María José Zorrilla
Con mucha tristeza me enteré del accidente en la carretera Guadalajara-Puerto Vallarta que costó la vida de cinco personas. Es apenas el inicio de la temporada de vacaciones y esperemos que en estos próximos días cerremos las semanas santas y de pascua con saldo blanco y cero incidentes. Es desgarrador reconocer como las familias se desintegran y viven trágicos momentos como consecuencia de accidentes que en su mayoría son evitables. Se trata casi siempre de negligencia de conductores que invaden el otro carril, rebasan imprudentemente en lugares prohibidos como curvas y lomas o que conducen en mal estado. En el 2002 el INEGI reportó que hubo un promedio de casi 1000 accidentes diarios con más de 5 mil víctimas mortales y más de 91 mil lesionados lo que significa un promedio de 12 muertes diarias y 250 personas lesionadas cada 24 horas. Estas cifras ubican a México de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Salud Pública, en el séptimo lugar mundial y el tercero en Latinoamérica por muertes en hechos de tránsito. Las principales causas son exceso de velocidad, malas condiciones climatológicas, vehículos de carga pesada fuera de control o personas en estado de ebriedad. No podemos omitir el otro lado de los accidentes. Aquellos que escapan de nuestras manos y de pronto nos vemos inmiscuidos en percances donde peatones irrumpen violentamente en vías de alta velocidad, motociclistas que manejan con el acelerador al tope como si fueran en un slalom de esquí alpino o gente que va más pendiente del celular que del volante. Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la seguridad vial está considerada como un asunto de salud pública debido a su importancia. Ante esta situación los países han diseñado estrategias de tipo preventivo y de investigación mediante las cuales se intenta detectar qué tipo de variables pueden incidir en el grado de accidentalidad. En el país muchos de los accidentes más aparatosos y con mayor número de víctimas fatales han sido causados por vehículos pesados, y al respecto según lo publicado por el IMCO, Instituto Mexicano de Competitividad, Ernesto Del Blanco, director general de la ensambladora y distribuidora de vehículos pesados, ELAM-FAW, considera que, “la incorporación de sistemas avanzados de asistencia al conductor, como el frenado de emergencia automatizado, el control de crucero adaptativo y las alertas de cambio de carril, pueden prevenir colisiones y minimizar los riesgos asociados con la conducción de vehículos de carga pesada en condiciones de tráfico intenso”. La misma OMS advierte que los accidentes de tránsito son una de las principales causas de muerte en todo el mundo, y los vehículos de carga pesada a menudo están involucrados en incidentes de alto impacto. En este contexto, mantener a los operadores de transporte de carga al día con las últimas tecnologías de seguridad puede marcar una diferencia significativa en la reducción de la cantidad de accidentes. También vale la pena subrayar la adecuada capacitación de todo aquel conductor al que se le otorgue licencia para manejar transporte público, privado o de carga pesada. Es curioso notar que aspectos como los de tránsito casi nunca son tratados como temas de campaña. Quizás la escala nacional no sea la más adecuada ante la gravedad de los problemas que enfrenta el país, pero en lo local debiera ser un tema de suma importancia. No sería nada raro aseverar que una gran mayoría de las familias mexicanas han sido víctimas de accidentes de tránsito, han sufrido lesiones y hasta han tenido que enfrentar la muerte de un familiar o amigo cercano. Valdría la pena atender este aspecto que me parece ha quedado totalmente de lado en un México donde los peligros en las carreteras van al alza y más allá de la vialidad. La inseguridad ha hecho presa de nuestros caminos y puentes. Los ángeles verdes y la federal de caminos parecen cosa del pasado, pero los peligros por negligencia legislativa, falta de capacitación y actualización para los conductores van también al alza. En campaña no se toman en cuenta estos aspectos en el diseño de políticas que son también temas de suma importancia en relación con la seguridad y la salud pública.