marzo 9, 2025
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Melitón Guevara Castillo

Salud en peligro

marzo 6, 2025 | 39 vistas

Alegría. Conocí a Jesús hace muchos años, no sé si 20 o 30, la primera vez que lo vi dirigía a un grupo de sus alumnos en temas musicales; era el profesor de la Escuela Himno Nacional. Siempre fue muy entusiasta, alegre y muy entregado a su trabajo. Recuerdo que una ocasión llevo a sus niños a la cabina de radio de la FDCS, se estaban preparando para un concurso cívico de canto. Ver su empatía con los niños, contagiaba a medio mundo su actitud y entrega, seriedad y responsabilidad.

Dolor. Me entero por mi esposa, luego por la nota periodística, que falleció su hijo Jesús Alejandro. En cualquier situación, el fallecimiento de un familiar, más si es un hijo, el dolor es inexplicable, indescriptible. Quien está en esa situación, quiérase o no, se acuerda de Dios, pero más se acuerda de quienes, en el proceso, eran los responsables de atender su salud, de salvar una vida gracias a sus conocimientos, a su experiencia, pero sobre todo por su juramento hipocrático. Este tipo de dolor se comparte.

 

LAS PROMESAS DE AMLO

No sé, usted amable lector, que piense u opine de los servicios médicos de nuestro país. Aún recuerdo la emoción de AMLO cuando nos ofreció un sistema médico igual o mejor que el de Dinamarca. Los medios de comunicación y las redes sociales, una y otra vez, han documento que los hospitales no tienen medicamento; en otros casos, se muestran situaciones de personas con problemas de salud que sufren ante la carencia de insumos médicos o la insensibilidad de las autoridades de salud.

Las promesas de AMLO fueron eso: aniquiló el Seguro Popular, porque no era seguro ni popular; creo el INSABI (Instituto de Salud para el Bienestar) que al final tuvo que ser cerrado, porque no funcionó a la perfección y ahora se cuenta con el IMSS-Bienestar que, en su propaganda ofrece: atención médica de calidad, medicamentos e insumos médicos gratuitos en unidades de salud con infraestructura digna. Hoy, en Tamaulipas, los servicios de salud pública están centralizados. Los hechos, sin embargo, dejan mucho que desear.

 

CLAMOR Y DESESPERACIÓN

Jesús Alejandro Montalvo, joven de 17 años, falleció hace días tras sufrir un derrame cerebral provocado por un aneurisma. El detalle es que todo empezó con un pequeño dolor de cabeza, persistente y que no disminuía. Así que lo llevaron al Issste, recibió una consulta y el médico, una vez que escuchó síntomas, quiero pensar que hizo la revisión normal, hagan de cuenta que llegó a una conclusión y le recetó calmantes para el dolor de cabeza. Hagan de cuenta, un mejoralito o un paracetamol.

Los días pasaban y el dolor persistía, así que Jesús Alejandro fue conducido nuevamente con el doctor. Y nada, sucedió igual que la primera vez, así hasta que le ordenaron los estudios pertinentes y ahí sí, entonces, se dieron cuenta que no era una cosa sencilla. Identificaron un aneurisma: es la dilatación anormal en la pared de una arteria; y si es un aneurisma cerebral, puede causar dolor de cabeza, náuseas, vómitos, rigidez en el cuello, cambios en el estado mental, entre otros. Las consecuencias fatales fue un derrame cerebral. Falleció a los 17 años, era estudiante del CBTis 24, integrante de la rondalla, practicaba el taekwondo. Quienes lo conocían, sus compañeros, aun no logran asimilar, entender, sí, lo que sucedió.

 

SOLO RECIBO ÓRDENES

Quienes tenemos problemas de salud, de esas que se identifican como degenerativas, como la hipertensión, la diabetes, cáncer, sabemos bien lo que significa que las instituciones de salud no estén funcionando al 100. En mi caso, soy diabético y mes tras mes, mínimo una o dos medicinas prescriptas no me entregan… la razón: porque no llegan. Un día, le pregunté al responsable de la farmacia: nunca hay cuando tengo consulta y me dijo: antes nos surtían suficientes, ahora de esas, solo me envían 50 cajitas… ¿Cómo si solo hubiera 20 diabéticos?

No son solo las medicinas. El caso de los estudios clínicos es más grave. Ahí donde me atienden, por lo regular cada año me ordenan ese tipo de estudios, para que los vea el especialista y valore los resultados del tratamiento. Pero desde hace cuatro o cinco años no me envían con el especialista. Me ordenan los estudios y la cita para el laboratorio es hasta ocho meses después… imaginan: se ordenan en marzo y la dan para octubre o noviembre. Y es que solo hacen 25 estudios, pregunté y el responsable solo me respondió: yo solo cumplo órdenes.

El hecho, incuestionable, es que en cuestión de salud vamos de mal en peor.

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