Desde el pasado 20 de enero del presente año la administración gubernamental de los Estados Unidos ha venido promoviendo una cultura de odio y racismo contra las personas inmigrantes indocumentadas que se encuentran en ese país.
Las autoridades migratorias y de seguridad nacional estadounidense vienen realizando y promoviendo diversas formas institucionales de odio, a través de leyes que extranjerizan y criminalizan a los inmigrantes.
El gobierno estadounidense ha venido derogando varias acciones y decisiones ejecutivas contra los inmigrantes indocumentados, de forma polémica, radical y que van en contra de los derechos individuales.
Las medidas radicales sobrepasan las formas de actuar y algunas son violatorias de los derechos humanos, como el caso de la orden ejecutiva que considera no reconocer la ciudadanía de niños y niñas nacidos y nacidas en suelo estadounidense de padres inmigrantes ilegales radicados en el país o cuando ninguno de los padres sea ciudadano estadounidense o residente permanente legal.
Los operativos de deportación masiva no tienen freno, todos los días se ejerce una feroz campaña a nivel nacional en contra de los inmigrantes, las redadas se realizan en escuelas, hospitales, iglesias, centros comerciales, restaurantes, fábricas, campos de cultivo, bares y hasta en domicilios, las autoridades de Trump mediante la publicación de spots televisivos se refieren a las personas indocumentadas como “criminales”.
En diversos medios de comunicación se ha intensificado una campaña antimigratoria, la que exhorta a los inmigrantes no pensar y mucho menos llegar a los Estados Unidos, ya que de ingresar a ese país y en caso de violar las leyes serán perseguidos y enjuiciados.
Las detenciones de inmigrantes indocumentados van en aumento todos los días por parte de los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y otros cuerpos del orden.
A tres meses del segundo mandato presidencial de Donald Trump van más de 40 mil inmigrantes indocumentados detenidos, reportados y enviados a sus países de origen, lo que ha provocado un caos, preocupación, angustia y nerviosismo a los migrantes con estatus legal.
Ante ello, muchos latinos ya no están acudiendo a bares, antros, cines, centros comerciales, restaurantes e incluso ya miles se han unido en una estrategia de acción contra las medidas radicales de Trump a través de marchas y mítines.
La discriminación, el odio y el racismo son fenómenos negativos que atentan contra la población migratoria y violentan los derechos humanos de estas personas.
El racismo no solo se presenta mediante la discriminación por los usos y costumbres, tono de la piel, color del cabello o rasgos faciales, sino también por el género, idioma y raza.
La administración Trump trabaja en dividir a la sociedad estadounidense mediante el racismo, a través de la bandera de hacer que Estados Unidos vuelva a ser una nación grande.
Los inmigrantes viven una severa crisis que no sólo es de tipo económica, ahora también registran angustia, nerviosismo, temores, estrés debido a la “cultura del miedo” que el gobierno de Trump realiza y propaga, en la que el miedo se utiliza sistemáticamente para controlar o manipular a la población.
Amnistía Internacional ha concluido que el derecho al asilo en la frontera entre Estados Unidos y México es inexistente, en violación a las obligaciones nacionales e internacionales de Estados Unidos en materia de derechos humanos.
Y peor aún porque la administración Trump ha implementado la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para justificar una persecución sistemática contra la comunidad migrante.
Dicha ley es utilizada en ambientes de guerra, la que vulnera todo principio fundamental del Derecho Internacional y de derechos humanos.
Un grupo de 21 senadores encabezados por Dick Durbin (Illionis), demócrata de mayor rango en el Comité Judicial y Alex Padilla (California), miembro de mayor rango del Subcomité de Inmigración a través de una carta enviada al mandatario estadounidense, exponen su inconformidad a la política de los indocumentados que viene realizando el presidente Donald Trump, al detener a familias migrantes, las que consideran que la detención no solo perjudica a los niños y las familias, sino que también es costosa e ineficaz.
Las personas migrantes que se encuentran en Estados Unidos enfrentan amenazas diversas a sus derechos humanos y garantías individuales, lo que incluye discriminación, detenciones arbitrarias, protección legal y deportaciones sin un debido proceso.
La situación que hoy viven las personas inmigrantes en Estados Unidos, evidencia las violaciones directas a sus derechos humanos, los discursos de odio, racismo, xenofobia y la criminalización de la migración.
El trato denigrante que están recibiendo los migrantes deportados por el gobierno de Donald Trump no sólo vulnera los derechos humanos y las garantías individuales, sino que atenta contra los principios básicos de dignidad humana.
La narrativa del miedo ya forma parte de los instrumentos de política del gobierno estadounidense, conocedor de las emociones que genera entre las personas y los gobiernos, promueve la polarización, incertidumbre, temores y odio con un giro radical como contrapeso para lograr confianza y esperanza a sus compatriotas.
Así las cosas…
Y Usted, ¿qué opina?
Nos vemos a la próxima.