Rogelio Rodríguez Mendoza.-
Estamos a poco menos de un año de la elección del 2024, y luego de los resultados de la reciente contienda en el Estado de México, (en que Morena arrasó en las urnas para encumbrar a, Delfina Gómez como la próxima gobernadora), está claro que la oposición no tiene posibilidades de disputarle la presidencia de la República al partido guinda.
Es así porque, a esa derrota en el principal bastión priista desde hace un siglo, hay que sumarle que a estas alturas la oposición no solamente no tiene candidato, sino que tampoco se ve a alguien con las posibilidades de hacerle competencia a la corcholata que vaya a elegir, Andrés Manuel López Obrador para que sea sucesor.
Ninguno de los que han levantado la mano, tanto en el PRI como en el PAN, tienen el perfil necesario para competirle a Morena.
¿Santiago Creel? ¿Lily Téllez? ¿Luis Donaldo Colosio Riojas? ¿Beatriz Paredes? Imposible. Son figuras chiquitas y endebles políticamente frente a cualquiera de las corcholatas morenistas.
Y no es que los aspirantes de Morena sean unos dechados de virtudes, pero llevan al menos dos años haciendo proselitismo y ya sus identidades están firmes en el colectivo social, por lo que difícilmente un candidato opositor les hará ruido.
Bajo esas circunstancias, la oposición necesita con urgencia de un Plan B consistente, básicamente, en concentrar todos sus esfuerzos en ganar la mayoría de las legislaturas, tanto las federales (la cámara de diputados y la cámara de senadores) como las estatales.
De hecho, esa tendrá que ser una prioridad no solo para los partidos opositores sino también para los mexicanos. No podemos permitir que un solo partido monopolice el poder público.
¿Usted se imagina a Morena con el control absoluto del Poder Ejecutivo y el Legislativo? Sería una desgracia para el país porque entonces no habría forma de frenar los excesos desde la Presidencia de la República.
Aquí le he comentado que, gracias a que Morena no tiene actualmente mayoría calificada en el Congreso de la Unión, López Obrador no ha conseguido consumar sus caprichos y arbitrariedades, como esa de desaparecer al INE y al INAI, o de hacer que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sean electos ¡por voto popular!, lo cual, por supuesto, es una idiotez por donde quiera que se le vea.
Si su partido y aliados sumaran los votos necesarios para aprobar reformas constitucionales, júrelo que ya estaríamos peor que Venezuela, Nicaragua, y otras naciones que padecen el yugo de una dictadura.
Entonces, ojalá que el PAN, PRI, PRD y otros partidos que se les sumen, sean capaces de diseñar una estrategia que les permita ganar el mayor número de curules. Es lo más sano para la democracia mexicana.
Para ello, deberán ser particularmente cuidadosos al momento de definir las candidaturas. La única forma de combatir a Morena es poniendo a competir a candidatos que tengan un auténtico respaldo ciudadano.
Los partidos opositores deben entender que, en esta elección que viene no solamente ellos se juegan todo. También nosotros, los ciudadanos, nos jugamos el futuro.
EL RESTO.
PRI, MEJOR QUE PAN. – Por cierto, la elección del pasado domingo dejó claro también que el PRI es hoy un partido mejor posicionado que el PAN, aún y cuando este gobierne cinco estados y aquel solamente dos.
Lo demostró en Coahuila, donde en alianza con el PAN ganó por más de dos votos a uno a Morena y sus aliados.
Pero otro dato relevante es que, en el Estado de México, la derrota de la candidata de la coalición Va por México, Alejandra del Moral, no fue tan estrepitosa como se pronosticaba. Delfina Gómez ganó apenas con el 8 por ciento de diferencia en los votos, lo cual revela la fuerza del priismo.
El dato es relevante porque la lógica diría que, en la alianza con el PAN y PRD, el PRI deberá llevar mano en la definición de las candidaturas. Eso seguramente alborotará el gallinero tricolor en Tamaulipas.
ASI ANDAN LAS COSAS.