abril 2, 2025
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Joel Balderas

Política aburrida

marzo 21, 2025 | 67 vistas

Hay un fenómeno generalizado en Latinoamérica y es que la política se ha convertido un escenario bastante monótono y poco atractivo para los ciudadanos, principalmente los jóvenes, a la gente poco a poco le van dejando de interesar los temas políticos y esta realidad afecta la percepción pública hacia los actores políticos.

En Tamaulipas, por ejemplo y por alguna razón, en los últimos años la comunicación de los políticos en general se ha vuelto una especie de mercado publicitario sin una línea definida, tenemos llenas las redes sociales de contenido vacío, carente de innovación, muy desfasado en el tiempo y sin la menor intención de conectar con la ciudadanía.

La mayor parte de la comunicación política se llena solo de mensajes prefabricados, poco auténticos y repetitivos, que son difundidos sin tomar en cuenta los intereses reales de la población, tirando mil mensajes al aire para ver si es una de ellas el mensaje cae en alguna persona y cumple su objetivo.

A pesar de que los medios digitales son una gran herramienta de comunicación, muchos políticos aún utilizan estas plataformas de manera superficial, publicando contenidos vacíos, con fotografías posadas como si no hubiese algo mejor que comunicar dejando de lado el contenido que interesa a la gente lo que provoca una respuesta negativa o, aún peor, de indiferencia total por parte de los ciudadanos. Se pierden oportunidades valiosas para conectar, entender y atender necesidades de la gente del pueblo. 

Por supuesto que también hay políticos que están del otro lado, que generan contenidos dinámicos, atractivos, pegados a la realidad ciudadana y con mensajes en algunos casos disruptivos que captan la atención de la gente y quienes hacen uso de estas estrategias generalmente son los políticos más jóvenes.

Otro ejemplo claro son los informes de gobierno, eventos tradicionalmente destinados a comunicar logros y planes futuros. Esto es positivo, pues la ciudadanía quiere escuchar directamente de sus gobernantes qué se está haciendo en beneficio de la sociedad. En teoría, deberían ser actos del pueblo y para el pueblo, con una comunicación enriquecida por mensajes cercanos y emotivos que inspiren orgullo y reflejen el compromiso real del gobierno con su gente.

En nuestro caso particular no se discute el valor del contenido que puedan tener los informes de gobierno, porque en Tamaulipas hay mucho que informar pues existen avances significativos en diversos rubros como el desarrollo económico, el manejo eficiente del presupuesto y las importantes inversiones en obra pública. Estos logros merecen ser comunicados, pero es indispensable hacerlo de manera efectiva, clara y cercana a la ciudadanía.

Por lo menos en Tamaulipas los informes parecieran que están totalmente enfocados en dirigirse a otro sector: políticos de alto nivel, gobiernos estatales y por supuesto al gobierno federal, dejando completamente fuera a la ciudadanía de la oportunidad de ser los primeros informados.

Se realizan en escenarios privados, con accesos sumamente restringidos mediante grandes operativos de seguridad, barricadas y guardias, imposibles de atravesar para el ciudadano común. A estos eventos solo asisten invitados de alto nivel político, no solo del Estado sino de diversas partes del país, mientras la ciudadanía queda marginada, sin oportunidad de escuchar directamente a su gobernador. 

Además el gasto en estos eventos es muy notorio y, sin atender el tema de la movilización de miles de funcionarios, vemos en el recinto grandes escenarios, tecnologías sofisticadas, pantallas gigantes y un despliegue visual impresionante destinado únicamente a satisfacer a la élite política, cuando estratégicamente podrían realizarse en espacios más accesibles y populares, permitiendo así una interacción real con los ciudadanos porque  finalmente son ellos los que le darán o no la aprobación al trabajo de su gobernante.

Llenar los recintos del informe con miles de funcionarios y políticos que aplauden y celebran los mensajes del Gobernador no es un indicador real de la aprobación de un gobierno. La verdadera evaluación viene de los ciudadanos que recorren diariamente las calles y viven en contacto directo con la realidad del Estado, entonces ¿por qué no llevar esa comunicación más directa a ellos?, ¿por qué no lo intentan?

Esta situación tiene consecuencias palpables: la población muestra cada vez más apatía, menos personas participan en iniciativas políticas y existe un alejamiento especialmente entre los jóvenes, que perciben la política como aburrida, irrelevante y alejada de su realidad diaria.

Es indispensable que los políticos evolucionen en sus formas de comunicación, usen nuevas herramientas, se fijen y tomen de ejemplo a los mejores, que aprendan a escuchar a la gente, dialogar e involucrar activamente a la sociedad antes de intentar convencer, a través de sus mensajes en los medios, que su trabajo es magnífico y aún puede ser mejor.

Dejemos la política aburrida y hagámosla divertida.

Nos leemos la próxima.

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