José Inés Figueroa Vitela.-
Habrá a quien resulte pretencioso, llamar amigo a alguien a quien no
conoces desde la infancia, no te mueves en su círculo socioeconómico, ni
tienes una convivencia de confianza cotidiana, con su familia directa.
Especialmente entre periodistas, sus relaciones con funcionarios y
políticos, se entrecomillaban, hablando de amistad, reduciéndole a
relaciones temporales “de interés”, se dijo por mucho tiempo.
“A ver si cuando ya no tengas el medio te sigue tratando igual… a ver
si cuando ya no tenga el cargo lo sigues tratando igual”, se repetía.
Y en general, así era, en las vueltas que da la vida en el medio de la
comunicación y en la política, o e servicio público, por igual, con no pocos
botones de muestra que hicieron historia.
Bueno, en esta etapa de la transición digital, se valora más la
capacidad del comunicador, nunca más supeditado al espacio que le
concedan las grandes empresas periodísticas.
Y los personajes públicos, no requieren de un cargo para gozar del
reconocimiento popular.
Valga eso, en el replanteamiento de las relaciones entre los factores
de la comunicación, desde la fuente hasta el transmisor y el destinatario
mismo.
Más allá de esas generalidades, desde más antes, perfiles, como el
que caracteriza al exgobernador EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES, han
sido capaces de generar empatías por donde van pasando, hasta ganarse
aprecios que se vuelven relaciones de amistad.
No creo ser el único que considera a GEÑO amigo, sin ser de la
misma edad, haber coincidido en la escuela, compartir en encuentros
familiares, juntarnos en los cumpleaños o salir de paseo juntos.
Sí, durante su gobierno y desde antes, tuvo deferencias para mi
persona, que pudiendo ser institucionales, se encargó de hacerlas sentir
personales.
Mi aprecio, publicado está, trascendió hasta el reconocimiento a su
oficio como administrador público, hasta la condena por su persecución
política, desde siempre, sin tregua, disimulos ni recovecos.
De la descomunal obra que desarrolló y las consideraciones para
todas las personas con las que supe se relacionó, incluso, durante su
injusto cautiverio, hasta la inconsistencia de las acusaciones, sin perder de
vista el torvo perfil de sus persecutores.
Desde los empleados más humildes hasta los encumbrados
funcionarios y empresarios, ciudadanos en general, me han dado testimonio
de su bonhomía; los más, si no todos lo consideran su amigo.
Claro, el exgobernador tiene su círculo de amistades de origen, desde
antes de entrar a la cosa pública, a los que igual tendrá en sus
complacencias, aun aquellos que algún perjuicio le causen.
Ayer, en torno de su agenda pública, el gobernador AMÉRICO
VILLARREAL ANAYA, fue entrevistado sobre la liberación de EUGENIO, y
declaró su alegría por el hecho, que favorece a un victorense de bien, de
cuyo proceso dio seguimiento.
“Tuve la oportunidad de ser funcionario en su gobierno; nuestros
padres y sus abuelos se conocieron. Somos de Victoria y nos conocemos
de las generaciones que fundaron o estuvieron en un inicio aquí y las
familias se aprecian”, dijo el Ejecutivo.
Luego le preguntaron si ocuparía algún cargo administrativo o político
en el Estado y AMÉRICO respondió que eso deben preguntárselo a él; “él lo
decidirá; platicaremos en su momento”.
Dada la popularidad y aprecios de que goza, no han faltado quienes
han querido instalarlo en el tema electoral.
La foto que publicó con él el ex alcalde y viejo amigo -de esos que
todos tenemos alguno y yo dos-, ARTURO DIEZ-GUTIÉRREZ, dio hasta
para que una publicación quisiera endosárselo al MC, con el que este fue
candidato.
Nada más alejado de la realidad.
Lo que se sabe, es que EUGENIO no quiere saber de política y
gobierno.
Sus afanes están puestos en recuperar el tiempo perdido de
convivencia con su familia y finiquitar el proceso de extradición, hasta
reivindicar su imagen que verdaderos delincuentes, como el exgobernador
de triste memoria se empeñó en ensuciar.
El pueblo está con él y entre la masa, aquí sigue contando con una
humilde amistad.