En febrero próximo, la presidenta, Claudia Sheinbaum, enviará al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional en materia electoral, para prohibir la reelección en cualquier cargo de elección popular, y para cerrarle el paso al nepotismo.
Aunque todavía habrá que conocer los detalles de la acción legislativa, de entrada, el solo anuncio está generando una muy buena expectativa entre la sociedad, porque sin duda haber permitido la reelección de alcaldes y diputados fue un total fracaso.
En el ámbito federal, la reelección es permitida desde el 2014 cuando se reformó la ley electoral, y en Tamaulipas se incorporó la figura a partir del 2016.
Sin embargo, a los únicos que benefició el permitir que un edil o un legislador repitan en el cargo, fue a ellos mismos, porque tuvieron más tiempo para enriquecerse al amparo de sus posiciones políticas, haciendo negocios desde su privilegiada posición de poder.
En el caso de los alcaldes se argumentó que tres años en el cargo eran insuficientes para ejercer buenos gobiernos. Se pretextó que en realidad solo disponían de un año para desarrollar su administración, porque un año lo dedicaban a planear, el segundo a ejecutar, y el tercero lo gastaban en el cierre de su gobierno.
Por eso se les permitió la posibilidad de buscar la reelección por un segundo periodo. Sin embargo, salvo sus excepciones, en aquellos municipios donde ha habido reelección, los gobiernos han sido igual de pésimos.
No sé a nivel nacional, pero en Tamaulipas podríamos decir que solo los casos de Nuevo Laredo, con Carmen Lilia Canturosas, y de Tampico, con Jesús Nader, podrían catalogarse como historias de éxito. Su continuidad en el cargo ha dejado huella en los municipios.
En cambio, en el resto de los municipios, la reelección ha dejado más daños que beneficios a la población.
Con el añadido de que, los alcaldes utilizan los recursos públicos para hacer campaña electoral y asegurar su reelección, rompiendo así la equidad que debe existir en la contienda.
Con los diputados ha sido lo mismo. De nada le ha servido a la sociedad alargar hasta por seis años la permanencia de un legislador.
De hecho, con los diputados las cosas están peores, porque la mayoría de ellos solamente se dedican a levantar el dedo para aprobar las iniciativas que les ordenan desde sus dirigencias partidistas. En eso consiste su “chamba”.
Además, son pésimos gestores y pocos de ellos se dignan a regresar a sus distritos para interesarse en la problemática de sus representados.
Por todo ello es que, le insisto, el anuncio de la presidenta Sheinbaum está recibiendo aplausos anticipados de un importante sector de la sociedad, entre el que se incluye este reportero.
Sobre todo, porque la reforma en construcción también contemplará cerrarle el paso al nepotismo, para prohibir que familiares inmediatos de cualquier funcionario en cargos de elección popular puedan postularse para el mismo cargo de manera consecutiva.
Esta práctica es muy recurrida en las alcaldías. Por ejemplo, hay municipios donde la alcaldía se hereda entre los miembros de una misma familia, cuando el Presidente Municipal maniobra para que lo suceda su esposa y luego alguno de sus hijos.
En Tamaulipas hay algunos ejemplos de ese nepotismo. El mejor referente lo tenemos en Reynosa y Xicoténcatl, donde la alcaldía ha sido convertida en una empresa particular.
Aunque la reforma que se está anunciando entraría en vigor hasta el 2030, sin duda vendrá a acabar con el negocio de alcaldes y diputados.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.