Mi pasión por el fut y los Pumas.
Por naturaleza debí haberle ido al América, pero no fue así.
El primer contacto que tuve con este apasionante deporte fue cuando tenía cinco años (1979). Mi padre, un gran aficionado al futbol y fiel seguidor del América, me llevó al Azteca a ver un juego de los entonces “cremas” contra el Atlético Español. Ganó el América 1-0, pero me gustó más el rival, me cautivó el uniforme blanco con rayas negras de aquellos Toros.
Un año después me llevó a un clásico nacional, también al Azteca. Ya me empezaba a gustar el fut, aunque, en mi inocencia de niño, buscaba entre los jugadores a El Chanfle, a Valentino, y al señor Reyes. Nunca los vi.
Pero seguía recordando aquel equipo de uniforme blanco y negro que me había conquistado, y que de alguna manera me sigue llamando la atención, y por eso sigo, desde hace varios años, a la Juve.
Sin embargo, en la familia se hablaba mucho de los Pumas. Mi abuelo trabajaba en la Dirección de Obras y Conservación de la UNAM; era arquitecto y tenía a su cargo el mantenimiento del estadio de CU. Un tío jugaba en las reservas y otro de mis tíos era un apasionadísimo seguidor del equipo. En su cuarto tenía un enorme póster del equipo, pero con fotos individuales de Cabinho, Cuéllar, Muñante y Hugo.
Mi papá me seguía llevando de vez en cuando a los partidos del América, pero no me llamaba la atención ni el uniforme ni los jugadores.
Fue en la temporada 80-81 cuando me llevaron a CU a un partido de los Pumas. Esa vez vi jugar a Hugo, Negrete, Olaf, al Tuca, al “Pareja” López y a Paolino (son los que más recuerdo). Fue contra las Chivas, con un contundente 5-3 a favor de Universidad.
Me empezaba a llamar la atención el equipo universitario. El uniforme, la afinidad con familiares y, desde luego, la forma de jugar y la pasión que se vivía en la tribuna. Me ganaron. Muy diferente a aquel Atlético Español que no tenía afición.
Llegó el día del “sí”: la final de la temporada 80-81, cuando Pumas se coronó campeón ante el Cruz Azul. Mi abuelo me llevó al estadio. Estábamos en un palco del Palomar y viví esa emoción.
Recuerdo bien los goles. Los recuerdo perfectamente. También tengo muy presente cuando Hugo levantó la copa y luego a él lo levantaron en hombros.
Ahí decidí irle a los Pumas, al equipo campeón. Tenía siete años, y desde entonces soy Puma.
Ese mismo año le pedí a Santa Clos el uniforme de mi equipo, y fui claro en la carta: quiero el blanco con el puma azul, como cuando fueron campeones. Y sí, me lo llevó, pero además unos pants y una gorra del equipo.
Desde ahí comencé a seguir a Universidad. Y seguimos.
Mis ídolos: Hugo Sánchez, Miguel España y Jorge Campos.
Jugadores que siempre me llamaron la atención: Olaf Heredia, Félix Cruz, Raúl Servín, Mauricio Peña, Adolfo Ríos, Abraham Nava, Tuca Ferreti, Claudio Suárez, Braulio Luna, David Oteo, Gerardo Torrado Joaquín Beltrán, Leandro Augusto, Darío Verón, Efraín Velarde, entre otros.
EN CINCO PALABRAS.- Nunca se dirá el no.
PUNTO FINAL.- “Cada final tuvo un principio”: Cirilo Stofenmacher.
Twitter: @Mauri_Zapata