Ana Medina.-
Pues bueno, yo sí vi Radical antes del CTE, algunas cosas me gustaron y otras no tanto, pero quiero compartirles algunas conclusiones a las que llegué después de verla, así como mi opinión.
Primero, no se habla mucho del método que utiliza el compañero Sergio, pero sí de la parte de cómo los compañeros e incluso el director ven mal a alguien que llega y quiere hacer las cosas diferentes. Me recordó mis primeros años de servicio, donde cualquier opinión era tomada a mal por los que tenían mayor experiencia y antigüedad, lo primero que hice cuando pude fue abrir las puertas a las opiniones de mis practicantes y nuevos ingresos, todos tenemos algo que aprender.
El método del que (no) se habla en la película se llama “Sugata Mitra”. Esta metodología propone un proceso en el cual los niños aprenden a hacer preguntas y a buscar ellos mismos las respuestas y no la “inventó” el docente, surgió de estudios que muestran que los niños pueden aprender casi cualquier cosa por sí solos, el punto es estimular su curiosidad. Algo así como Montessori al extremo.
Aunque la crítica ha considerado la película “casi perfecta” hay cosas muy extrañas, ¿a alguien lo han suspendido 15 días por problemas con su supervisor? Si a veces es difícil que nos den permiso económico, que es un derecho, ya me imagino a todos los profes comportándose “mal” para que me suspendan una semana, de preferencia la de mi cumpleaños.
Por otra parte, la violencia a la que Matamoros (todo el estado en realidad, pero la película es allá) se ha enfrentado desde hace años está bastante bien reflejada, a cuantos docentes les ha tocado hacerse de la vista gorda con papás y sus negocios o trabajos, con alumnos y sus actitudes y a más de uno con las cosas que traen en sus mochilas.
Lo más rescatable es el mensaje, cada uno de nuestros alumnos tiene su propio potencial que debemos desarrollar, tenemos la capacidad de enseñarles a creer en ellos mismos y concientizar sobre los problemas que enfrentan: marginación, pobreza, inseguridad son factores que se encuentran en muchos contextos y nuestros alumnos deben ser resilientes.
La película cuestiona la forma de educar, pero lo más importante es que el origen no define el destino. Me quedo con eso.
Refleja también la realidad que viven algunos docentes sin apoyo de la autoridad inmediata (si no hubiera sido por el director bonachón Sergio no habría durado ni un día), las trabas del sistema (no entiendo cómo cambiaron al maestro sin proceso y sin avisar) y la realidad de muchos alumnos que creen que una calificación es lo más importante cuando llegan a secundaria con 10 de promedio, pero sin tener comprensión de lectura.
La Escuela Primaria José Urbina, donde estudió Paloma Noyola, sigue con carencias después de 13 años, la alumna ya casi termina la universidad y en su escuela aún no hay centro de cómputo. Pero la verdad es que cuantas escuelas están en esa condición actualmente… honestamente falta una inversión millonaria en el estado solo para subsanar el rubro de infraestructura en las escuelas de educación básica, y ni qué hablar de materiales.
Las campañas políticas están comenzando y uno esperaría que los candidatos tengan cosas buenas que ofrecer para las escuelas, como computadoras reales y no de cartón. Esa escena sí que me dolió, porque más de una vez me tocó consolar la decepción de mis alumnos por un deseo no cumplido, un proyecto no realizado o por enfrentarse a un sistema plagado de baches.
El maestro se volvió un hashtag “orgullo tamaulipeco”, pero, aunque no sean películas, sé que en muchos lugares hay historias de éxito y eso me devuelve la fe en la humanidad magisterial.
Pregunta abierta ¿Qué tan difícil seria implementar este programa con las bases de la Nueva Escuela Mexicana?
Pienso que con el análisis del CTE es sencillo de plantear una respuesta ¿ustedes qué opinan?