Por Melitón Guevara Castillo.-
Sobre el poder hay muchas, quizá demasiadas, expresiones para
darnos una idea de su significado o de su potencial. Por ejemplo, nos
cuentan que hay personas que el poder los marea, que se suben a un
ladrillo y se caen; otros, que el poder es adictivo, que lo tienes y no lo
quieres soltar, que incluso quieres más, más y más. Pero también,
frecuentemente, nos dicen que el poder no se comparte. ¿Américo
comparte el poder?
El poder se ha definido, o explicado, de muchas maneras. Los que se
asumen comunistas, recuerdan que Carlos Marx sentenció que es una
relación de fuerza; quizá por eso, en México, AMLO trata de destruir o
aniquilar a la oposición, para estar solo. Para otros, sin etiquetas, tener
poder es hacer política, es una forma de resolver un problema; de lograr
encontrar una solución, mediante acuerdos o consensos.
PASA EL BALÓN
Alfonso Romo fue titular de la oficina de la Presidencia de la
Republica con Andrés Manuel López Obrador. Fue su asesor inicial, se dijo
que el fin era convertirse en el puente con los empresarios del país. La
cuestión es que el Presidente no está acostumbrado a escuchar consejos,
porque él sabe lo que es mejor para México. Así que poco tiempo duró con
tal cargo. Sin embargo, en una ocasión, cuando el gobierno enfrentaba
problemas diversos y que AMLO era el pararrayos, le contó una anécdota
de Michel Jordan.
Le cuenta que en una temporada Jordan tenía dificultades para
anotar, que tenía un marcaje muy personal. Ante la situación y de que el
equipo no podía ganar, un día el entrenador le llamó, habló con él y le
aconsejó: como todos están atentos a ti, y no puedes anotar, pasa el
balón… y, efectivamente, así lo hizo y su equipo empezó a recuperar
terreno. Explica Romo que el Presidente lo escuchó y le contestó: pero yo
no voy a soltar el balón. En pocas palabras, no comparte el poder.
EL PODER DE LOS CACIQUES
Cuando Américo Villarreal Guerra gobernó a Tamaulipas, entre otros,
la entidad era tierra de caciques. Los había de todo tipo; en Tampico
Madero, estaba Joaquín Hernández Galicia, mejor conocido como La Quina.
En Matamoros, Agapito González, que era el terror de las maquiladoras y
dueño del sindicalismo; en Nuevo Laredo, no se movía nada, sin que
estuviera enterado o lo autorizara Pedro Pérez Ibarra. Había más, por
anotar Diego Navarro, Luis Quintero Guzmán o José Cruz Contreras en
Reynosa.
Recuperó la etapa de los caciques sindicales porque, en esa época,
la política no funcionaba sin ellos. Como si fueran dueños de su terruño,
tenían voz y voto para poner alcaldes o diputados, fueran locales o
federales. Incluso, se recuerda como Joaquín Contreras, como líder
petrolero, se daba el lujo de financiar las campañas de legisladores de toda
la entidad. Eran, como quien dice, poderosos y tenían poder, al grado que
en ocasiones rebasaban al del gobernador: que no podía tomar decisiones
que afectaran sus intereses.
EL PODER FORMAL
Cuando me refiero al papel que jugaron los caciques en otros
tiempos, durante décadas, lo hago sobre factores reales de poder. Pedían y
si no les hacían caso, presionaban con los obreros. Era una estira y afloja,
dependía del carácter y forma de actuar del gobernante en turno. Claro, los
caciques duran hasta que el poder lo permite, y en ese sentido Carlos
Salinas destruyó, aniquiló, metió a prisión a La Quina. Sin embargo, que
pasa cuando el balón no lo tienes por completo, si, que el gobernante no
tiene el control, el dominio, de todo el aparato del Estado.
Argucias y tecnicismo han impedido, por ejemplo, que Morena tenga
el control total del Congreso del Estado; así, el actual gobierno, difícilmente
puede ajustar mecanismos legales necesarios para el mejor desempeño del
gobierno. Y si eso fuera poco, el entramado legal permite que otras
instancias gubernamentales estén fuera del control: la Auditorio Superior del
Estado, La Fiscalía General de Justicia, la Fiscalía Anticorrupción, así como
en su totalidad el Poder Judicial… y claro, además, un sinfín de
dependencias públicas en mandos medios superiores.
REQUISITOS Y CONDICIONES
En algunos casos el requisito mínimo es tener mayoría calificada en el
Congreso Local: eso se puede tener, si es que hacen bien las cosas, el
próximo año; con ello podrían destituir al Auditor Superior, al Fiscal General
y al Fiscal Anticorrupción; y negociar para la cuestión de los Magistrados y
Jueces… y, si no se logran, pues el único camino es esperar que se
cumplan los plazos. Hay otro camino, el político: tal y como sucedió con el
Fiscal de Morelos. La federación le limpio el camino a Blanco y fortalece
aspiraciones de Claudia.