Ma. Teresa Medina Marroquín
FRENTE A LA SUPERPOTENCIA, RECUPERAR LA DIGNIDAD POLÍTICA
Hay de urgencias a urgencias; unas son las de dos partidos políticos, PAN y PRI, que fueron grandes y tienen prisa de ir por el poder, aunque antes deben ponerse en paz con el pueblo y pagar sus deudas, cuyos saldos representan cifras astronómicas e impagables.
Por ahora, y a pesar de que no se les nota tanto apremio, estos dos partidos parecieran apoyarse en las amenazas que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump trae contra México y su emergente clase política.
Sus dirigencias (sin genuinos líderes) tienen como no queriendo la esperanza ventajosa que el imperialismo les haga la chamba y que a la vuelta de la esquina encuentren todo resuelto, el plato servido, para hacerse de las gubernaturas, del Congreso de la Unión y del propio Palacio Nacional en manos de Claudia Sheinbaum Pardo.
Una misión imposible la anterior, donde Morena y su comité nacional deberían verse, como en un espejo que revela todo y jamás miente, viendo correr el tiempo con la normalidad de un simple espectador, sin imaginar por nada del mundo la necesidad de una catarsis que nadie suponía iba materializarse en tan poco tiempo, una vez conquistado el poder en 2018.
AMÉRICO Y CIUDADANÍA: BUENOS INTERCAMBIOS DEMOCRÁTICOS
Se trata de la dignidad política, de la que rara vez se hablaba en el pasado más priista que panista, sin pasar por alto que en Tamaulipas los albiazules la están pasando bastante mal, pues afirman que se sienten “perseguidos” sin que su memoria les recuerde que en el pasado sexenio la buena política fue confundida con el asalto al presupuesto, según la Fiscalía Anticorrupción a cargo de Eduardo Govea Orozco.
De Tamaulipas, gobernado por el Dr. Américo Villarreal Anaya, esforzado para que los intercambios entre ciudadanía y gobierno se mantengan al más alto nivel democrático, nos volvemos otra vez a la Ciudad de México, donde las señales recibidas por Adán Augusto López, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores y las recepcionadas por Ricardo Monreal, coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, advierten que harán “corto circuito”.
“Corto circuito” que, de no darse las interpretaciones correctas, si vienen de Palenque o de Palacio Nacional, o si son realmente un juego de vencidas que ya rebasaron toda disciplina partidista al 2030, convertirán a un movimiento y partido político en una completa desfachatez que sólo vela armas para disputarse los más grandes cargos públicos, ajena completamente a las esperanzas del pueblo que aún se sostiene por la esperanza.
PRIANISTAS, MORENISTAS Y CLASE POLÍTICA, UNIDOS UNA VEZ
A nadie le conviene, ni a los “prianistas”, que los sólidos cimientos democráticos con los que México ha despegado a partir de los años 90, se vuelvan una perversa ambición de poder en medio de una crisis llevada al extremo por el gabinete de Trump, que abiertamente, de acuerdo con la revista Rolling Stone, se preguntaron antes del 5 de noviembre pasado y continúan preguntándose “¿Qué tanto deberíamos invadir México?”
Con todo y que la política suele degradarse (excepto en elecciones donde todos son una “legión de ángeles” al rescate de la gente), la urgencia más allá del PRIAN y de las guerras intestinas de Morena, es enviar a las negociaciones y diálogos con el gobierno americano a lo mejor de su clase política para evitar que las acusaciones de terrorismo se desfiguren al límite de una trágica invasión.
No importa que México tenga al segundo ejército más poderoso de Latinoamérica, la historia nos enseña que, contra el vecino del norte, el enfrentamiento bélico no es opción.
¡Deseándoles un día maravilloso!
@columnaorbe