diciembre 4, 2024
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María José Zorrilla

Reflexiones de Navidad

diciembre 17, 2023 | 285 vistas

María José Zorrilla

 

Estamos por terminar el 2023, las fiestas decembrinas ya empezaron y la navidad ya está a la vuelta de la esquina. Muy triste pensar que, en Belén, la cuna de Jesús de Nazareth las luces permanecerán apagadas, que en el mundo sigue habiendo una cierta predisposición a encausar guerras y para muestra las dos más reconocidas actualmente. La de Israel contra Hamás en Palestina y la de Ucrania y Rusia en Europa del Este. En épocas donde los avances tecnológicos han dado saltos cuánticos, lo digital y cibernético casi alcanzan niveles de magia y la inteligencia artificial empieza a plantear nuevos paradigmas sobre la ética, la moral y la libertad individual, el hombre sigue padeciendo las mismas miserias de siempre. La condición humana parece no evolucionar a pesar de las grandes transformaciones que como humanidad hemos vivido desde la época de las cavernas y la edad de piedra. Los siete pecados capitales se hacen presentes con tintes de mayores escalas. La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza vuelven a tomar un lugar preponderante en el día a día en donde la búsqueda de satisfactores inmediatos, la obtención de dinero rápido y fácil y en resumidas palabras comernos el mundo de un bocado empiezan a sobrepasar los límites de lo terreno y lo mundano. En este primer cuarto del siglo XXI las cosas, los valores mal entendidos, la acumulación de bienes materiales, experiencias únicas, comidas asombrosas, nos han alejado del terreno de la introspección hacia nuestra realidad y la del mundo que estamos viviendo y heredando a las nuevas generaciones. La Navidad es una festividad cuyos orígenes tienen raíces diversas. Algunos lo atribuyen a fiestas paganas realizadas en los países nórdicos, otros en Alemania, otros en Roma donde se celebraba el solsticio de invierno como símbolo del resurgimiento del sol, y no fue hasta el 221 DC cuando un viajero. el historiador Cristiano Sextus Julius Africanus la empezó a difundir por el mundo una vez que el emperador Constantino legalizó el cristianismo en el Imperio Romano. Pero resulta igualmente interesante que además de celebrar el nacimiento de Jesús, del convivio familiar y el intercambio de regalos, hay también una necesidad de vincular este acontecimiento cristiano con la realización de una profunda introspección de lo que ha sido el año en relación a nuestros aciertos, errores, pérdidas, dolores, triunfos, logros y qué hemos podido hacer por nosotros y por los demás. Por nuestra familia, por nuestro entorno, por nuestro planeta. Cuáles de los propósitos que emprendimos al inicio del año hemos logrado cumplir, cuánto hemos podido superar nuestras expectativas personales y cuales han sido los peores errores, omisiones o descuidos que nos han llevado a enfrentar fracasos previsibles. No estaría mal que al lado de la lista de regalos para nuestros amigos y familiares realizar un viaje hacia el interior y pensar en una lista de deseos que sean realizables y aunque sea un solo grano de arena, aportar algo para que este mundo sea un poquito mejor. No podemos detener las guerras, pero si generar condiciones para que en nuestro entorno inmediato cese la violencia, no podemos detener el calentamiento global, pero si crear más conciencia sobre el medio ambiente, sembrar un árbol, concientizar sobre la falta de agua, el desorden con la basura. No podemos resolver todos los problemas México, pero si elegir a las mejores propuestas para modificar políticas y prácticas que nos están deteriorando las pocas estructuras sólidas que teníamos en el país.

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