En una clase de tutorías una alumna me dice, como una explicación o justificación, a no llevar la tarea: “No puedo planear un día de mi vida y usted quiere que haga un plan de vida”. Efectivamente, en una parte del programa de tutorías se explica a los alumnos cómo planear las cosas de la vida; y claro, se inicia con el plan de un día en la vida de un estudiante. La cuestión es empezar a trabajar con una agenda.
En el caso de los estudiantes, de entrada, ya tienen ordenada parte de su vida: el horario de clase les consume, al menos en la universidad, sea toda la mañana o toda la tarde. A partir de ahí tienen tiempo libre que se va ocupando con diversas actividades; incluso, unas son parte de la vida universitaria: como hacer tareas, aprender idiomas, hacer deporte… reuniones de tutorías, hacer prácticas pre profesionales o el servicio social.
SENTIDO A LA VIDA
Yo estoy convencido de que algunas cosas, quizá no todas, sí se pueden planear. El primer paso es tener objetivos, poner metas y poco a poco, ir construyendo la idea y las tareas que implican pensar en lo que uno quiere ser, vaya pues, cuando sea grande. De chicos, unos dicen, quiero ser bombero, otro abogado, unos más ingenieros. Creo que, a partir de ahí, es como se inicia una planeación de la vida. Claro, no todos tienen un pensamiento y una acción congruente. Les cuento dos casos:
Una alumna me decía que su sueño era convertirse en actriz. Sin embargo, sus actividades extracurriculares eran deportivas, le encantaba jugar futbol. Recuerdo que un día le indique: ves a ese joven, es de Reynosa y cuando llegó me dijo yo quiero ser actor, pero mis papás me piden que haga primero una carrera universitaria. Hoy José Luis, está convertido en un actor… lo he visto en TV Azteca y en obras de teatro allá en la CDMX.
Un día, precisamente, les puse un ejemplo: una alumna nunca había dicho que deseaba ser escritora, pero les conté ahí la pueden ver: siempre trae un libro de lectura, me dice: “Profe, me acabo de inscribir en un concurso de cuento, deséeme suerte” o me la encontraba en la calle y me decía: “ya leyó tal libro, yo lo estoy haciendo, cuando lo termine se lo presto. Por cierto, la joven que deseaba ser artista terminó su carrera, hizo su examen profesional, se casó y hoy vive en Nueva York.
DECISIONES TRASCENDENTALES
Siempre he pensado que la vida nos lleva a tomar decisiones. Y hay dos que, en lo personal, son decisivas, trascendentales para el desarrollo de la persona. Una tiene que ver con la profesión que se elige. En este punto a veces los padres cometen errores garrafales: me tocó conocer el caso de una joven que estudiaba Ciencias de la Educación, quería cambiarse a Comunicación. Me confesó: mi mamá quiere que sea maestra, como ella; pero yo no, yo prefiero la comunicación. Se cambiaba de carrera sin el consentimiento de sus padres… corrió el riesgo y le fue bien.
Otra decisión, sin duda, es la del matrimonio. Tiene un impacto tremendo: vi a más de un estudiante, hombre o mujer, que se casan y dejaban de estudiar; otros, sin embargo, siguieron con el apoyo de su pareja. La pareja, compañera, esposa o esposo, quiérase o no puede ser un soporte o una debilidad para concluir estudios. Me dio gusto, por ejemplo, conocer casos de jóvenes estudiantes que, al casarse, interrumpen sus estudios y luego regresan a concluir. Uno regresó casi 20 años después, me dijo: quiero cerrar ese ciclo.
EJEMPLO Y ADMIRACIÓN
La decisión de qué vamos a hacer con nuestra vida, es decir, empezar a darle un rumbo no tiene principio ni fin. Pero concuerdan los expertos que es a partir de los estudios de secundaria y preparatoria cuando cada uno de nosotros le va dando un rumbo a nuestra vida. Y que, por lo regular, dejando a un lado la cuestión sentimental o de formar una familia, que el rumbo se define por el ejemplo y la admiración que uno tiene por algo, que así se va formando la vocación.
Al principio, de niños, a veces queremos ser como el papá. Luego nuestra visión de las cosas, nuestras ambiciones y deseos, van tomando rumbo. Recuerdo que un día un amigo me dijo: si para los 50 años no te hiciste rico, ya te fregaste. Era su meta: hacerse rico y, hoy en día, es un próspero constructor que puede presumir que su vida cambió como resultado de un arduo trabajo… hagan de cuenta, un completo aspiracionista, sin llegar a las excentricidades de Santiago Nieto ni César Yáñez… y hoy en día un apasionado operador de la 4T.