noviembre 21, 2024
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Alicia Caballero Galindo

Mi sombra

septiembre 28, 2023 | 403 vistas

Alicia Caballero Galindo.-

La luz crepuscular, parecía empujarme por la calle solitaria mientras
mis pasos resonaban con eco. Caminaba hacia el oriente y el sol a mi
espada, a punto de ocultarse, producía sombras grotescas de todo y de
todos, ondulantes y extrañas. parecían fantasmas que se desdoblaban de
los pocos transeúntes que circulábamos por la calle. A veces la
problemática vital de cada uno, nos hace sentir así, como si fuéramos algo
irreal, extrañas criaturas que se difuminan, se retuerce, y a veces, parecen
burlarse e quien las observa, ese era mi caso en ese momento, quería huir
de mi propia sombra, pero ésta, se alargaba grotescamente frente a mis
ojos con movimientos voluptuosos, pero… ¡yo no me movía! Era algo
extraño, inexplicable. Me quedé hipnotizada por el efecto. Por momentos,
creí que mi sombra me llamaba y me atraía hacia ella, yo no sabía si
quedarme quieto, dar la media vuelta y huir o caminar hacia ella y hundirme,
en su oscuridad. Hubo un momento que abrió tanto la boca con intensión
de tragarme. El efecto, me desconcertó, y n o recuerdo bien lo que hice.
Hoy no sé si estoy adentro o afuera de mi sombra. Sigo caminando, pero no
alcanzo a distinguir si soy yo, o mi sombra …
Solo…
Solo llegué a la vida y la sensación de nacer debió ser como la de
morir. Fuera la zona de confort donde durante nueve meses, nada me faltó
y llegué a 8n mundo nuevo. Morir es sin lugar a dudas, un nuevo comienzo
para crecer, lo intuyo más que saberlo. El libre albedrío debe prevalecer
durante esta aventura para seguir el camino, pero habrá que esperar el
momento preciso para comprobarlo, por lo pronto, hay que vivir…. Cada
cambio duele, hay que enfrentarlo con valor para caminar con dignidad. La
inteligencia y los sentimientos son armas naturales y poderosas que deben
ser utilizadas para evolucionar y entender esa soledad que nos asiste.
Es determinante aprender a usar estos atributos, entre más rápido,
mejor. Nadie vivirá o morirá por mí; eso me queda claro, por desgracia,
tarde nos damos cuenta de esta realidad. La vida es un río de luz y
sombras, necesito aprender a ver en la oscuridad y no permitir que me
deslumbre la luz brillante. Nadie dijo que fuera sencillo vivirla y debo
beberme sorbito a sorbito cada día, con delicia y sin dejar de admirar que
esta aventura es un milagro, ¡yo soy un milagro vital! Entiendo que debo
disfrutar el viaje, aceptar sus retos y aprender, siempre aprender. Todo es
cuestión de actitud, entre más pronto aprenda será mejor. La universidad de

la vida está abierta todos los días ¡y no hay vacaciones!, aprender de ella,
dependerá de mi habilidad para encontrar objetivos, luchar por alcanzarlos y
nunca dejar de crecer, amar y sorprenderme cada amanecer del regalo más
valioso: un día más de vida. ¡Qué compromiso!
Conflicto
Salí de la casa con el viejo revólver de mi abuelo en el cinto,
escondido bajo mi ropa; estaba decidido a terminar con mi vida, porque me
sentía arrollado por mi cotidianidad que era monótona, soy una isla desierta
en medio de un mar tormentoso y adverso. Todo era problema a mi
alrededor, las horas me pesaban y los días, transcurrían entre conflictos que
superaban mi posibilidad de resolverlos. Salí de mi casa con la decisión de
no volver y terminar con el hastío que me envolvía. Busqué un lugar
tranquilo, sin gente, a esas horas de la mañana, el parque que está a unas
cuadras de la casa estaba solo, ya no había corredores mañaneros. Era
horario de oficina y día hábil, sonreí con amargura pensando que no haría
falta a nadie. Busqué una banca alejada de todo, me senté, saqué la pistola;
estaba pesada y fría, como la decisión que había tomado, me encontraba a
un paso de poner fin a mi vida…
Escuché unas leves piadas en el pasto y en seguida, sentí las patas
delanteras de Lizy, una perra labrador dorada, era mi compañera y se salió
de la casa para seguirme; me sorprendió su presencia, ella nunca se sale,
seguramente, dejaron la puerta abierta o… presintió mi decisión dicen que
los perros, tienen un sexto sentido y perciben nuestros pensamientos y
sentimientos cuando conviven mucho con alguien, en especial, esa raza.
Como si supiera, Lizy colocó sus patas sobre el arma que ya tenía entre mis
manos a punto de disparar y empezó a lamer mi rostro. Esa acción de mi
perra, me hizo reaccionar, pensé que ella moriría de pena si yo muero.
Sonreí, guardé la pistola de nuevo en el cinto y empecé a valorar lo que me
rodeaba. Un cenzontle cantando en un árbol cercano mientras la vida fluía a
mi alrededor. Me di cuenta del error que iba a cometer entendí la necesidad
de seguir porque soy parte del universo y el lugar que ocupemos en él
depende de nosotros. La naturaleza nos dotó de inteligencia. A veces
necesitamos solo un toque de amor para entender que la vida, vale la pena
vivirla.
Dos caballos
En mi tierra, existen todavía los trapiches; son esos molinos para
extraer el jugo de la caña de azúcar, funcionan por medio de engranes que
son accionados por un caballo atado a un poste largo. Las nobles bestias,
caminan en círculos indefinidamente y así transcurre su vida, solo
descansan en la noche y al día siguiente continúa su eterna caminata sin
llegar a ninguna parte.
Cierto día, vi a una yegua vieja moviendo el trapiche de un vecino, me
dio lástima ese animal que tenía años haciendo lo mismo, así como un

caballo, que arrastraba la carreta cargada de caña, que, casi siempre, era
un esfuerzo que lo dejaba exhausto. Decidí comprarlo a mi vecino para
darles libertad en los potreros de mi rancho, el precio fue justo y gustoso
llevé mis animales para darles libertad y comida por el resto de sus vidas.
El caballo, después de unos días, se dedicó a explorar su espacio
reparando y relinchando de felicidad, la yegua, en cambio, encontró un árbol
de buena fronda, y camina en círculos en torno a la sombra y en las tardes,
antes de que oscurezca, come y descansa, para hacer lo mismo al día
siguiente.

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