La semana pasada hubo el CTE y uno de los puntos a considerar fue estrategia de atención al rezago escolar, aunque si bien es cierto que se planteó como consecuencia del paro, la verdad es que honestamente viendo los resultados presentados de “Tamaulipas Aprende” no nos cae nada mal apurar el paso después de pandemia.
Cuando estuve como docente de apoyo en secundaria me parecía increíble ver cómo había muchos alumnos que llegaban con problemas de comprensión de lectura, parecía que en los seis años de primaria no habían hecho nada. Hoy la evaluación estatal nos da un promedio del estado muy por debajo de lo esperado.
Para mí como docente es increíble aceptar que hay alumnos de tercero y cuarto de primaria que no saben leer y escribir. Y más increíble aceptar que me echen la culpa por eso.
Hay muchos conflictos y necesidades alrededor del trabajo docente que no se pueden ignorar, si van contra el trabajo menos, pero sobre todo contra el rezago escolar después de vivir una pandemia. Un año no es suficiente para superar los impactos que ese periodo nos dejó; los vamos a seguir viendo todos por tres años hasta una década más.
Hay expertos que dicen que cada año perdido por nuestros alumnos mientras cada año hay un retraso de hasta una década no se recupera tan fácilmente.
Entonces, ¿qué tenemos que hacer para evitar que esto siga creciendo? sobre todo para no esperarnos una década para ver resultados.
Que se dé la recuperación no será por arte de magia ¿qué es lo como docentes nos toca hacer? yo creo que si todos nos alineamos todos nos ponemos de acuerdo pueden hacer la cosa maravillosa.
Pero no nos podemos poner de acuerdo como colectivo ni pa’l almuerzo del CTE (bueno en realidad para eso sí, es importante). Es un tema de emociones en su mayoría.
Al docente le falta reconocimiento, y no me refiero a lo económico (aunque ese también es todo un tema), reconocimiento de la labor titánica que hemos hecho y seguimos realizando.
Podemos como docentes seguir peleando con las autoridades, pero hay que priorizar el interés en los aprendizajes fundamentales. No podemos seguir teniendo niños en cuarto de primaria sin saber leer y escribir, los problemas no se pueden cortar de raíz, pero algo tenemos que hacer.
Me gusta pensar que cada maestro debe ser el maestro que él necesitó cuando fue alumno, mis maestros nunca se enfermaban ni dejaban de trabajar, siempre podemos sacar adelante a los niños, si ustedes estuvieron en una escuela pública acuérdense de ese niño que ahorita quisiéramos rescatar pues por ese niño que viví que ustedes fueron, es necesario que ahora como docentes rescatemos a los que vienen.
Los docentes no necesitamos números (sobre todo cuando son tan desalentadores como los resultados de una evaluación estatal), necesitamos empatía, nos interesa la labor con los alumnos. Tomar esto en consideración sería bueno, además del festejo del Día Mundial del Docente, que fue el pasado cinco de octubre.
¿En qué momento los niños dejaron de ser primero?
Soy una persona académica, no soy un mártir y ningún maestro debería serlo; nadie debe trabajar sin pagar ni dar más de su tiempo para llevar su labor sobre su bienestar físico o emocional; eso no es vocación. No hay lados, todos estamos del mismo lado.
Mientras no estemos de acuerdo en los aprendizajes, las necesidades, las actividades, el colectivo docente, las escuelas, la SET y el SNTE no habrá un buen resultado y el único perjudicado como siempre… será el docente.
La revalorización del magisterio empieza por saber lo que vale nuestro trabajo y exigirlo adecuadamente ya sea a los alborotadores, a las autoridades, al gobierno o los propios padres de familia que de flojos no nos bajan y que socialmente siempre encuentran la manera de echarnos la culpa de algo. Hasta por la lluvia de esta semana.
Esta vez mas que memes del CTE (que ya se habían convertido en parte de la cultura popular de fin de mes), solo hubo quejas y más quejas… y desde la semana pasada no han parado.
¿Y si empezamos a quejarnos menos y hacer más?