abril 25, 2025
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Josefina Guzmán Acuña

Prohibir o no prohibir. El dilema de los corridos

abril 23, 2025 | 41 vistas

Josefina Guzmán Acuña

Quienes estudian el corrido señalan que, los primeros indicios de este género musical se remontan a principios siglo XIX. Tuvo un papel muy importante en la Revolución Mexicana, puesto que alentaban y motivaban a soldados después de una batalla o de una jornada larga de trabajo. Durante este período, los corridos generaban identidad y acentuaban los diferentes bandos involucrados en la contienda, mofándose o ridiculizando al enemigo. Quienes estudian el fenómeno, coinciden es su naturaleza musical, literaria y social.

Para Georgina Trigos (1989) el corrido es una forma de expresión tradicional y popular en el que se integran manifestaciones literario-musicales, pero con características propias y que forman sub-clases con rasgos temporales-espaciales que se diferencia entre sí. La categoría tiempo y espacios son fundamentales, puesto que tienen la especificidad de cada región y va evolucionando a través del tiempo. Otra de las características es que cuenta hazañas de héroe o narraciones de hechos que la comunidad considera importantes.

Los corridos han formado parte de la cultura tamaulipeca por décadas, del folklore y de la música norteña, característica de la frontera del estado pero que se ha popularizado a otras zonas del norte de país, principalmente. La polémica sobre este género musical se generó a partir del aumento significativo de la violencia y la inseguridad, que pusieron a Tamaulipas entre los estados más inseguros del país, sin que realmente se llegara a un acuerdo sobre su prohibición.

El debate ha regresado hace unos meses debido al gran auge que en los últimos años han tenido los corridos a los que han denominado como “tumbados” o “bélicos”. Estos corridos son originalmente de Sinaloa, pero no están exentos los estados del norte del país. Esta nueva modalidad se caracteriza por exaltar la vida del narcotraficante, como una vida ideal, en la que el poder, el dinero abundante que provee una vida exuberante y excéntrica en la que se tira el dinero de manera superflua, los carros de lujo, las armas y las ropas de marca, se encuentran entre los temas principales. Se promueve, además, el consumo de drogas y de alcohol.

Estos corridos se popularizaron en niveles inimaginables, no sólo en México si no todo el mundo. Los artistas llegaron a programas y shows en los que anteriormente no eran espacios para mexicanos. Esta popularidad se dio en gran parte a las redes sociales y en particular en TikTok, y el surgimiento de los Influencers que presumen esta vida ostentosa, con formas particulares de vestir ropa de marca, de mujeres con cuerpos moldeados por cirugías, promoviendo estilos de vida ostentosos ligados al dinero proveniente del narcotráfico.

A lo largo de la historia ha habido movimientos musicales controvertidos, puesto que desafían las normas culturales predominantes, abordan temas tabúes, traspasan límites de lo socialmente aceptable, utilizando jergas y lenguaje despectivo, usando términos coloquiales, expresiones que pueden ser ofensivas, vulgares, groseras o que expresan desprecio hacia algo o alguien. El Rock, Hip hop, Reguetón, entre otros, han estado en esta polémica.

En México en este año, diez estados han implementado leyes para controlar o limitar la difusión de corridos en espacios públicos. Estos estados incluyen Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Quintana Roo, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Aguascalientes, Querétaro y el Estado de México. Por otro lado, la Presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado que su gobierno no ha prohibido los corridos, pero busca promover otros contenidos y construir una conciencia social que rechace la glorificación de la violencia. Sin embargo, la implementación de estas prohibiciones ha generado un debate significativo sobre la libertad de expresión y la efectividad de estas medidas para reducir la violencia.

La influencia de la música, en este caso de los narcocorridos, en niños, niñas, adolescentes y jóvenes es un tema complejo y debatido. Algunos estudios sugieren que no hay una relación directa entre escuchar un tipo de música y participar por ejemplo en ese tipo de actividades. Pero, lo que sí es importante señalar, es que normaliza y exalta la vida del narcotráfico. Los corridos al igual que series u otros productos culturales, pueden hacer que se vea esta actividad como normal y deseable. La riqueza, el poder y estatus asociados con el narcotráfico pueden influir en la percepción de infancias, adolescencias y jóvenes. De igual manera, puede provocar admiración por los narcotraficantes y verlos como modelos a seguir, puesto que se retrata lo mejor de esta vida y se minimizan las consecuencias negativas de esta actividad.

La prohibición de los corridos refleja solamente un aspecto, en el que las autoridades buscan prevenir la violencia y de desincentivar al narcotráfico como un estilo de vida ideal a través de la regulación de su contenido. Sin embargo, esta medida por sí sola no dará resultados, puesto que forma parta de un complejo problema social, que va desde la falta de oportunidades educativas, laborales y entornos en los que hay exposición a la violencia de manera cotidiana, todo lo cual influye en crear identidades, decisiones y proyectos de vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

Prohibir los corridos no es la varita mágica que solucionará el problema. Las respuestas deben de ir acompañadas de diversas estrategias. Es necesario una combinación de esfuerzos educativos, culturales y comunitarios, junto con el apoyo a familias vulnerables, de manera que se pueda contribuir a reducir la glorificación de la violencia y ofrecer a jóvenes modelos a seguir positivos y constructivos. La colaboración entre todos los sectores de la sociedad es esencial para lograr un cambio duradero y significativo.

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