Melitón Guevara Castillo
En el campo, cuando tratan de explicar que alguien no es parejo, dicen que trabaja solo con el azadón, que se le olvida que existe la pala. Y en la cuestión del poder, por lo regular, quien lo detenta, no se acuerda de la pala: lo quiere todo, no lo comparte ni lo reparte. Como un día dijo AMLO: no voy a pasar el balón. La cuestión es que el poder se ejerce a través de una estructura burocrática: secretarias, coordinaciones y asesorías. ¿Quién puede negar el poder que tuvo Julio Scherer en la Consejería de AMLO?
La cuestión es simple: ¡el poder se comparte o no? Y es que, en otro contexto, el hecho es que otros, ni siquiera lo ejercen, son simples floreros. Siempre nos han dicho que el poder es un juego de suma cero: el que se ejerce y el que se comparte, hacen la unidad. Centralismo y delegación, ¿Qué es mejor? No olvidar, sin embargo, que una de las tareas del político es ser eficaz, y a partir de ahí deviene su forma de gobernar.
ACOMODOS
En Morena ya se repartieron el poder legislativo. Se cumplieron los acuerdos, o las decisiones o propuestas de AMLO: Ricardo Monreal, corcholata, será el líder de los diputados; en tanto que Adán Augusto López, lo será de los senadores. Y para cumplir o premiar, resulta que Gerardo Fernández Noroña, será el primer presidente del Senado… por cierto, ya Lily Téllez, apuntó que le hará la vida de cuadritos por ser grosero, lépero. Y en el caso de los diputados, la primera presidenta será Ifigenia Martínez y le tocará entregar la banda presidencial a Claudia Sheinbaum.
Entre los últimos acomodos del poder, se puede apuntar que el Verde ya se descaró: le dona 15 diputados a Morena para que Ricardo Monreal sea el administrador del trabajo legislativo por los tres años, así Morena no tiene que compartir la dirección de los trabajos legislativos. Y, por otra parte, ya dos senadores del PRD brincaron a Morena, por lo que, a estos, ya solo les falta uno para ser mayoría calificada. En la práctica, Morena ya es imparable, hasta pueden modificar la Constitución para que haya reelección presidencial, como en Cuba, Venezuela o Rusia, por mencionar unos.
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El estilo personal de gobernar de cada presidente se pone de manifiesto con sus decisiones y forma de comportarse en el ejercicio del poder. Los emanados del PRI fueron conocidos como monarcas sexenales, porque no había reelección. En el caso de AMLO creo que no miento si afirmo que no tiene capacidad para compartir el poder, le gusta ejercerlo y cuando le recomendaron que pasara la pelota, para que tuviera menos frentes, respondió que no, que no lo haría. Y en los hechos ha demostrado que, para él, ejercer el poder, es un placer.
Creo que los hechos lo muestran como un estratega político extraordinario, que gusta y sabe como manipular, mover pues, a las piezas del ajedrez político. Lo mostró con la lucha por la candidatura: organizó a sus corcholatas, luego las instruyó que, como perdedores, ocuparían posiciones de poder y eso se está cumpliendo: Ricardo Monreal, líder de los diputados federales; Adán Augusto López, de los senadores; Marcelo Ebrard será secretario; Gerardo Fernández Noroña, ya es presidente de la mesa directiva del senado… Y no se diga, como ha impuesto a la próxima presidenta decisiones que van a impactar el ejercicio de su sexenio.
LA FORMA
En ciertos casos se puede hacer notar que las decisiones de AMLO han sido por y para el poder e incluso, que son de buena fe; la cuestión es la forma. Los legisladores una y otra vez han mostrado que saben obedecer, como siempre lo han hecho; pero ahora al grado que presumen que no le quitan ni una coma a las iniciativas presidenciales, porque así se los pidieron. Recordemos aquella vez que se reunieron los legisladores con AMLO, fueron a su recinto y en menos que canta un gallo aprobaron una serie de reformas… que luego, por fallas en el debido proceso, la Suprema Corte invalidó.
La forma es el fondo y en el caso de AMLO como va dándose la transición se muestra como reacio a dejar el poder, por eso, Mario Delgado pidió a los legisladores que, en septiembre, antes de que se vaya, le den de regalo la reforma al poder judicial: hagan de cuenta, como si fuera un simple capricho. El talante de AMLO, que repite una y otra vez que ya se va, nos recuerda la canción de José Alfredo Jiménez: esa de no me amenazas, te vas y te vas y no te has ido… para estas fechas AMLO prácticamente ya gobernaba.
CENTRALISMO
En realidad, todo el tinglado está dirigido a construir un esquema de gobierno centralista, que en la realidad ya existía por las practicas políticas, pero ahora seria hagan de cuenta de manera formal. La historia muestra que los gobiernos, digamos, muy centralistas en el poder, se perpetúan en el poder y no tienen contrapesos, porque los eliminan y eso es lo que está haciendo Morena: quiere gobernar sin nadie que le diga si está equivocado o el rego, si robó o no o que no moleste a los que, de pronto, se hacen ricos con el dinero del pueblo.