La oposición en México —y particularmente en Tamaulipas— parece haberse resignado a jugar el papel de comparsa en lugar de cumplir con su responsabilidad democrática.
Está más interesada en los reflectores fáciles, en el escándalo momentáneo, en la ocurrencia antes que en la estrategia. No hay argumentos sólidos, no hay visión ni proyecto. Solo hay gritos.
Vivimos un momento donde se necesita una oposición que cuestione con inteligencia, que fiscalice con fundamentos, que debata con altura.
Pero lo que vemos es un bloque sin ideas claras, sin liderazgo, sin narrativa.
Una oposición que se diluye entre el rencor y la improvisación. No hay brújula. No hay rumbo.
En Tamaulipas, lo que antes fue una maquinaria de poder ahora es una sombra errática. Sus figuras públicas siguen ancladas en el pasado, reviviendo discursos caducos, reciclando acusaciones sin pruebas, pateando puertas que ya no llevan a ningún lado.
Las pocas voces que intentan construir algo distinto son silenciadas por la inercia del oportunismo.
Prefieren la queja fácil que la propuesta difícil. Así no se construye una oposición. Así no se construye un país ni una entidad.
Y no, esto no significa que el oficialismo esté exento de errores o que no deba ser criticado. Todo lo contrario.
Justamente por eso se necesita una oposición sólida, crítica y preparada. Una oposición que incomode con razones, no con berrinches.
Que señale con evidencia, no con ocurrencias. Que proponga una alternativa real, no con una nostalgia disfrazada de proyecto.
Al país —y al estado— le urge una oposición fuerte. Le urge por salud democrática.
Porque una democracia sin contrapesos es una democracia coja. Porque sin alguien que cuestione de verdad, el poder se acomoda, se confía, se corrompe.
Hoy no hay oposición. Hay una colección de voces aisladas, una serie de egos sueltos que pelean por los restos del poder perdido. No hay estrategia. No hay discurso. Y lo peor: no hay propósito.
Mientras eso no cambie, seguirán siendo solo eso: una oposición que no opone nada. Es una oposición chata… muy chata.
EN CINCO PALABRAS No hay a quien irle.
PUNTO FINAL: “No es lo mismo estar en contra que saber por qué”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata