Claudia Vázquez
Dale poder a un hombre, y descubrirás quién es, reza un dicho popular, y lo que hoy describe de cabeza a pies al senador Gerardo Fernández Noroña, da la razón a esa conseja.
Porque, el legislador petista que hoy forma parte del poder real, no solo se da el lujo de gozar los excesos que puede dar la privilegiada posición política que ahora tiene, sino que ha sido señalado por los excesos, y el mejor de los ejemplos, es que haya obligado a un abogado regio que le agredió y arrebató el celular al interior del aeropuerto internacional de la ciudad de México, a ofrecerle disculpas públicas desde la tribuna más alta del país; el senado.
Atrás quedaron los tiempos en que Fernández Noroña combatía y exhibía los excesos de los hombres y mujeres del poder, y a gritos, exigía respeto, también, llegó a incendiar un auto en protesta por la falta de “justicia social”, incluso fue arrestado en varias ocasiones por esa “lucha”.
Tal parece que “Noroña”, como se le conoce al senador, hoy aprendió que no es lo mismo ser borracho que cantinero, y claro que esto es entendible, aunque no justificable, porque a las delicias del poder, los políticos se acostumbran demasiado rápido.
Las voces discordantes de todo el país con la actitud y actuación de Noroña, no son pocas, y en el caso del regio “castigado”, señalan, que llevarlo y exhibirlo en la máxima tribuna de la Cámara alta, fue un exceso, incluso cuestionaron la pasividad y permisividad de la presidenta del Senado, que permitió que eso sucediera.
Y no pudiera ser de otra manera la posición de la sociedad civil, porque ese hecho que sin lugar a dudas quedará inscrito en la historia del Senado, puede repetirse en otras instancias de gobierno.
De tal forma, que mañana en otro caso similar, el acusado será obligado a acudir al centro de trabajo del ofendido para responder por el “delito” cometido. Como dirían los abogados, pues ya hay jurisprudencia.
Y con esto, no se está justificando lo que hizo el abogado regio, no, pero tampoco se valida la actitud y actuación abusiva de un político.
Queda claro que, para Gerardo Fernández Noroña, la doctrina de primero los pobres y la justicia para el pueblo, ya quedaron en segundo o tercer lugar, y que hoy, como todos los hombres del poder, primero es él, luego él y al último él.
Ahora sí que en este caso se podría decir de los políticos, que podrán presumir no ser los mismos, pero finalmente están cortados por la misma tijera.