María José Zorrilla
Hace muchos años dos jóvenes hoteleros de Puerto Vallarta hartos de que a su personal no los atendieran como era debido, hicieron un estudio sobre el IMSS local, lograron reunir las cantidades de los aportantes más fuertes de la ciudad y luego lo compararon con el costo promedio de un hospital de primer nivel y el resultado no fue muy halagüeño. Se hizo tal ruido que tuvo que venir un delegado regional del IMSS desde Guanajuato, -desconozco porque fue así y no de Guadalajara- pero así estaba dividido en aquel entonces la administración del Seguro. Casi a puerta cerrada nos confesó ante los miembros de la Asociación de Hoteles que a veces los destinos que más aportan tienen que cubrir a pequeñas clínicas que no podrían subsistir con los pagos que realizan sus comunidades. No se le dio continuidad al asunto, los cobros están en asenso sin mejorar la atención ni renovar instalaciones. Lamentablemente uno de los jóvenes hoteleros murió al poco tiempo de ese estudio en un accidente de automóvil y el otro decidió irse a vivir a Estados Unidos. Han pasado muchos años y a menudo cada vez que me llegan las cuotas del IMSS de mi pequeño negocio, pienso qué habría pasado si se le hubiera dado seguimiento a ese caso. Han pasado más de dos décadas de ese acontecimiento y desgraciadamente el servicio del Seguro Social ha sido rebasado aún más desde la desaparición del Seguro Popular, pues ahora también tienen que atender a quienes han quedado al margen de los servicios de salud. Es común escuchar a la gente decir que después de cuatro horas de espera por atención médica deciden buscar otra opción acorde a sus posibilidades con Medisim, Farmacia del Ahorro o médico particular. Si el servicio antes no era lo más eficiente, cubría las necesidades básicas y hoy día está totalmente rebasado muy a pesar de las palabras que aún resuenan del ex presidente “que tenemos un sistema de salud mejor que en Dinamarca”. Una sobrina mía hace algunos años tuvo un percance con una bicicleta rentada en Copenhague y se abrió el mentón. Inmediatamente los servicios de seguridad tomaron cartas en el asunto, la llevaron al hospital más cercano, le hicieron cirugía plástica menor y no le cobraron absolutamente nada. En Dinamarca cualquier persona que tenga un accidente son parte de nuestra responsabilidad comentaron y la atención es totalmente gratuita. Pero en este país kafkiano, suceden las cosas más extraordinarias y se dicen las mentiras más increíbles. Ya no es sólo un sistema de salud de primer mundo, hablamos de otras infraestructuras insólitas. Hace días Xóchitl Bravo Espinosa diputada de Morena de la Ciudad de México aseveró ante el pleno que la gente exagera sobre el tráfico, y subrayó que no hay problemas de movilidad en la metrópoli pues hay más de 400 mil kilómetros de ciclovías a lo largo de las 16 alcaldías. Varios comentaristas empezaron a hacer memes y las redes se inundaron ante tal torpeza. Se dieron ejemplos sobre esa cantidad innominable ya que la circunferencia de la tierra es de 40 mil kilómetros aproximadamente y la distancia entre la tierra y la luna -que varía un poco según la época del año- es de 383 mil kilómetros, un poco menos kilómetros que las “ciclovías mexicanas envidia de la mismísima Holanda, y de la propia NASA. Lo que había anunciado Andrés Lajous al principio de la Administración de Claudia en 2018 era que se construirían una red de ciclovías aproximada de 600 kilómetros. En diciembre del año pasado Andrés Lajous celebró haber concluido 535.5 kilómetros, bastantes menos que los anunciados por la diputada quien tuvo un lapsus matemático con una equivocación de tres ceros que en un banco hubiera resultado en un desfalco y en una cuenta médica habría provocado un infarto. Esperemos en otros rubros manejen mejor las cifras y las declaraciones porque nada más falta que nos digan que tenemos mejores congresos y con gente más estudiada que en Singapur, el nivel de vida ha mejorado y que México está mejor que nunca. Así de pronto las mentiras llegan más allá de la luna y todavía nos sobra espacio para aseverar otra sarta de incongruencias.