mayo 23, 2025
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Mauricio Zapata

Semana Santa sabía a tierra

abril 16, 2025 | 650 vistas

Cuando yo era niño, la Semana Santa no siempre olía a incienso ni tampoco olía a mar ni a bronceador.

Olía a tierra mojada, a lodo pegado en los tenis y a sudor después de correr todo el día bajo el sol.

Las vacaciones en mi época no se medían en kilómetros recorridos ni en likes, sino en raspaduras en las rodillas y litros de agua de limón o, incluso de la llave.

No siempre íbamos a la playa. Íbamos al patio, al jardín o al estacionamiento de la casa de algún familiar.

A la calle. En algunos casoa, a la parcela de algún tío que tenía una hamaca y un río cerca.

La alberca era una pipa de agua que descargaba en el terreno baldío. O bien, la fuente de un parque.

Y eso bastaba. Uno no sabía que había más, ni lo necesitaba.

El descanso era eso: andar descalzo, sin uniforme, sin tareas. Tirarse en el suelo sin reloj ni itinerario.

Las vacaciones de Semana Santa eran largas, lentas y sabrosas. Uno se despertaba tarde —es decir, después de las ocho—, desayunaba corn flakes y salía a buscar a los amigos del barrio. O a los primos.

No había plan, pero siempre pasaba algo. Un partido de futbol con dos piedras por portería, una guerra de lodo, una expedición a terrenos prohibidos que nos hacían sentir Indiana Jones.

En esos días todo tenía un ritmo distinto. Las mamás estaban más relajadas, los papás llegaban temprano. Nadie hablaba de productividad ni de metas.

Se vivía. Y ya.

A veces había películas en la tele, y uno las veía no porque fueran buenas, sino porque eran parte del ritual del descanso.

O también programas especiales de caricaturas. Maratones desde temprano de caricaturas.

Hoy las vacaciones son diferentes. Todo es más grande, más caro, más planeado. Está bien. Pero también es más fugaz.

Más conectado a la necesidad de mostrar que de vivir. A veces siento que perdimos el sabor del tiempo ocioso. Ese que se alarga sin prisa, sin destino. Ese que no se cuenta, pero se recuerda.

No había lujo. Pero había libertad. Y a veces, eso es más que suficiente.

EN CINCO PALABRAS:

Vacaciones sabían a pura vida.

PUNTO FINAL.- “Las mejores aventuras nacen cuando nadie las planea»: Cirilo Stofenmacher

X: @Mauri_Zapata

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