mayo 22, 2025
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Manolo Campos

Radiografía del inepto poderoso

mayo 21, 2025 | 17 vistas

Queridos lectores, parece que metí la pata hasta el fondo en mi columna “El funcionario voraz”. Resulta que, en mi afán de pintar la tragicomedia de la corrupción mexicana, dije que el ilustre Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila y campeón del endeudamiento creativo, vivía exiliado en España, probablemente echándose unas tapas y suspirando por su tierra. ¡Error garrafal! Mi primo José Germán, me corrigió: el señor Moreira ya dejó atrás la vergüenza y ahora se pasea por la “ciudad de la eterna primavera”. Sí, ahí está, campante como pavorreal, practicando su swing en el club de golf “Los tabachines”, de seguro el Fiscal General Alejandro Gertz Manero ya está tras este pillo, ¿no? …

Mi padre, un viejo zorro en el arte de observar a la fauna humana, tenía una palabra muy suya para cierto tipo de gente: “los mamones”. Pero con los años, me confesó que la etiqueta se le quedaba corta. Que detrás de esa fachada de engreimiento, a menudo se escondía algo más turbio. Y vaya que tenía razón. Porque lo que yo he visto en los pasillos del poder, en las oficinas donde se toman decisiones que nos afectan a todos, va mucho más allá de la simple soberbia.

Mis queridos lectores, lo que acecha en esas oficinas es una combinación explosiva, un cóctel molotov de personalidades tóxicas que la psicología moderna ha bautizado como la “Tríada Oscura”: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Tres ingredientes venenosos que, cuando se mezclan, pueden convertir a un simple inepto en un verdadero peligro para la sociedad.

Primero, tenemos al NARCISISTA. Ese tipo que se cree la última Coca-Cola del desierto. Todo gira a su alrededor. Sus ideas son geniales, sus logros son épicos, y los demás somos simples comparsas en su grandiosa obra. ¿Les suena familiar? Seguro que sí. Lo hemos visto en ese jefe que se adjudica el trabajo de todo el equipo, en ese político que solo se preocupa por su imagen en las redes sociales, en ese funcionario que se pavonea por los pasillos como si fuera dueño del changarro.

Luego está el MAQUIAVÉLICO. Para este individuo, el fin justifica los medios. La manipulación, el engaño y la traición son herramientas perfectamente válidas para alcanzar sus objetivos. No le importa a quién pise con tal de ascender, no le importa a quién mienta con tal de salirse con la suya. Es el clásico trepador que simula amistad, que susurra al oído del poderoso, que apuñala por la espalda sin el menor remordimiento. En la administración pública, este tipo es capaz de cualquier cosa con tal de obtener un puesto, un contrato, un favor.

Y, por último, pero no menos importante, el PSICÓPATA. Ojo, no me refiero al asesino en serie de las películas. Hablo del psicópata funcional, ese que puede pasar desapercibido en la oficina, pero que carece de empatía, de remordimiento, de la capacidad de sentir lo que sienten los demás. Es frío, calculador, y puede tomar decisiones crueles sin que le tiemble el pulso. En el ámbito público, este tipo puede ser el burócrata que recorta presupuestos sin importarle el impacto en la gente, el funcionario que firma contratos corruptos sin importarle el daño al erario, el líder que sacrifica el bienestar de la comunidad con tal de mantener su poder.

Ahora, imaginen la combinación de estos tres rasgos en un funcionario inepto. ¡El desastre está garantizado! Porque la ineficacia, la falta de preparación y la incompetencia, cuando se mezclan con la ambición desmedida, la manipulación y la falta de escrúpulos, pueden tener consecuencias devastadoras.

¿Qué pasa cuando un narcisista inepto llega a un puesto de poder? Pues que se rodea de aduladores, que toma decisiones basadas en su ego, que despilfarra recursos en proyectos faraónicos que solo sirven para inflar su imagen. ¿Y qué pasa cuando un maquiavélico inepto obtiene un cargo público? Pues que utiliza el puesto para su beneficio personal, que favorece a sus amigos y familiares, que entorpece cualquier iniciativa que no le reporte una ganancia. ¿Y qué pasa cuando un psicópata inepto se hace con las riendas de una institución? Pues que la convierte en un coto de poder, que reprime cualquier crítica, que sacrifica el bienestar de los ciudadanos en aras de sus intereses.

Y aquí es donde conecto con la sabiduría de mi padre. Él decía que el poder nunca debe ser ejercido por quien más lo desea. ¡Qué gran verdad! Porque la sed de poder, cuando se combina con la Tríada Oscura y la ineptitud, puede convertir a un simple funcionario en un verdadero depredador.

Para muestra un botón, este sábado pasado, la tragedia del buque escuela Cuauhtémoc en Nueva York nos sacudió. Un navío emblemático, orgullo de la Armada de México, impactando el puente de Brooklyn, dejando a su paso heridos y la dolorosa pérdida de jóvenes vidas. Y aunque las investigaciones apenas comienzan, no puedo evitar preguntarme si en la génesis de este terrible suceso no habrá estado presente alguno de los ingredientes de ese macabro cóctel que he descrito. ¿Acaso una decisión basada en el narcisismo de alguien en el mando, priorizando una imagen o un cronograma por encima de la seguridad? ¿Podría el maquiavelismo haber llevado a minimizar riesgos o a delegar responsabilidades de manera irresponsable con tal de alcanzar un objetivo? ¿O peor aún, la frialdad psicopática haber impedido una evaluación adecuada de los peligros? La ineptitud, por sí sola, es peligrosa, pero cuando se adereza con los oscuros componentes de la Tríada, las consecuencias pueden ser catastróficas.

Entonces, ¿qué podemos hacer, mis queridos lectores? Pues, para empezar, abrir los ojos. Dejar de ser ingenuos. Reconocer a estos lobos disfrazados de oveja. Exigir transparencia, rendición de cuentas, meritocracia. Y, sobre todo, recordar que la verdadera grandeza no reside en el poder, sino en la honestidad, la empatía y el servicio a los demás. Eso es lo que nos enseñaron nuestros padres, y eso es lo que debemos exigir a nuestras autoridades.

Y qué mejor antídoto para combatir estos males que el trabajo que realiza nuestra casa de estudios. Porque mientras algunos individuos florecen la ambición desmedida y la falta de escrúpulos, la Universidad Autónoma de Tamaulipas apuesta por formar a los líderes del futuro con una base sólida en la excelencia y el humanismo. La UAT reafirmó su compromiso con la formación integral y el respaldo a sus estudiantes al entregar 607 becas de Excelencia, Desempeño Académico y Labor Humanista, estímulos que reconocen el esfuerzo, dedicación y compromiso social de los jóvenes universitarios, impulsando la excelencia y los valores humanistas como ejes fundamentales de su formación, tal como destacó la secretaria de Gestión Escolar de la UAT, Alma Amalia Hernández Ilizaliturri. Apostemos por esos jóvenes universitarios, porque ellos son el futuro de una Tamaulipas más justa y próspera.

CONSUMATUM EST…

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