Llegamos al Punto por Punto en su versión de fin de semana. El de los relatos y anécdotas.
En el terreno político nacional, fue la semana de los destapes de candidatos presidenciales. Disfrazados, claro está, de encuestas, de defensores y de coordinadores.
Pero me trajo buenos recuerdos.
Me acordé de cuando me contrataron como grabador de audio para la campaña presidencial de 1994.
Fue a finales noviembre de 1993.
Ya tenía unos meses de haberme regresado a vivir a la Ciudad de México, y una campaña presidencial estaba entre mis sueños profesionales.
Desde luego que aproveché las relaciones y amistades que tenía mi padre en esos terrenos.
A algunas de las personas del área ya las conocía. Unos los conocí de niño. A otros más en la chamba que ya ejercía, en ese tiempo como camarógrafo.
Pero ya estando en la Capital del país me daba mis vueltas, primero a Los Pinos y luego al CEN del PRI. Y ahí me pasaba muchas horas.
Buscaba un lugar.
No me pelaban mucho, permanecía sentado en una silla y trataba de ser útil de alguna manera.
Así que lo mismo me ofrecía a irles a comprar cigarros que hacer cables o ir de “estorbante” a algún evento.
En Los Pinos me mandaron al PRI con Armando Zaragoza y Alejandro Chávez, que eran los coordinadores de estenógrafos y grabadores, respectivamente.
Y para allá me fui.
Las oficinas estaban en el subsótano del edificio dos del complejo tricolor, allá en Insurgente norte, colonia Buenavista.
Insisto: no me tomaban mucho en cuenta, pero iba aprendiendo mucho.
Un domingo, para ser exactos 28 de noviembre, llegué a las oficinas del PRI cerca del medio día. Había mucho movimiento.
Me senté en la oficina de grabación. Chávez, Jorge López y Arturo González Coronel eran los grabadores ya establecidos del CEN.
Por la tarde, Chávez sin más, me dijo: “agarra esa grabadora “, se refería a una UHER 4000 L de carrete abierto: “quédate aquí, te vamos a mandar audio (por teléfono) para que se los pases a los estenógrafos”.
Me apliqué y me instalé.
“No te muevas de aquí por nada del mundo”, me dijo Chávez.
Instalamos tres grabadoras portátiles para pasar a su vez el sonido a los estenógrafos y estos fueran haciendo las versiones estenográficas del evento.
Aún no sabía de qué se trataba.
Pasaron varias horas. Aún no empezaba el evento, pero ya se percibía mucho movimiento.
Alejandro me dijo que mejor me fuera al Auditorio y acercara el micrófono a las entrevistas de los políticos, cuando juntara cinco regresara a pasarle los audios a los estenógrafos que eran Armando Zaragoza, José Luis Ávalos, Gerardo Chihuaquer y Víctor Juárez.
Así lo hice.
Había mucha gente… muchos políticos.
El primero que saqué fue a Enrique Yackson, entonces líder del Senado. Luego Fernando Ortiz Arana, dirigente nacional del PRI. Luego Pedro Aspe, titular de la SHCP; el diputado Hugo Olivares Ventura; Gustavo Carvajal Moreno y Manuel Bartlett, gobernador de Puebla, entre otros.
Al poco rato me pidieron que dejara los audios y las entrevistas; que preparara mi equipo y me pusiera de acuerdo con la gente de logística.
“Te vas de avanzada a una gira; tienes una hora para ir por ropa para dos días y regresar”, me dijeron.
Le pedí a un primo que me prepara la maleta y me la llevara. Así fue. Con eso gané tiempo, si no, no hubiera llegado.
Nos subimos a una camioneta y nos llevaron al aeropuerto, concretamente al Hangar de la Sedena y nos treparon a un avión militar.
Ya en el vuelo… sí, en pleno vuelo, nos dijeron que habían “destapado” a Luis Donaldo Colosio como candidato y que al otro día, es decir, el lunes, tendría un evento en su natal Magdalena de Kino
El viaje fue largo. Casi tres horas. Aterrizamos en Hermosillo y de ahí un helicóptero también del ejército nos llevó a Magdalena de Kino, Sonora.
Nos dieron de comer sandwiches y cocas en botella de vidrio que un militar destapaba con la boca.
Al otro día me tocó estar en la sala de prensa recibiendo el audio de los eventos para pasarlo a los estenógrafos.
Y esa fue la primera gira que me tocó cubrir en aquellas ligas.
EN CINCO PALABRAS.- Luego fueron diez giras más.
PUNTO FINAL.- “Los recuerdos son eso que sentimos cuando queremos sentirnos”: Cirilo Stofenmacher.
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