La llegada de Jorge Romero Herrera a la dirigencia nacional del PAN fue una mala noticia para los panistas tamaulipecos, sobre todo para aquellos que veían la posibilidad de rescatar al partido del secuestro en que lo mantiene el cabecismo.
El exgobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, pertenece al grupo político de Romero por lo que, contrario a lo que muchos deseaban, quedó fortalecido políticamente, lo que le permitirá seguir con el control del PAN tamaulipeco.
En razón de ello, de poco o de nada sirve el alboroto que traen algunos personajes que se andan ilusionando con la posibilidad de reemplazar, el próximo año, a Luis René “El Cachorro” Cantú Galván, al frente de la presidencia estatal del PAN.
Son los casos, por ejemplo, de Gerardo Peña Flores actual coordinador de los diputados panistas en la legislatura local; Javier Garza de Coss, secretario general adjunto; y Pedro Navarro, secretario de organización, quienes ya andan en plena campaña interna buscando simpatías y apoyos entre los consejeros.
A ellos se suma José Julián Sacramento, quien la ocasión anterior intentó competir por el cargo, pero no alcanzó ni a registrarse porque su documentación la envió con un tercero y los estatutos exigen que se entregue de forma personal.
Es seguro que conforme se acerquen las fechas de la elección habrá otros liderazgos que levantarán la mano, pero por lo pronto son esos cuatro los visibles.
Sin embargo, hay que decirlo, la gallera panista se anda alborotando inútilmente porque será Cabeza de Vaca, quien seguirá tomando las decisiones del partido, como ha sido desde hace por lo menos diez años.
Peña y Garza de Coss son parte del cabecismo, pero ni ellos ni los opositores a esa corriente política tienen posibilidades de llegar a la presidencia del partido si no es con el aval del exmandatario.
Los procesos de elección interna serán, como lo han sido, simple simulación, porque al final de cuentas el nuevo dirigente estatal será aquel que determine el cabecismo y no el que se vote en las urnas.
Lo peor de todo es que este fortalecimiento del grupo de los Cabeza de Vaca vendrá a darle la puntilla al PAN de Tamaulipas, porque no tiene la mínima posibilidad de recuperar espacios electorales en la próxima elección.
Al exgobernador le interesa el partido porque quiere seguir negociando su blindaje, pero no porque desee devolverle competitividad.
En esas condiciones, dentro de tres años el PAN podría enfrentarse al riesgo de desaparecer, por no reunir el mínimo del tres por ciento de los votos que la ley le impone como condición para mantener su registro.
Ya verá usted que así es.
EL RESTO
RAMOS, EL FRACASO.- Ni con todo el poder económico que presume, Rigoberto Ramos Ordoñez, pudo conseguir la dirigencia estatal del partido Movimiento Ciudadano (MC).
Como político, el empresario reynosense ha venido de fracaso en fracaso. Su sueño dorado es ser el alcalde de ese municipio fronterizo, pero no ha logrado ni siquiera la candidatura.
Lo intentó primero por el PAN, pero precisamente los Cabeza de Vaca le bloquearon el camino. Luego tocó las puertas de Morena, y se las abrieron, pero solo para chamaquearlo porque, aunque en las encuestas internas llegó a ser el mejor perfil, al final fue Carlos Peña Ortiz, quien se quedó con la estafeta y terminó convirtiéndose en el presidente municipal.
Con todo lo que ha invertido, a Ramos le convendría más fundar un nuevo partido porque al menos eso le garantizaría ser el candidato. ¿Lo hará?
¿PERDONADO?.- Muy extraño resulta el silencio oficial sobre la presunta investigación abierta contra el excomisionado presidente del Itait, Humberto Rangel Vallejo.
De pronto, se olvidaron del asunto aquellos diputados y funcionarios que exigían llegar hasta las últimas consecuencias contra el matamorense, por la presunta venta fraudulenta de vehículos del instituto y el cobro ilegal de multas a entes que incurrieron en opacidad.
¿Lo habrán perdonado?
ASÍ ANDAN LAS COSAS.