Rogelio Rodríguez Mendoza
La Auditoría Superior del Estado, (ASE), es el órgano fiscalizador de los recursos públicos. En palabras llanas, es la encargada de vigilar que los funcionarios públicos no se roben el dinero de los tamaulipecos.
Lamentablemente, desde siempre la ASE se ha dedicado a todo, menos a lo que es su tarea fundamental, que es, como le decía, impedir que el presupuesto público termine en las cuentas bancarias o en los bolsillos de servidores públicos “trampas”.
De hecho, si me apura, le diré que, en todo caso, paradójicamente, la instancia dependiente del Congreso del Estado se ha dedicado a facilitar el saqueo del presupuesto, “maquillando” los informes de resultados de las cuentas públicas, para que las cifras cuadren y no queden al descubierto los desvíos millonarios o las transas con las obras públicas y las proveedurías.
Eso explica por qué, a pesar de que anualmente se ejercen en el estado recursos públicos por alrededor de 100 mil millones de pesos, (entre el presupuesto que ejerce el gobierno estatal y los municipales) no conozcamos de un solo servidor público encarcelado por algún desvío.
Los hay que están bajo procesos administrativos o penales, pero no encarcelados. Es más, ni siquiera sabemos de algunos funcionarios que hayan sido obligados a reintegrar recursos desviados.
Es cierto, cada año la ASE “reprueba” decenas de cuentas públicas, muchas de ellas de los municipios, por presuntas irregularidades en el ejercicio del presupuesto, pero de poco ha servido. La burocracia jurídica y los abogados defensores se han encargado de que ningún alcalde haya pisado un reclusorio.
Eso ocurre porque, en realidad la Auditoría Superior del Estado ha servido más como instrumento de los gobiernos en turno, ya sea para cobrar venganzas políticas, o bien para mantener quietos a los adversarios o enemigos políticos del gobierno.
Faltaría espacio para detallar tantos casos de ediles que, se han pasado años bajo el amago de procesos penales porque presuntamente la ASE les encontró irregularidades financieras en sus cuentas públicas, aunque al final nunca fueron enjuiciados.
Y lo mismo ha sucedido estando el PRI o el PAN en el gobierno. No es un tema de algún partido en particular. Veremos lo que sucede ahora en que Morena está en el poder.
De hecho, por eso traigo el tema a la mesa. Está más que justificado, sobre todo luego de la férrea disputa que se viene dando entre el partido guinda y el PAN por el control de la ASE.
Desde el Congreso ambas bancadas llevan varios meses enfrascadas en una batalla legal por la titularidad de la Auditoría Superior del Estado. El PAN ha asumido un férreo papel de defensor del Auditor Superior, Jorge Espino Ascanio, uno de los funcionarios más afines al exgobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, mientras que Morena ha hecho de todo para colocar a uno de los suyos en el cargo, y parece que ya lo logró con la designación de, Francisco Noriega, en calidad de auditor interino.
La pregunta es: ¿Para qué quiere Morena la Auditoría Superior del Estado? Ojalá no sea para lo mismo que la han usado el PRI y el PAN, que, como le decía, ha sido solo como instrumento de chantaje a políticos incomodos o que no se alinean con el gobierno.
Esperemos que, Morena haga diferencia y dignifique la tarea de la ASE. Que le permita ser un auténtico órgano fiscalizador de los recursos públicos, alejado de presiones o injerencias políticas. Su tarea es y debe ser simple: impedir que los funcionarios públicos usen el dinero público para asegurar su futuro económico y el de los suyos.
Mucho antes de que termine la actual administración estatal nos daremos cuenta para qué quería Morena la Auditoría Superior. Si vemos cambio lo aplaudiremos, y si no es así, también lo exhibiremos.
EL RESTO
A propósito, tienen razón quienes pugnan por darle a la Auditoría una autonomía plena, no limitada como ocurre actualmente.
Me parece que es la única forma de garantizar una fiscalización imparcial y confiable del presupuesto público. Sería como dejarle manos libres para que haga su trabajo y garantice que, quien la hace, la page.
Mientras esa autonomía no esté garantizada, el trabajo de la ASE siempre estará sujeta a presiones de toda índole, sobre todo si en el Congreso del Estado la bancada mayoritaria es afín al gobierno en turno.
Se tenía que decir. Y se dijo.
ASI ANDAN LAS COSAS.