Rogelio Rodríguez Mendoza
La cuenta regresiva ya comenzó: en diciembre próximo concluye el periodo de siete años para el que fue nombrado, Irving Barrios Mojica, como Fiscal General de Justicia del Estado.
Ocho meses parecen mucho, pero en la Fiscalía ya iniciaron los trabajos de entrega-recepción. Suena lógico. Lo que no suena —ni huele bien— es lo que nos aseguran en los pasillos de esa institución: que Barrios Mojica no tiene intención de irse.
Sí, leyó bien. Con una Fiscalía colapsada por el rezago de miles de carpetas de investigación, órdenes de aprehensión empolvadas en escritorios y un sistema de justicia “de tres pisos” que se desplomó antes de terminar de construirse, lo mínimo que se esperaría es un cierre digno. Pero no: quiere otros siete años más.
¿Y por qué no?, pensará él, si los mismos padrinos políticos que lo blindaron durante el cabecismo podrían ahora allanarle de nuevo el camino. Aunque resulte ofensivo para el morenismo que, en el discurso, lucha por erradicar toda huella del pasado azul.
Barrios Mojica fue, durante años, el operador jurídico más útil del cabecismo. Un fiscal a modo. Selectivo, obediente, discrecional. ¿Qué cambió desde entonces? Nada.
Y mientras él busca prolongar su estancia, las víctimas siguen acumulándose sin justicia. ¿Cuál es el mérito que lo califica para repetir en el cargo? ¿El silencio? ¿La obediencia? ¿La omisión?
Dentro de la propia institución, el malestar es tan grande que hasta sus subordinados reconocen que los últimos años han sido los peores. La justicia, en Tamaulipas, no solo está extraviada. Está secuestrada por la ineficacia.
Y ante este escenario, el Fiscal considera que merece ser ratificado.
El servicio público exige, además de resultados, un mínimo de decencia política. Saber cuándo irse es una virtud. Y el Fiscal ya hace tiempo que debió haber entendido que su ciclo se agotó.
Pero si insiste en quedarse, que al menos lo diga de frente. Porque si algo no merece Tamaulipas es un Fiscal que pretende perpetuarse… a escondidas, por debajo de la mesa y sobre un cadáver: el de la justicia.
EL RESTO
ALISTAN MALETAS.- El Congreso del Estado celebrará la próxima semana su segunda sesión itinerante del actual periodo legislativo. En esta ocasión, el Pleno se trasladará al municipio de Altamira, con motivo del aniversario de su fundación, el cual se conmemora el dos de mayo.
Será el próximo martes cuando los diputados aprueben formalmente el recinto oficial para dicha sesión, que se realizará en la cabecera municipal altamirense. La actividad forma parte de los esfuerzos del Poder Legislativo por descentralizar su ejercicio parlamentario.
La primera sesión itinerante del año tuvo lugar el pasado 24 de marzo, en la ciudad de Nuevo Laredo, y contó con la participación de la totalidad de los integrantes del Congreso, así como autoridades locales.
De acuerdo con la Junta de Gobierno, el objetivo de este tipo de sesiones es fomentar el acercamiento de los ciudadanos con el trabajo legislativo y promover la participación ciudadana en temas de interés público.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.
