El programa especial de energía para el campo, relacionado con la energía eléctrica de uso agrícola, tiene como finalidad que las personas físicas y morales que realicen actividades agrícolas, es decir, agricultores o empresas rurales de agricultores y que utilicen energía eléctrica en el bombeo y rebombeo de agua para su riego, sean beneficiarios de la cuota energética aplicada a las tarifas de estímulo, para que de esta manera sean incentivados los procesos primarios de producción de sus actividades agrícolas.
Este programa público está diseñado e implementado desde hace ya varios años y gobiernos, para que cualquier productor que se dedique a las actividades agrícolas y que utilice energía eléctrica en el bombeo y rebombeo de agua sea beneficiado y que, como ya lo comenté, por supuesto que sea para el uso del riego agrícola, y los cuales se encuentren al corriente en sus obligaciones con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Es decir, no tener ningún tipo de adeudos, contar con las instalaciones adecuadas y, por supuesto, la concesión que les permite el derecho a esta agua.
Con la llamada Cuota Energética (KWh) que otorga la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural federal, los costos por concepto de energía eléctrica deberán tener en promedio, una disminución de hasta el 90 por ciento en el pago del recibo de energía eléctrica.
En la región centro de Tamaulipas, este silencioso beneficio a llegado principalmente a los citricultores, quienes con el uso eficiente del agua que extraen del subsuelo, ríos o canales de riego hacen de esta zona un potencial económico en la producción de naranja, limón italiano, mandarina y toronja.
En los últimos meses, un grupo de productores, por alguna razón u otra, han sido dados de baja del padrón de beneficiarios de este programa, que pese a las “transformaciones” de las políticas públicas destinadas al campo, ha subsistido en apoyo de estos productores.
Lo extraño de las bajas o cancelaciones del beneficio es, sin duda, la falta de información, la cual se ha convertido en una falta de respeto a la inteligencia de quienes, como muchos otros, trabajan diariamente en sus huertas.
En las oficinas de los Cader’s no hay quién otorgue una solución, vamos, ni en los Distritos de Desarrollo Rural y mucho menos en la representación estatal de la Sader; los funcionarios que tras los escritorios atienden a campesinos, haciéndonos el favor de escucharnos, solo se limitan a decir que “así viene de arriba” y que nada pueden hacer, confundiendo y negando toda posible solución a los interesados, quienes cada recibo de energía eléctrica, han tenido que pagar la tarifa sin este subsidio.
A cuarenta y cinco días del inicio del gobierno de la presidenta Claudia Sheimbaum, seguramente nadie le ha informado que esto está pasando en Tamaulipas. Tal vez, a quienes les corresponde están más preocupados por la designación del nuevo titular de la Sader en el estado, que apoyar a los productores.
Hasta la próxima.