diciembre 14, 2024
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Mauricio Zapata

Pancho y la prueba de amor

agosto 11, 2023 | 1490 vistas

La historia que les voy a platicar en esta edición sabatina del Punto por Punto, es la de Francisco García, un campesino de Chiapas que supo enfrentar los embates que la vida le presentó.

Don Pancho, era oriundo de un poblado cercano a la ciudad de Tapachula. Siempre se dedicó a las labores del campo. Era muy pobre, pero buena persona, sobre todo muy servicial.

Se supo ganar la confianza de los dueños de los ranchos de la zona, con quien trabajó hasta que conoció a don Jesús, quien prácticamente le salvó la vida.

Fue capataz del rancho de Don Chus, en la zona sur de Tapachula. Y estuvo con él hasta que murieron. Es decir, hasta que la muerte los separó.

Pero don Pancho sufrió con la vida.

Cuando nació su cuarto hijo, la madre murió en el parto.

Como buen hombre (macho) de campo, no sabía ni cómo cargar a los hijos. La mayor tendría seis años, luego venía otro de cinco, uno más de dos y el recién nacido.

Entre su ignorancia, porque apenas sabía leer, escribir y hacer sumas simples, ya que solo estudió hasta el segundo año de primaria, no sabía que el bebé tenía que comer y cómo debía comer.

Alguien le recomendó que se buscara una nodriza porque el buen don Pancho le quería dar leche bronca y papilla de tortilla, lo cual pudo haber matado a la criatura.

Justamente la esposa de don Jesús acaba de dar a luz y ella fungió como nodriza de Manolo, el recién nacido de don Pancho. Incluso también al niño de dos años, que se llama Delfino, y que aún amamantaban logró comer del pecho de la señora.

Como pudo sacó a sus hijos adelante.

Los mandó a una escuela lejana, a la que hacían hasta una hora caminando. Por las mañanas los encaminaba en una carreta que él manejaba y después ellos ya se iban a pie. De regreso, igual.

Por las tardes, les pedía que le ayudaran con las labores del rancho de don Jesús: meter al ganado, desgranar maíz, darle de comer a los marranos y gallinas, entre otras cosas.

Su hija León, hacía de comer para los demás trabajadores del rancho.

Todos de alguna manera colaboraban y se ganaron el cariño de la familia del patriarca.

De hecho, les construyó una pequeña vivienda dentro del rancho para que no tuvieran que ir y venir de un lado a otro y al mismo tiempo cuidar del terreno e instalaciones del mismo.

Como era de esperarse, don Jesús y su esposa fueron los padrinos de bautizo de Manolo. Entonces Pancho y Jesús se decían compadres.

Don Pancho no volvió a enamorarse sino hasta ya entrado en años. De hecho ya era un anciano de entre 75 y 80 años cuando quedó perdidamente enamorado de Chelo, una muchacha de la zona de unos 25 años.

La chica le dio entrada, sin embargo, ella era muy querendona y lo mismo enamoró a don Panchito que a otros tres o cuatro hombres de por allá. Quizás hasta más.

Lo malo del asunto, es que don Pancho la quería bien. Como buen hombre de épocas pasadas, le pidió no solo fidelidad, sino que dejara de trabajar para atenderlo a él. Hacía mucho tiempo que nadie lo apapachaba.

La famosa Chelo, le dijo que sí, pero que don Pancho tenía que darle una prueba de amor. Sí, leyó usted bien: una prueba de amor.

Para ella esa prueba de amor era que le entregara su raya semanal para que la pusiera administrar.

Don Pancho accedió y cada sábado le daba lo poco que ganaba. Por las noches, Chelo se iba a los bailes o el domingo a la ciudad para gastarse ese dinero en cosas para ella.

Uno de los hijos se enteró y le reclamó, y es que la vio besándose con un tipo, lo que obviamente causó indignación en la familia de don Pancho.

Al principio no les creyó, pero cada semana les pedía dinero porque la famosa Chelo lo dejaba sin un solo centavo.

Al final, cuando él la vio con otro hombre en la propia cama de don Pancho fue cuando se dio esa ruptura.

Recuerdo a don Pancho llorar de desamor. Poner canciones que le pegaban, porque realmente sí le dolió porque estaba enamorado de la muchacha aquella.

Don Pancho murió pobre en dinero, pero rico en afecto y admiración de la gente del lugar a los 84 años de edad.

EN CINCO PALABRAS.- Nadie sabe para quien trabaja.

PUNTO FINAL.- “La mitad de la vida se nos va en enamoramientos, la otra mitad en sufrir los enamoramientos”: Cirilo Stofenmacher.

Twitter: @Mauri_Zapata

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