Melitón Guevara Castillo.-
El costo de la vida es permanente: trabajamos para
tener un ingreso que nos permita una vida digna;
pero en el mundo de la producción, como de los
servicios, hay una relación de costo-beneficio. Es
cierto, estamos acostumbrados a ser testigos de
cómo, quien produce, busca tener el mayor
beneficio; pero igual, el trabajador, busque que todo
le cueste menos o que, dicho de otra manera, su
salario o sueldo le permita adquirir todo lo necesario
para satisfacer sus necesidades.
El bolsillo del padre de familia, en algunos casos de
la madre, es el mejor indicador sobre el costo de la
vida: hay un costo diario de vida, que son el pago de
los servicios básicos como los de alimentación. Y si
el trabajador se percata que no le alcanza su
ingreso, busca otro, para completar. Y es entonces
que nos damos cuenta de la realidad: unos trabajan
y lo que ganan solo les alcanza para comer.
LOS MICROS Y SUS TARIFAS
Hace días unos micros anunciaron en su parabrisas
que el nuevo precio era de once pesos. La cuestión
es que días antes los concesionarios y el gobierno
tuvieron una reunión y estos, ah, hicieron notar que
la tarifa no es justa, que es necesario
incrementarlas. Ante los hechos, José Armando Lara
Valdés, como subsecretario de Transportes, hizo
valer su autoridad y ordenó la retención de varios
micros, como una respuesta al reclamo popular, la
molestia, por tal incremento.
La 4T no puede soslayar a los pobres, son su
clientela política, y son además protegidos de
AMLO. El Gobierno estatal tiene, por así decir, la
obligación de proteger a los pobres y, en esa
coyuntura, es difícil que apruebe esa alza arbitraria.
La cuestión es que el servicio tiene un costo: los
vehículos se deprecian, hay que darles
mantenimiento, ponerles gasolina y aceite, amén de
pagar el sueldo del chofer. Unos y otros, en este
sentido, claman: la cuestión es que a ambos el
dinero no les alcanza: los usuarios porque ganan
poco; los concesionarios alertan sobre los gastos y
costos de operación.
TABLAS: NI GANO NI PIERDO
Hace mucho tiempo, Álvaro Garza Cantú, hombre de
negocios múltiples, entre ellos la construcción, me
explicó lo que sucede con los contratos de obras: en
tiempos de crisis, me dijo, cuando no hay obras,
aceptamos los contratos que caigan no importa que
salgas tablas: lo importante es que, al hacerlo,
garantizas el sueldo del trabajador… de otra
manera, sin obras, tienes que despedirlos y además
pagarles indemnización. Mi pregunta, en esta
circunstancia, es qué sucede con los transportes
urbanos, los micros pues.
Siempre se ha dicho que los concesionarios solo
jalan para su bolsillo: que no dan mantenimiento
correcto y adecuado a las unidades, que por ello
tarde o temprano fallan, muestran deficiencias y
carencias, están mal pues… y casi, al final, se
convierten en chatarras. Las más de las veces, el
gobierno mismo ha sido el protagónico de salvar la
situación, sea porque dan facilidades o apoyan a los
concesionarios para nuevas unidades, una forma,
digamos, de financiar el servicio público de
transporte.
IRRITACIÓN SOCIAL
El gobierno no puede darse el lujo de castigar a los
pobres, primero ellos dice AMLO. Y menos en
tiempos electorales. ¿Qué puede suceder? En
principio ya pusieron un antecedente: no autorizar el
incremento del pasaje, aunque se dejó abierta la
posibilidad de hacerlo, claro, en la medida que los
concesionarios puedan demostrar que,
efectivamente, los costos de operación son altos y
no logran cubrirse con el precio actual.
Las consecuencias son difíciles de predecir. Por
decir, si no aumentan el precio del pasaje, que los
concesionarios paren y no brinden el servicio; lo que
puede, en todo caso provocar malestar social.
Puede, por otra parte, el gobierno autorizar el
incremento del pasaje; ante esta situación, pueden
darse dos escenarios: que la población, como en
otras ocasiones, se limite a aceptar la situación o
que, si aparece un líder social, manifestar su
descontento y entonces sí, el panorama para la 4T
se puede complicar.
SUBSIDIOS
La opción más viable, que incluso puede favorecer al
gobierno, es el subsidio. Y ahí la cuestión es que
tiene que ser en forma de que haya beneficios
políticos para el gobierno. El más fácil es sostener el
precio y que se establezca un mecanismo para
compensar al concesionario; otro, que la prestación
del servicio lo asuma el propio gobierno, lo que
implicaría una fuerte inversión… que sería política,
porque los dividendos se pueden obtener en
procesos electorales… Tal y como sucede en la
CdMx, donde, por cierto, los adultos mayores no
pagan el servicio del transporte.
La cuestión es que si no se ataja el problema del
transporte, a la larga se puede convertir en un
negativo, que se uniría a los problemas ya
tradicionales en la Capital tamaulipeca: como el
agua y el de la basura. Y si el dinero no alcanza en
las familias, resulta que en el gobierno tampoco es
suficiente para la problemática que se tiene que
resolver.