Nos encontramos en el mes más mexicano del año y hoy quiero comparar a un mexicano común y corriente con nuestros queridos ancestros, porque solo así descubriremos que tan semejantes o distintos somos a ellos en estos tiempos.
Nuestros abuelos, o sin irnos tanto tiempo atrás, nuestros padres, se reconciliaban o conquistaban con una hermosa serenata, con aquellas joyas de canciones de Pedro Infante, Agustín Lara, Vicente Fernández, pero hoy los pretendientes mandan de celular a celular una playlist de Maluma, Bad Bunny, Peso Pluma y ni les quiero describir por aquí la clase de letras tan ofensivas y denigrantes para la mujer pero lo peor del caso es que lejos de ofenderse te dicen que es lo que ahora se escucha, pero bueno.
Antes, si querías comunicarte con el amor de tu vida y se encontraba viajando, recurrías a hacerle una carta, así es, una hoja de papel en donde a mano tenías que describir todo el amor que sentías por el o ella, incluso si tu corazón se encontraba roto, eso si bien les iba, porque también se hacían cartas que nunca fueron leídas, en fin, como sufrían antes esos pretensos, tan distintos a los de hoy, pues ahora ya no se manda una carta, ahora lo que mandas es un WhatsApp.
Un breve, corto, frío e insípido mensaje ni siquiera escrito, tecleado, a veces con un dibujito pegado a él para agregarle calidez, cuando antes al necesitar hablar con alguien hasta su casa ibas, pero hoy la gente lejos de valorar lo fácil que es hablar con alguien, prefieren aislarse, alejarse, dejar en visto o en casos más maquiavélicos, aunque muchos no lo acepten, el quitar las palomitas azules para que no sepas si te leyeron o no, maquiavélico se tiene que llamar ¿a poco no? En fin, que tengamos tantas, pero tantas redes sociales ya no son garantía para lograr ser un ser social, una contrariedad absoluta contrariedad.
Antes cuando te peleabas y era un conflicto pesado, lo primero que se hacía era correr con Venancio allá por el panteón y así te reconciliabas, ahora los chicos (no todos) buscan esa rosa en los dibujitos que trae el WhatsApp.
Otra vieja, pero bella costumbre del mexicano era ir al cine el domingo y existía hasta la permanencia voluntaria, las damas se vestían con sus mejores prendas, después se iban a la plaza y cerraban la velada dominical con un helado.
Ahora les dicen: vente te invito a mi casa, piden la pizza o lo que sea desde la aplicación de comida y escogen algo en Netflix perdiendo incluso todo ese protocolo de toparse a los padres y que ellos decidieran si te ibas o no con el susodicho, ahora es tanta la desfachatez que ni les da nervio saludarlos o quedar bien, es más antes quien iba a tu casa era porque ese ya era el bueno y pretendía en un futuro cercano no lejano, pedir tu mano para casarse.
El mexicano es de costumbres, de raíces ¿Cuántos años tiene la receta del mole? ¿Y acaso se ha cambiado? NO, sigue con el paso de los años deleitando paladares y quien quiera prepararlo buscará a la abuelita o buscará el libro de recetas que tiene guardado su mamá, pero que es de la abuelita. Al final del día todos nacimos del mismo árbol y aunque nuestras ramas crezcan en diferente dirección, siempre nos unirán nuestras raíces.
Es por eso que la mejor manera de honrar a nuestros ancestros, es recurriendo a sus costumbres, esas son en realidad nuestras raíces, por eso me atrevo a decir que las costumbres más bonitas siguen siendo las de antes. ¿Por qué creen que los matrimonios más duraderos son los de antes? Pues porque fueron amores a la antigua, amores en donde había rosas reales no digitales, complacencias en radio, no por listas de reproducción reenviadas, cartas de puño y letra no en mensajes de texto.
Estaré siempre convencida de esto hasta el último día de mi vida:
Cualquier tiempo pasado será mejor, esas fueron las bases y nada las superará por más avances tecnológicos que existan, solo echen un vistazo a sus ancestros y vivieron mejor que uno sin tanta complicación ni frialdad, así que ¡NO POR SER VIEJO ES MALO Y NO POR SER NUEVO ES BUENO!
Posdata: Oldie totalmente ¿y tú?