Rogelio Rodríguez Mendoza
Dicen que la historia ofrece segundas oportunidades, pero pocas veces las concede con tanta claridad como lo ha hecho con Ciudad Victoria.
Por décadas, la Capital de Tamaulipas ha sido relegada al olvido. Calles en mal estado, crecimiento desordenado y una crisis hídrica que, verano tras verano, se convierte en una pesadilla para los victorenses.
La Ciudad ha sido víctima de la indiferencia de sus propios gobernantes, incluyendo aquellos que nacieron aquí y, paradójicamente, poco hicieron por ella.
Pero si de abandono se trata, el caso del panista Francisco García Cabeza de Vaca es aún más evidente. Durante su gobierno, privilegió a Reynosa, su ciudad, por encima de cualquier otro municipio, dejando a Victoria rezagada y sin proyectos de gran impacto.
Hoy, sin embargo, las cosas comienzan a cambiar con la administración de, Américo Villarreal Anaya.
Primero fue la creación del llamado “Fondo de Capitalidad”, que garantizó a Victoria presupuesto adicional al que por derecho le corresponde.
Otras señales de una transformación visible es la ampliación del boulevard “José López Portillo” y del libramiento Naciones Unidas.
Pero la gran noticia es otra: la construcción de la segunda línea del acueducto Guadalupe Victoria, confirmada desde Palacio Nacional.
Esa obra no solo resolverá el desabasto de agua; es un símbolo del fin de una era de abandono. Y en el centro de este cambio está el gobernador Villarreal Anaya. Originario de esta Ciudad, tiene la oportunidad de hacer lo que otros no hicieron: romper con el rezago y darle a Victoria el lugar que merece.
Su padre, el exgobernador Américo Villarreal Guerra, dejó huella con la construcción del primer acueducto. Hoy, su hijo puede consolidar ese legado construyendo la segunda línea.
Pero para que esta transformación de Victoria sea real, debe irse más allá de la infraestructura. La Capital necesita un modelo de crecimiento sostenible, inversiones estratégicas y un impulso económico que la coloque al nivel de otras ciudades del estado. El tiempo apremia. En tres años, cuando este sexenio termine, los victorenses evaluarán si realmente se hizo justicia con la ciudad.
Por ahora, hay esperanza. Ojalá que en 2028 podamos decir: “Se les acabó su feíta”.
EL RESTO
PRESIONES QUE AYUDAN.- Lo dicho: las presiones del gobierno de Estados Unidos están terminando por beneficiarnos a los mexicanos.
Es evidente que la estrategia lopezobradorista de, “Abrazos, no balazos”, quedó sepultada para dar paso a un nuevo modelo de ataque a la delincuencia cuyos resultados están a la vista.
Los constantes decomisos de cargamentos de droga y las capturas de jefes criminales son la mejor señal de que, ahora si hay voluntad y decisión del gobierno para atacar a la delincuencia.
Todo ello, insisto, es producto de los amagos del presidente estadounidense, Donald Trump.
ALCALDES NERVIOSOS.- Por cierto, mucho se insiste en que a causa de esas mismas presiones de Estados Unidos, se está “cocinando” un operativo que podría llevar a prisión a muchos “narcopolíticos” mexicanos.
Esa tesis debe traer bastante nerviosos a muchos alcaldes, algunos de ellos tamaulipecos, porque serían los primeros en ser usados para satisfacer la exigencia de Trump.
En el sur tamaulipeco hay uno que debe ser el más temeroso.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.