noviembre 21, 2024
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Alicia Caballero Galindo

¿Ocupación? o… ‘chamba’

julio 25, 2024 | 197 vistas

¿Tiene usted trabajo?, ¿puede desempeñarlo? si la respuesta es afirmativa, hay muchos motivos para dar gracias a Dios por semejante privilegio.

Cierto día escuché una plática entre dos docentes:

—Vengo de la “chamba”; lo bueno que ya es viernes y podré olvidarme por un rato de la escuela y gozar mi fin de semana.

La interlocutora responde:

—¡Ay sí! La semana se hace muy larga… y el lunes casi vamos a fuerza. ¡Ni modo! ¡qué le vamos a hacer! Hay que trabajar. Así es la vida…

Fue solamente una fracción del diálogo y la verdad, me puse a reflexionar en la calidad del trabajo que aquellas profesoras ofrecían en las aulas. Referirse a una actividad tan importante y comprometida como el desempeño docente y llamarlo “chamba” en verdad habla muy mal de ellas, esta palabra se comenzó a aplicar en el año de 1940 y es un término traído de los Estados Unidos gracias a los braceros mexicanos que laboraban en los plantíos de la frontera estadounidense con México.

Los mexicanos contratados para hacer las labores agrícolas por empresas americanas se dirigían hacia la “Chamber of comerce” o “Cámara de Comercio” de las poblaciones fronterizas, para que se les asignara trabajo en campos de cultivo. Así es como este vocablo fue derivando a lo que conocemos hoy, pues se les preguntaba hacia donde se dirigían y ellos contestaban que iban a la “chamber” y poco a poco con la modificación de la lengua se quedó en “chamba, equivale al término muy nuestro de llamarle también “jale” al trabajo. Cuando alguien dice “hay que jalar duro” está usando el vocablo como sinónimo de trabajar. En el caso de este último término muy mexicano, la expresión es peor aún, se están comparando con bestias de carga cuyo “trabajo” es jalar con un arnés su carga, es decir, “el trabajo es una carga. Existe también la expresión “trabajar como negros para vivir como blancos” denigrando el quehacer vital, con la alusión al esclavismo ancestral de la raza negra ejercida por los grupos europeos y norteamericanos.

En todos estos casos, la actividad productiva realizada se considera como una carga o castigo y no como algo placentero, por lo tanto, se busca a toda costa eludirlo o realizarlo con el menor esfuerzo, sin importar los resultados. El hecho redunda en baja calidad de los productos generados con esta mentalidad. Los sistemas burocráticos, generan un número increíble de empleados mediocres por la poca creatividad de las labores, la falta de aprecio de parte tanto del empleado como del empleador, los salarios reducidos y la pérdida de identidad e iniciativa en la realización de su actividad. Esta filosofía es privativa en todos los aspectos del quehacer humano, y esta actitud se va pasando de padres a hijos, generando una sociedad subdesarrollada que rechaza o desprecia aquella actividad que le genera ingresos, “ama” los fines de semana, las vacaciones y “rechaza” los lunes…

¡Cuántas veces se escucha la expresión: “sólo espero jubilarme para hacer lo que me gusta”! Es realmente dramático pensar así porque significa que la mejor época de la vida, será desperdiciada en actividades que no agradan al individuo y por ende no las desarrollará al máximo.

Hay una queja generalizada de nuestro país, sobre algunos aspectos, pero… los adultos, transmiten con su quehacer cotidiano, los vicios que deben romperse para avanzar hacia un futuro mejor. Entonces…¿Cómo es posible esperar un cambio mágico o un gobierno que de un plumazo termine con los vicios ancestrales? Las transformaciones de un pueblo se realizan en las escuelas, los hogares, los centros de trabajo, en la calle, en el campo, en cada centímetro de la nación y sobre todo en las conciencias de los ciudadanos. El ejemplo es la mejor forma de educar.

Parte medular de la educación en el hogar y la escuela, debe ser inducir a los jóvenes a hacer lo que les agrada para que su vida productiva, sea un premio y no una pesada cadena. Trabajar debe ser un placer no un castigo o una cadena que los ate… ¡No! el cambio no es una utopía, es cuestión de formación y esa está en las manos de las generaciones adultas. Es penoso escuchar a quien va con desánimo a su trabajo, paradójicamente hay quienes quieren trabajar y no pueden. Tener una actividad y poder desempeñarla es un privilegio, una ganancia marginal es amar y respetar la actividad productiva que realiza, porque lo que se hace con amor, está bien hecho.

Basta de buscar culpables alrededor, se debe cumplir la encomienda que corresponde a cada quien formando hombres y mujeres de bien que respeten lo que hacen para que lo hagan bien y desaparezca el concepto del chambismo, jale y otras sandeces que denigran el quehacer humano. Todos los trabajos honestos son dignos, válidos y necesarios. El secreto está en que cada quien haga lo que le gusta y la mejor enseñanza es el ejemplo.

Y usted apreciable lector; chambea, jala y espera la jubilación para hacer lo que le gusta… o le resulta placentera su actividad…

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