noviembre 21, 2024
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Alicia Caballero Galindo

Sentido de responsabilidad

julio 27, 2023 | 424 vistas

El precio de la grandeza es la responsabilidad: (Winston Churchill).

Desde el punto de vista filosófico, responsabilidad es la obligación de un individuo de responder por sus actos, y en ocasiones, por los actos de los demás. La responsabilidad es objetiva cuando el sujeto responde ante otros individuos por una conducta propia objeto de sanciones, y es subjetiva, cuando responde ante sí mismo por sus acciones y los requerimientos son eminentemente introspectivos.

El individuo empieza a temprana edad a tomar conciencia de su propio existir, se le enseña ¡o se le debiera enseñar! El significado de esta cualidad que será determinante y rectora en su desarrollo, desgraciadamente, lo primero que escucha, es: “¡no!” ¡no toques! ¡no grites! ¡no lo hagas! . . . ¡no!

En un principio solo entiende, que no debe de hacer ciertas cosas, pero poco a poco va asimilando que a determinada acción se produce una reacción; y va dándose cuenta que depende de sus acciones las respuestas obtenidas. Posteriormente, en las instituciones escolarizadas donde el infante asiste a muy temprana edad, por necesidades de trabajo de sus padres, empieza el acondicionamiento de conducta respecto a lo que “tiene qué hacer” para ser aceptado en el grupo.

Dentro de estas tareas están desde luego aquellas tendientes a la formación de buenos hábitos que le permitirán ser un individuo de provecho. Aunque los móviles que impulsan a los adultos a imponer buenos hábitos en la vida cotidiana, la manera de hacerlos llegar, no siempre es la adecuada, pues el hecho de que a alguien se le diga: “tienes qué” o “no porque…”  de acuerdo a la propia naturaleza humana el primer impulso es violar la norma para experimentar “¿Y por qué no?”… estas premisas formativas no siempre llevan al individuo a adquirir el sentido de responsabilidad, pues las imposiciones sin una razón, de acuerdo a la naturaleza libre del  ser humano lo lleva a preguntarse inconscientemente “¿por qué no?” y casi siempre son preguntas sin respuestas lógicas, sólo se le graba el autoritarismo de “No, porque yo lo digo”.

Esta conducta, induce al individuo a pensar que, el hacer tal o cual cosa de determinada manera es una obligación y no una decisión por convicción, colgándose al cuello poco apoco las responsabilidades como una carga y no como una necesidad conveniente para madurar y crecer intelectualmente.

Cuando se inician labores después de vacaciones, dice la mayoría de las personas: “¡ni modo! ¡se acabaron las vacaciones, a trabajar! Como si fuera un castigo. Lo hacen con la misma perspectiva de una zambullida en una alberca de agua helada en pleno invierno. Los jóvenes y niños que aprenden con el ejemplo repiten la mentalidad adulta al iniciar sus días de escuela

Con estas actitudes inconscientes heredadas, se convierten las responsabilidades en una pesada cadena, que, es placentero eludir. Las actividades cotidianas, deben ser gratas, porque debiera causar placer realizar una actividad exitosa, un reto, un paso hacia el futuro, una aventura hacia el mañana, etc.

Se supone que un estudiante, elige una carreta idónea a sus aptitudes e inclinaciones personales, por lo tanto, el estudio y el ejercicio profesional debe ser una actividad placentera, el asumir las responsabilidades correspondientes debe representar algo importante y vital en el camino hacia la perfección.

La burocracia, es, una forma de trabajo castrante para los espíritus libres, sobre todo en los países subdesarrollados, porque todas las actividades están preestablecidas, sólo queda ejecutar órdenes. Una de las fugas favoritas es eludir responsabilidades, porque todo se hace en forma casi mecánica. Salirse de las normas es “peligroso”, trabajar más de lo establecido, casi un pecado, porque podrían pedir a los demás empleados, mayor rendimiento y eso, causa molestia en las personas rutinarias.

Qué puede esperarse de una persona que, al tomar su portafolios para encaminarse a su trabajo, dice: “¡ni modo, a darle, no hay de otra!” ¿Qué enseñanza le están dando a los hijos que los escuchan?

Por otra parte, ¿por qué no les gusta a los jóvenes ayudar a los padres a realizar tareas domésticas como barrer el jardín o sacar la basura?  La mayoría de las veces no se los piden de la manera adecuada; en lugar de hacerles ver que la casa es una responsabilidad compartida que a todos beneficia, se usan expresiones como: “deja de perder el tiempo en tonterías y ven a ayudar a la limpieza”, “te toca sacar la basura” (obviamente porque yo lo mando) la lista de maneras de cohechar para que “obedezcan” es interminable, pero en ningún momento se manejan palabras convincentes para que las “tareas” se realicen en forma voluntaria.

Desgraciadamente mientras no se rompa este círculo vicioso, las cadenas de las responsabilidades, serán heredadas de padres a hijos indefinidamente de generación en generación, restando calidad en las relaciones interpersonales y viendo con desagrado lo que les corresponde hacer en forma natural.

Es necesario hacer un alto en el camino y analizar las acciones y actitudes respecto a los niños y jóvenes en el hogar y la escuela,  sobre la formación del sentido de responsabilidad; la postura nunca debe ser “para que sientan lo que yo sentí” “para que vean lo que cuesta” y muchas premisas negativas más, que sólo genera en las jóvenes conciencias frustración deseos de eludir responsabilidades impuestas por obligación y no por convicción.

De la madurez de los adultos depende que las responsabilidades inherentes a la vida sean adquiridas como algo natural y necesario, en esta aventura maravillosa que es la vida. Un deber cumplido, es un reto superado y no un duro castigo que a toda costa tratamos de eludir.

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