Recuerdo, de mi infancia y adolescencia, que algunas veces escuché a la gente del rancho la expresión de “sacar para el chivo”. Hagan de cuenta al andar por el ejido, de pronto me encuentro dos personas y una le dice a la otra, ¿A dónde vas tan aprisa? A la parcela, al jale, hay que sacar para el chivo, la familia tiene que comer. En fin, con esta expresión recuerdo que, en toda familia, siempre alguien tiene que trabajar, precisamente para el chivo, para poder comer.
La cuestión que, para sacar el chivo, en ciertos lugares se batalla, precisamente porque no hay fuentes de trabajo. Y a partir de ahí es como, necesariamente, observamos como buena parte de algunas regiones del país, o de otros países, van en busca de mejores oportunidades, migran pues a otros lugares donde, presumiblemente, hay mejores condiciones de vida, más empleo, mejores salarios. Y sucede, además, en las zonas o regiones de mayor pobreza… en el caso de Tamaulipas, el Altiplano muchos de sus hombres, sobre todo los jóvenes, son braceros allá en los Estados Unidos.
MIGRACIÓN INTERNA
Recuerdo, allá en mi niñez, cuando aun no tenía digamos conciencia de lo que significaba el trabajo familiar, que mi papá se iba a trabajar: se juntaban varios adultos del ejido y se iban, recuerdo, unas veces fueron a Mante. Se iban y tardaban en regresar varias semanas. Aquí en Tamaulipas, en la zona de El Barretal, en la época de la cosecha de la naranja es común observar como llegan grupos y grupos de pizcadores provenientes de Veracruz. Pero, además, en cada una de las ciudades mexicanas, por lo regular hay una migración del campo a la ciudad, que van formando los llamados cinturones de miseria, de pobreza extrema.
Es conocida, por ejemplo, el caso de la frontera norte: donde en Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, por decir, algunos hay migrantes de otras ciudades; es la llamada población flotante, una que llega con la firme intención de pasar al otro lado y al final se queda ahí, trabajando en alguna maquiladora. Conocí el caso de Ábrego, un ejido de Guadalcázar SLP, de ahí son los orígenes de mi familia política. Y una ocasión fui al festejo de aniversario: me sorprendí ver camionetas, grandes y con placas gringas, bueno hasta un autobús… eran de Camargo, migrantes, familiares, que año tras año hacen esa excursión. Pero además creo que nadie desconoce que en Reynosa hay una colonia veracruzana al grado que, más de un gobernador jarocho, de vez en cuando se ha aparecido por ahí en plan de proselitismo.
EL SUEÑO AMERICANO
Creo que todos conocemos el mito del “sueño americano”. Y conocemos, además, el grado de migración internacional e, incluso, de como nuestros connacionales, los que viven en la frontera, son testigos de como llegan grupos y más grupos, en caravanas, con la firme intención de llegar a los Estados Unidos. Recurro el tema ahora que Donald Trump ganó las elecciones y no desconocemos su forma de pensar, como de actuar, en relación con los migrantes: los tilda de rateros, asesinos, delincuentes, en fin, que son malas personas y en más de una ocasión en campaña anunció que va a cerrar las fronteras.
La presidenta Claudia Sheinbaum afirma que no debemos preocuparnos, que la relación con los Estados Unidos será buena. Sin embargo, diplomáticas como Alicia Bárcenas que fue embajadora en los Estados Unidos, explica que no debemos estar muy tranquilos: se considera que hay cinco millones de mexicanos indocumentados; Trump anuncia una deportación masiva, de un millón por año… puede que no sea un millón, pero sí un buen núcleo de gente, lo que sin duda a la larga tendrá efectos en nuestra propia economía, amén de que, obvio, las remesas de dólares van a disminuir… que tendrá un fuerte impacto en las familias de muchos hogares mexicanos.
AMENAZAR Y CUMPLIR
La tranquilidad de la Presidenta, lo entiendo, es una actitud política: su secretario de Economía, Marcelo Ebrard bien que sabe como se las gasta Trump: antes de entrar a una negociación lanza una amenaza y, buena parte de sus enemigos, bien que sabe que las cumple. Cuando fue Presidente amenazó con aranceles al acero mexicano, a cambio pidió que México cerrara la frontera sur y que nos convirtiéramos en país seguro, albergando a los migrantes que solicitan entrar a Estados Unidos. Y Marcelo y AMLO lo aceptaron.
El discurso de Trump es beligerante, amenazador, pero el hecho es que muchas de las cosas sí las cumple o busca la forma de cumplirlas. Recordemos el famoso muro para impedir el ingreso de migrantes, hasta decía que los propios mexicanos lo pagaríamos. En lo personal creo que no se debe echar por la borda sus amenazas: lo dijo claro, pueden entrar los que quieran, siempre y cuando lo hagan de manera legal. En pocas palabras, buscará restringir, limitar al máximo la entrada de migrantes en forma ilegal… eso y deportar a los que ya están.