Rogelio Rodríguez Mendoza
¿Cómo podemos hablar de calidad en una institución supuestamente de alta especialidad en la que no podemos ofrecer a nuestros pacientes una tomografía simple, o una resonancia magnética, y donde nuestro equipo más sofisticado es un equipo simple de RX (rayos “x”)? se preguntó, a sí mismo, el prestigiado traumatólogo victorense, Juan José Uriegas Avendaño, al hacer pública, en sus redes sociales, su renuncia al cargo directivo que durante muchos años ocupó en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ciudad Victoria, (HRAE).
¿Cómo le podemos hablar de calidad a una persona, cuando para poder atender a su paciente hospitalizado le damos una receta para que compre desde una jeringa hasta los medicamentos más simples o más sofisticados, por no hablar de los pacientes oncológicos a los que no les podemos proporcionar ni sus medicamentos ni la oportunidad de ser tratados con un equipo de radioterapia? es otra interrogante que planteó el profesionista médico.
Denunció que el hospital atraviesa por una situación de abandono, que se agravó o complicó desde que fue transferido al programa del IMSS-Bienestar, y por esas razones, y ante la impotencia de no poder responder a las demandas de los pacientes, optó por dejar el cargo.
Verdaderamente debe ser crítica la situación que enfrenta el HRAE. El denunciante no solo tiene nombre y apellido, sino que se trata de uno de los médicos más prestigiados de Ciudad Victoria.
De entrada, habría que felicitar al doctor Uriegas por la valentía para hacer una denuncia de esa naturaleza. En los tiempos que corren se necesita de mucho valor para hacerle una crítica al Gobierno federal.
Vale decir que, desde este espacio, durante al menos dos ocasiones advertimos, hace alrededor de cinco años, del peligro al que se enfrentaba el HRAE.
Inaugurado en marzo del 2009 por el entonces presidente, Felipe Calderón Hinojosa, el Hospital Regional se colocó rápidamente como un referente de la medicina de alta especialidad que atendía las necesidades de los habitantes de Tamaulipas y los de entidades vecinas.
La calidad de su atención medica era de primerísima calidad, con el añadido de que sus precios le daban accesibilidad a cualquier persona sin importar su posición económica, porque por lo general concedía condonaciones parciales o totales a pacientes de bajos recursos.
Sin embargo, cuando Andrés Manuel López Obrador, asumió la presidencia de la República e implementó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), las políticas de atención en el Hospital Regional cambiaron. Se dejó de cobrar a los pacientes o solo se les imponía un pago simbólico, por lo que como consecuencia los ingresos lo fueron deteriorando, particularmente su equipamiento.
Además, ante la gratuidad del servicio, se incrementó el número de pacientes sin que para ello se aumentara la plantilla del personal, lo que terminó desgastando también la paciencia de médicos, enfermeras y todos los que conforman el personal.
Derivado de todo ello, como acusa el médico Uriegas, el HRAE hoy carece de lo más elemental.
No obstante, insisto, el tema no es nuevo.
“No tenemos ni talonarios de recetas”, nos confesó hace tres años un médico internista cuando acompañé a consulta a un familiar. Rompió en ocho pedazos una hoja de máquina y usó uno de ellos para redactar su receta.
Desde aquel entonces, la catástrofe se veía venir para el que fue el mejor hospital público que tenía Tamaulipas, y sobre todo Ciudad Victoria. Sin que suene a exageración, bajo esas condiciones hoy hasta resultaría peligroso atenderse en él.
Qué pena que las cosas sean así.
EL RESTO
Toda una “joya” la reciente declaración de la diputada del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Blanca Anzaldúa Najera, cuando propone ¡incrementar las tarifas del agua para obligar a las personas a no desperdiciar el agua!
Sería interesante saber lo que opinan al respecto los ciudadanos que votaron para que la también maestra fuera su representante en el Congreso del Estado, sobre todo cuando en teoría una de las tareas de los legisladores es cuidar los intereses de los gobernados.
En vez de que doña Blanca estuviera abogando por reducir las tarifas del agua, en aras de cuidar la economía de las familias, está pugnando por encarecerlas, bajo la justificación de que servirá de escarmiento a los que hacen mal uso del vital líquido.
Es ocurre cuando asumen un cargo del que desconocen todo.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.