la ausencia de risas grabadas (muy comunes en la época) y la inclusión de un pasaje bíblico.

Debo confesar que el especial completo lo vi por primera vez en 2017, durante una estancia en Ottawa, Canadá, junto a mi querida prima Diana, quien insistía en que debía verlo en nuestros acostumbrados y entrañables festivales de cine en casa, que tanto aportaron a mi escaso conocimiento del cine clásico de Hollywood. Las condiciones climáticas imperantes allá vuelven a cualquiera sujeto de una melancolía que puede derivar en depresión estacional. Fue mi caso, pero no tuvo nada que ver con el revelador especial que me condujo a serias y trascendentales preguntas sobre la felicidad y nuestro papel en ella y lo sobrevalorada que está la dicha en nuestra sociedad el día de hoy.

Más allá de las objeciones por parte de los ejecutivos que, a mi parecer, se convierten en los grandes aciertos de este famoso especial, que alcanzó audiencias de hasta 15.4 millones de televidentes el día de su estreno, ofrece una realidad diferente y una forma distinta también de percibir estas fechas: Charlie Brown está deprimido porque no encuentra el verdadero significado de la Navidad y recurre a sus amigos, quienes se muestran más interesados en lo que de material y consumista tiene esta fecha, más que en las preocupaciones y cuestionamientos que puede llegar a hacerse Charlie Brown. Y pregunto a usted, estimado lector, ¿no es acaso posible para algunos de nosotros perder el rumbo emocional en esta resbaladilla de optimismo, y sentir, más que felicidad, añoranza; más que gozo, melancolía; más que entusiasmo, confusión ante las preguntas que difícilmente encuentran respuesta en este agitado mundo?

Apenas ver las noticias de medios tanto nacionales como internacionales revelan un mundo que cada vez se acerca más al caos: el genocidio de la población civil palestina pese a las presiones internaciones y cuestionamientos de las principales organizaciones humanitarias; la guerra que no cesa en Ucrania; las poblaciones migrantes que siguen caminos de verdadero calvario en su búsqueda de una mejor y más digna calidad de vida; los compromisos ambientales incumplidos de la Agenda 2030 que preocupan porque ponen en riesgo la vida, como la conocemos hoy, en este planeta, ante la inacción de los dirigentes de las principales naciones del mundo, al menos las más poderosas.

No justifico el desánimo pero encuentro en la simplicidad de este especial de Navidad que nos regala Charlie Brown atisbos de esperanza y solidaridad; lo que Charlie creía perdido, es rescatado cuando sus amigos se unen a él luego de repensar el significado de nuestra celebración. Incluso me atrevería a asegurar que cualquiera, sin importar su denominación religiosa, encontrará en esta tierna historia un poco de comprensión, de empatía, de solidaridad, condiciones sin las cuales nuestro mundo difícilmente reorientará su rumbo.

 

 

 

 

 

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