octubre 31, 2024
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Libertad García Cabriales

Marte en Chapingo: sueño cumplido

julio 11, 2023 | 596 vistas

Libertad García Cabriales.

A la memoria de Marte R Gómez, por demostrar que se ha gobernado bien a Tamaulipas.

Llegamos a Chapingo justo unos minutos antes de empezar el homenaje. Todo el camino habíamos platicado del quehacer de Marte R Gómez como gobernante, diplomático, funcionario y generoso promotor del arte y los artistas. Su hijo Marte conversó amenamente en el trayecto de cómo su padre había logrado contribuir decisivamente para que Diego Rivera hiciera de nuevo en Bellas Artes, el mural destruido brutalmente en el Rockefeller Center de Nueva York por orden del magnate, quien no estaba de acuerdo en algunas imágenes de la impactante obra.

Antes de las diez de la mañana nos encaminamos por la Calzada de los Agrónomos Ilustres, un espacio maravilloso, limpio, con impecables jardines y añosos árboles monumentales. La Banda de la Universidad inició el homenaje al ingeniero en el marco del aniversario de su nacimiento con un redoble que me hizo un nudo en la garganta. Ahí, frente al monumento al ilustre agrarista tamaulipeco, las autoridades de la Universidad, la familia e invitados hicimos guardias evidentemente conmovidos ante la ejecución magistral del Toque de Silencio, una significativa melodía dedicada a los fallecidos héroes de la patria.

De regreso, entre las efigies de los ilustres, caminamos detrás de la Banda y sus acordes para dirigirnos al edificio principal de la Universidad. Una sobria edificación que alguna vez fue la Hacienda Chapingo, enorme latifundio propiedad de Manuel González Flores, otro tamaulipeco, pero no agrarista, sino más bien conocido por su gusto de hacerse con grandes extensiones de tierra y llegar a la Presidencia de la República de la mano de su compadre Porfirio Díaz. Una construcción que fue restaurada en ese tiempo por el reconocido arquitecto Rivas Mercado y después expropiada por el presidente Obregón para convertirse en la Escuela Nacional de Agricultura, a la que llegó Marte a los 13 años.

Mientras subíamos las escaleras del edificio principal llamado ahora Marte R Gómez, en honor del ingeniero, fuimos admirando las impresionantes pinturas, donde se aprecia la visión del homenajeado y no pude evitar pensar el contraste en las vidas de los dos tamaulipecos que ahí habitaron. Manuel González, como dueño y señor de hacienda y Marte R. Gómez, como director de la escuela, transformador y benefactor hasta su muerte. No en vano lo honran y respetan tanto en la emblemática escuela. Eso se siente y se respira en el aire chapinguero.

Enseguida entramos a la impactante Capilla Riveriana. Casi me quedo sin aliento ante la majestuosa obra artística, considerada entre las más importantes del mundo. Por cierto, palomeado ya en mi lista de lugares por conocer antes de partir. Y también estrechamente vinculada al multifacético ingeniero Gómez, pues fue él quien le pidió a Diego Rivera transformara la capilla de la hacienda en un lugar de culto a la tierra. Ahí le toco dar un mensaje a su hijo Marte Gómez Leal, quien visiblemente emocionado, agradeció el sentido homenaje destacando el patriotismo de su padre, su devoción por la Escuela de Agricultura y por Tamaulipas, su estado natal, a los que consagró sus mejores esfuerzos y el más grande amor.

Después nos trasladamos al Auditorio Emiliano Zapata para la presentación de mi libro: “El agrarismo de Marte R. Gómez. Pensamiento y acción”. Con la sangre palpitando en el pecho, como en el himno tamaulipeco, agradecí con el corazón a la memoria de Hilda Leal y la presencia de todos, especialmente de mi querida familia Gómez Leal: Esther, Marte, Hilda, Luz, Victoria, Susana, acompañados de sus amados hijos y nietos. Entre los invitados también Venustiano Carranza, Juan Manuel Urquizo, Gerardo Contreras, Javier y Enrique Jiménez Espriú, Luis Morett y muy significativa para mí la presencia de la doctora Patricia Osante y Carrera, mi amiga y excepcional historiadora de nuestra heroica Tamaulipas. En la mesa de presentación, un honor contar con profesionales de lujo comentando mi libro. Marte Gómez, Said Infante, Bernardino Mata, Patricia Muñoz y por supuesto la enorme alegría de contar con el Doctor Pedro Salmerón Sanginés, amigo, asesor y director de mi trabajo, además de uno de los mejores historiadores de México. A todos ellos, con humildad, mi eterno agradecimiento por sus palabras para mi quehacer histórico.

Y lo mejor de todo: la esencia ahí de Marte R. Gómez, su memoria y su ejemplo como referente político, técnico, líder, constructor y transformador del México posrevolucionario. Nunca terminaría de escribir de las obras y acciones del ilustre, multifacético y cultísimo gobernador tamaulipeco, quien definió a la política como el arte de lo posible. Seguiré estudiando y hablando de su excepcional ejemplo hasta que la vida me alcance, esperando que en Tamaulipas se valoren en su justa dimensión sus aportes. Por lo pronto agradezco el sueño cumplido en Chapingo en el año del Cincuentenario del fallecimiento del gran gobernante tamaulipeco. Y la visita al día siguiente en la Ciudad de México, para contemplar otra vez el extraordinario mural de Diego Rivera en Bellas Artes, que entre otros espectaculares murales de nuestro país, podemos apreciar gracias a la sensibilidad y capacidad de un grande de Tamaulipas: Marte R. Gómez.

¡Gracias a todos por tanto!

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