Melitón Guevara Castillo
Difícil pensar que en ningún momento le dijimos a un amigo, “eres un presumido” o que, en fin, alguien nos lo dijo. Yo la verdad, no recuerdo que alguien me lo haya dicho: pero a mi paso por esta vida sí me he topado con más de uno, hombre o mujer, que ha presumido de algo. En el diccionario dice que un presumido es alguien que se jacta de algo, se entiende, de un logro, de algo material, que lo hace en contexto de diferenciarse de alguien, enfatizando que es mejor.
En realidad, es preciso recordar algunas variantes de la personalidad que tiene que ver con actitudes: el ser humano puede ser soberbio, altanero, prepotente, abusivo, vanidoso, orgulloso, pero también puede ser humilde, sencillo, modesto, ecuánime, tolerante, irritable, de mecha corta. En fin, hay muchas palabras o expresiones para describir a una persona, claro, en un determinado contexto.
PADRES PRESUMIDOS
Este fin de semana atendí una invitación a una fiesta infantil. No es la primera vez que lo hago; y en ellas encuentro que los padres, orgullosos, o presumidos, de su hijo o hija no pueden ocultar la emoción. La cuestión es que, a veces, las fiestas son de niños de uno, dos o tres años, bien vestidos, que son testigos de cómo los invitados se toman fotos con los papás cargando al niño; incluso, en el evento, a veces hay hasta una animación infantil. Algunas fiestas son en el kínder o en la escuela. La fiesta la disfrutan los grandes.
Los padres siempre están orgullosos de sus hijos, pero en general, vale anotar que el ser humano es así: le gusta presumir, hacer ostentación de la felicidad de ser padre; pero igual, nosotros mismos, hacemos festejos de cumpleaños… presumimos que ya somos un año más viejo. En un contexto más grande resulta que el ser humano en general gusta, se emociona, con patentizar, a propios y extraños, presumir un logro, un nuevo carro, una casa, un viaje… en fin, basta revisar las redes sociales.
ESTUDIOS Y TRABAJO
Como estudiantes nos gusta presumir que nos graduamos, no importa el nivel, el chiste es que lo logramos. Y nuestros padres, felices, si pueden echan la casa por la ventana de pura felicidad. Hoy leo, por decir, en las redes sociales que los padres festejan que sus hijos ya van a la escuela; presumen en las redes sociales que son bien aplicados, que sacan diez y mención honorifica. Y no se diga, cuando es la graduación aniversaria: se porta con orgullo la toga y nos tomamos la foto del recuerdo.
Una de las cosas que, por lo regular, sentimos satisfacción es el trabajo que realizamos. A mí, por ejemplo, me dio gusto cuando me dieron el diploma de “Maestro Emérito” o que una generación puso mi nombre a la misma. Nos sentimos orgullosos del primer trabajo y de cómo vamos ascendiendo en el nivel de responsabilidades. Y, más orgullosos, cuando hemos cumplido y nos jubilamos: llegar a esta etapa es ya no recibir órdenes ni tener que hacer informes.
PLACERES DE LA VIDA
Todos, pero todos, en cierto momento tenemos ciertos placeres de la vida. Momentos de felicidad que nos dan ciertas etapas o sucesos, determinados logros o comodidades materiales. Los políticos, por ejemplo, les gusta presumir sus relojes, sus plumas, sus coches, sus casas, sus viajes… y luego, por ello, les va mal. Recuerdan el caso de Emilio Lozoya, se le ocurrió ir a disfrutar un pato a la orange, a su restaurante favorito, lo balconearon y le quitaron su libertad condicional… Y a veces, presumen tanto, que se ven en problema, recuerdan al político nayarita que un día confesó: sí robo, pero poquito.
En las redes sociales es frecuente que se presuman dos cosas: los viajes, sea a la playa o al extranjero, sobre todo en vacaciones; y sin necesidad de vacaciones, muchos presumimos lo que comemos: la comida local, o regional, como las gorditas, el asado, las salsas. Y claro, si andamos de viaje o estamos en una fiesta, digamos de lujo, presumimos los tiempos de la cena… y es que, al menos yo lo confieso, mi cultura culinaria no es basta, así que a veces me sorprende el plato que me sirven: aunque, les diré, un día en Matamoros en una fiesta infantil sirvieron asado con pan blanco… en Ecuador pedí carnitas y el complemento fueron palomitas de maíz.
CONSECUENCIAS
La sociedad tiene sus reglas de convivencia y, por lo regular, quien se comporta de manera muy diferente, siempre recibe su castigo… hagan de cuenta, la ley del hielo. Ser presumido o jactarse de algo, no siempre es bien recibido por los amigos o familiares. Y en el caso de los servidores públicos, o los políticos, que les gusta presumir, no entienden que la vida da muchas vueltas. No es lo mismo estar arriba que abajo, tener o no tener: la realidad, al paso del tiempo, los coloca en su lugar.