diciembre 4, 2024
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María José Zorrilla

¿Qué nos pasa?

abril 7, 2024 | 238 vistas

María José Zorrilla

 

Escribo esta columna a un par de horas antes que comience el debate.  Los tiempos no nos permiten enviar más tarde el material para publicarse en prensa escrita los lunes. Hay mucha expectativa sobre cómo se desenvolverá este acontecimiento, el primer encuentro entre los tres candidatos en vivo y a todo color. Mientras los jefes de campaña y asesores estarán afinando los últimos detalles y previendo tal o cual situación para asegurar que sus candidatos salgan lo mejor librados, me pregunto realmente cuál será la mejor estrategia para combatir el peor mal de este país. La inseguridad. A dónde uno voltee hay un delito, un fraude, un secuestro, un feminicidio, una violación, una desaparición, un levantón, un asesinato. Donde se escarbe se encuentran cadáveres. Me atrevo a decir que en la mayoría de las familias mexicanas por no decir todas, han estado de alguna manera relacionadas con alguno de estos terribles actos de violencia. Ya sea que hayan sido víctimas directas o familiares y amigos han tenido el infortunio de padecer alguna de estas atrocidades. Me viene a la memoria aquel célebre programa de crítica social aguda de Héctor Suárez ¿Qué nos pasa? A dónde hemos permitido que llegue nuestro México. Leía ayer en El Norte un muy interesante artículo de un intelectual que no tenía el gusto de leer ni conocer. Una de las críticas más razonadas que he visto en tiempos tan candentes como el actual, con un país dividido entre chairos y fifís y golpeado por igual por la violencia y la impunidad sin importar condición social o política.  Eduardo Andere Martínez se pregunta cómo es posible que unos vean todo tan mal y otros todo tan bien. Desmenuza con meticulosidad lo que realmente es sano para una democracia. Es la deliberación de puntos diversos, pero con un lenguaje compartido dando por entendido que el lenguaje que dirime los desacuerdos es la ciencia. Vaya claridad que pareciera obvia, pero en lo personal me parece que se abre un mundo de opciones que trascienden colores e ideologías. Para los problemas relacionados con las ciencias exactas se utiliza el lenguaje de las matemáticas, la química, la física y la astronomía. Para los problemas relacionados con las inexactas como la psicología, la economía, la antropología, el debate se dirime con las estadísticas. La ciencia detrás de la tarea de gobernar dice el autor es la economía y su rama es la política pública y pone como ejemplo cuestionarse si es mejor hacer el tren maya o 15 mega plantas de agua potable o 300 plantas desaladoras de tamaño moderado, concluir el NAIM o construir el AIFA. Reconoce que a corto plazo con este gobierno hay una reducción en materia de pobreza, pero el acceso a los servicios de salud y educación se han deteriorado y algo que no menciona es el tema de inseguridad que está desatada. En su acertada columna habla de otras variables que han contribuido a la fortaleza del peso que proviene de condiciones externas como las remesas y el distanciamiento de USA con China y las oportunidades del nearshoring. Habla que la 4T ha tenido suerte, pero no eficacia; la eficacia resulta de combinar condiciones externas con políticas correctas. México estaría creciendo a tasas más elevadas si en lugar de megaproyectos se hubiera invertido en infraestructura para agua potable, energía, comunicaciones y transportes eficaces o en la mejora de servicios de educación, salud y seguridad. Urge, asevera, la conciliación entre los líderes, urge un lenguaje que además de ser respetuoso, distinga la ficción de la realidad. Si eso impera, asevera Andere, no importa quien gane. Con Claudia o Xóchitl nos iría bien. Añadiría que si nos desprendemos de las ideologías que nos eclipsan la realidad sería maravilloso imaginar que después del 2 de junio hubiera una insólita reconciliación con sus debidas diferencias, para buscar las mejores soluciones para un México mejor y más tranquilo. Se ven estos casos de integración cuando los países entran en guerra. Nuestro verdadero enemigo no es un país vecino ni lejano, nuestro enemigo no está pintado de ningún color. Lo conocemos por su nombre y por sus acciones. Antes de preguntarnos qué nos pasa, actuemos.  Sería muy lamentable pasar del ¿Qué nos pasa? al ¿Qué nos pasó?

 

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