Melitón Guevara Castillo.-
En México durante años el sistema de partido pluralista fue una ficción. El PRI dominaba y los otros partidos eran paleros, lo apoyaban y seguían la corriente. Con la entronización de Morena se busca destruir al sistema de partidos; eliminando la competencia, a la oposición, y seguir igual que el PRI de antaño: predominante. Basta ver lo que está sucediendo en Tamaulipas con los partidos políticos de oposición, sobre todo el PRI.
En este momento el PRI está reducido, digamos, a polvo y cenizas. Del otrora partido no queda nada; en su evolución, buena parte de sus activos se fueron, como fue el caso de Felipe Garza Narváez o Florentino Sáenz Cobos. Quedan, es cierto, algunos priistas como Edgar Melhem, Mayra Ojeda, Alejandra Cárdenas y, entre otros, Ramiro Ramos Salinas y Mercedes del Carmen Guillen Vicente. Y son ellos los que en este momento dan la cara por su partido.
REGRESA PALOMA
Las nuevas generaciones, hagan de cuenta, no conocen a Paloma: Mercedes del Carmen Guillén San Vicente. Tampiqueña, nació en 1954. Es abogada con maestría en Admiración Publica. Fue diputada local en los ochenta, fue Secretaria General de Gobierno en la época de Yarrington. Ha ocupado cargos partidistas y lo más reciente en política fue ser candidata local en Tampico. En fin, la cuestión es que ahora se aparece como Delegada del PRI en la entidad. Difícil tarea, pero ahí está, como quien dice, ya dando órdenes.
El regreso de Paloma a las actividades partidistas no puede ser incierto, para quienes la conocen. La única cuestión es que, dada su experiencia política, puede aportar mucho a las tareas de su partido. La cuestión es que hagan de cuenta que tiene que comenzar de cero. Mayra Ojeda, que es líder interina, fue de las primeras que abogaron y apoyaron la coalición con el PAN, por eso enfrentó a Edgar y a otros. Por cierto, a Paloma se le vincula con Miguel Osorio Chong, el archienemigo de Alejandro Moreno… por eso su inexplicable llegada como delegada partidista.
RAMIRO ESTÁ VIGENTE
Ramiro Ramos Salinas reaparece en el PRI estatal. Según la invitación que circuló en redes sociales va a dirigir la Fundación Colosio; hagan de cuenta, será el segundo oriundo de Nuevo Laredo que lo presida: el primero fue Edgar Danés, el actual Magistrado del Tribunal Electoral en la entidad. En fin, recordemos que Ramiro fue líder estudiantil en Comercio. Es contador público, Maestro en Negocios por la Universidad de Texas y Doctor en Administración Pública por la UAT. Presidente estatal del PRI y líder del Congreso local.
Ramiro es un activista nato, lo observamos hoy en día, con su manejo comunicativo en las redes sociales. Pretendió ser el candidato a gobernador y presento, a la sociedad tamaulipeca, un texto donde daba a conocer lo que serían sus objetivos y estrategias de gobierno. Así que ahora, con su nueva tarea partidista, de presidir a la fundación Colosio se augura, o pensamos quienes lo conocemos, que hará un buen papel y que, además, la va a convertir en su plataforma para seguir haciendo ruido en la vida política de Tamaulipas. En pocas palabras, su llegada a la Fundación Colosio no será, digamos, para ser un florero, como muchos estilan en sus cargos partidistas.
LEVANTAR EL VUELO
Mercedes del Carmen y Ramiro Ramos son profesionales de la política. No pueden ser ingenuos o ignorantes de la realidad, del contexto actual. Ambos saben perfectamente los límites y alcances de lo que pueden hacer, vamos pues, en su tarea y responsabilidad partidista. Pueden, eso sí, con su trabajo, enderezar un poco el barco. Pero difícil, muy difícil, recobrar el terreno perdido primero ante el PAN y luego ante MORENA. Saben, bien que saben, que no pueden soñar.
El problema del PRI, herencia para los actuales dirigentes, es el pasado de corrupción de los gobernantes que entronizaron. Vicente Fox le ganó el PRI por primera vez la presidencia de la República: el pueblo no aguantó la corrupción e impunidad gubernamental. Y le repitió la dosis con Felipe Calderón: y el PAN no aprendió la lección, fue igual que el PRI. Por eso el PRI regresó al poder con EPN: y fueron, por desgracia para México, aún más corruptos. Javier Duarte y Emilio Lozoya son apenas dos muestras, evidencias, de lo que sucedió en el último gobierno presidencial priista.